UNA HISTORIA SIMPÁTICA
¡Feliz año para todos! Quiero comenzar este rato de oración contando una historia. Contándote a ti una historia muy simpática de estos últimos días.
El 29 de diciembre estuve hablando con un amigo. Y me contaron mis hermanas que él había vuelto con su novia, que vivía en otra ciudad. Bueno, no voy a dar muchos detalles.
La verdad es que le pregunté: ¿cómo iba eso?, ¿qué tal la novia? Y entonces, en algún otro momento le dije: —Bueno, ¿y para dónde va eso?
Y él muy discreto, muy prudente, me dijo: —Bueno, no sé, tal vez, quizás de pronto… pues uno no sabe la vida… y este año quizá….
Bueno, ahí quedó la cosa. Y el 1 de enero de mandó una foto a media mañana con la mano de su novia sobre su mano y el anillo de compromiso. ¡Dios mío! ¿Cómo así, cómo es posible? ¿Pero porqué no me contaste…?
Y ese mismo día -el 1 de enero- me lo encontré en la tarde. Me presentó a su novia, a quien no conocía, y entonces yo, un poco curioso, le dije: —¿Y cómo fue la cosa? ¿Por qué tan rápido? ¿Por qué no me contaste?
Y me dijo: —No, no, no, es que no tenía de otra. Entonces me di cuenta que esa noche, estaba con su novia. Habían preparado un asado y él estaba lavando unos platos con los guantes en el lavaplatos. Ella estaba terminando un video de Instagram, resumiendo el año, y lo acababa de terminar.
QUIERO IR AL CIELO CONTIGO
Había escrito un texto para la descripción del video. Se acercó a él en medio de ese trajín de lavar los platos, y le dijo: —Mira, te quiero mostrar el video y te quiero leer lo que escribí. (les pedí la autorización de que me permitieran contar esta historia).
Ella escribe lo siguiente… (a groso modo): —Gracias miles a Dios. Gracias a los nuevos y viejos amigos. Gracias a las nuevas oportunidades, a los momentos duros y tristes.
Cuenta que, en el año 2022 dejó un trabajo muy bueno que tenía para conseguir un trabajo mucho mejor, mudarse de ciudad y volver a empezar.
En definitiva y al final el mensaje dice: —Dios, tú me salvaste y aquí sigo en la lucha día a día, tratando de seguir tu voluntad. Y algún día moriré con una sonrisa, sabiendo que iré al Cielo a abrazarte.
Y claro, en este momento mi amigo, ya no pudo más y rompió en llanto con mucha sensibilidad. Se estaba terminando el año y entonces se acerca a su novio y le dice: —Oye, yo quiero ir al Cielo contigo.
Entonces me cuenta mi amigo que, en ese momento cierra la llave del lavaplatos, la abraza a ella y se la lleva corriendo (no sé a dónde), y empieza a buscar en los bolsillos…
COMO DIOS MANDA…
Abre un armario, abre un lugar donde en la parte de arriba saca un computador y se le cae en la cara… y al final pudo coger el anillo de compromiso que ya lo tenía (hacía más de un mes que lo tenía, pero no se había decidido a pedir la mano de su novia).
Y en ese momento, con los guantes de lavar la loza, le entrega el anillo de compromiso. Claro, es muy simpática esta historia, es muy romántica la pedida de mano de este amigo, que sucedió terminando el año 2022.
Él dice que no se pudo aguantar, porque claro, ante esa propuesta, ante esa invitación de ir al Cielo, le dice: —Yo también quiero ir al Cielo.
Entonces ella le pide que por favor se ponga de rodillas y le pida el matrimonio como Dios manda. Y acepta la invitación. ¡Qué bonito! ¡Qué buen deseo para comenzar este año!
Bueno, para terminar el año, porque ésto ocurrió el 31 de diciembre en la noche.
DIOS NOS ESCUCHA
>Pero también, qué buen deseo, Jesús, para comenzar este año 2023: ¡Ir al Cielo! Algún día morir con una sonrisa, sabiendo que iré al Cielo a abrazarte. ¡Abrazarte!
Y que no esperemos al fin del año para correr por el anillo… Para correr por ese deseo. Si no, al comienzo de este año: Señor, quiero ir al Cielo.
Claro, ésto es una oración que la novia le pide a Dios. Y esa oración, Jesús, te pido que sea escuchada por ella, por su novio y por todos nosotros ahora que estamos haciendo este rato de oración. ¡Quiero ir al Cielo!
La primera lectura de la misa de hoy es de san Juan. Y dice:
«En esto consiste la confianza que tenemos en el Hijo de Dios, que si le pedimos algo según su voluntad, nos escucha».
Por eso, Señor, te pido que nos escuches esta oración, esta petición, este deseo que tenemos.
Y luego me fui a ver el Evangelio de la misa de hoy y me encuentro con que es el relato de las bodas de Caná hablando precisamente de la pedida de mano para matrimonio es las bodas de Caná.
El Evangelio de la Misa de hoy es:
«Había una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino y la madre de Jesús le dice: —No tienen vino. Jesús le dice : —Mujer, todavía no ha llegado mi hora».
TODAVÍA NO HA LLEGADO LA HORA
Bueno, Señor, tenemos el deseo de ir al Cielo, pero quizá tu voluntad es que todavía no ha llegado la hora. ¿Quién aseguró que iba a ser fácil llegar al Cielo? ¿Quién le va a asegurar a estos novios que va ser fácil llegar al Cielo?
«Todavía no ha llegado la hora»…
Todavía no ha llegado la hora. Tienen que estar dispuestos a pasar por momentos difíciles, por momentos bellísimos, fascinantes, maravillosos, pero también por momentos difíciles…
Pero la meta está ahí, el deseo, la petición y la confianza están ahí. ‘Yo quiero llegar al Cielo’. Pero Jesús puede respondernos: —Todavía no ha llegado mi hora.
Mañana es la Epifanía, y qué bueno ver a esos Reyes que van después de varias semanas de viaje por esos desiertos, por las estepas con frío, calor, lluvia y sol. Van siguiendo una estrella. Pero esa estrella a veces desaparece y dejan de verla.
TENER CLARA LA META
Pero saben cuál es su meta. El niño. Ver al Mesías, al Salvador anunciado por los profetas. Y ellos van venciendo las dificultades.
Por eso nosotros, Señor, también te pedimos que como los Reyes Magos vivamos esa convicción de que ni el desierto, ni las tempestades, ni la tranquilidad del oasis nos impidan llegar a la meta del Belén eterno: La vida definitiva con Dios.
Ayer cené con unos amigos que se casaron el 10 de diciembre pasado. Y curiosamente me mostraron las argollas de matrimonio. Tenía escrito en la parte interna de la argolla: ‘Mi camino al cielo. Un corazoncito y un signo de infinito. Y la fecha del matrimonio.
Pues, Señor, queremos ir al Cielo. Mi camino al Cielo para él es ella y para ella es él.
Vamos a confiar estos deseos en manos de nuestra Madre Santa María y de San José, nuestro Padre y Señor.