EVANGELIO DE SAN JUAN
Este domingo leemos en la misa un texto del comienzo del Evangelio de San Juan, como bien sabemos el cuarto evangelista escribe al final de su vida, nos lo imaginamos así viejito, con la cabeza buena, lógico, haciendo recuerdos, juntando fichas digamos y finalmente con la inspiración del Espíritu Santo se lanza a escribir su maravilloso Evangelio.
Y precisamente al comienzo del texto san Juan nos cuenta su primer encuentro con Cristo:
“En aquel tiempo estaba Juan”
(se refiere al Bautista)
“con dos de sus discípulos: Juan y Andrés y fijándose en Jesús qué pasaba dice:
Este es el Cordero de Dios, los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús”
(Jn 1, 35-38)
¿Cómo pedirle al Señor en nuestra oración? Señor que yo tenga oídos para captar lo que el Espíritu Santo quiere decirme, dame sensibilidad para esas mociones interiores, no permitas que se endurezca mi corazón
ESTE ES EL CORDERO DE DIOS
Porque fíjense esta frase de Juan Bautista: “Este es el Cordero de Dios” y estos discípulos Juan y Andrés oyendo estas palabras siguieron a Jesús.
La verdad que oímos: “Este es el Cordero de Dios” todos los días en la misa antes de comulgar y quizá no nos mueven demasiado, o sea las mismas palabras que fueron el comienzo de una nueva vida para Juan y Andrés, para nosotros pueden significar muy poco.
Por lo mismo tenemos que pedirle al Señor:
Señor dame sensibilidad, abre mi alma, porque si no es así, si mi actitud fuera cerrada, orgullosa, crítica, aunque viera resucitar muertos no creeré, porque es la disposición humana la que permite que Dios, respetando nuestra libertad, nos ilumine, nos mueva.
Por eso que te puedes hacer esta pregunta y me la hago yo también:
¿Cuáles son mis disposiciones para escuchar lo que el Señor me quiere decir?
¿Estoy dispuesto o dispuesta a oír cosas que quizá no me acomodan, no me resultan fáciles de cumplir?
¿Cuál es la actitud en la oración?
Voy solo a pedir o también, ojalá estoy dispuesto a escuchar.
¿QUÉ BUSCAS?
“Este es el Cordero de Dios
Los dos discípulos, oyeron sus palabras y siguieron a Jesús.
Jesús se volvió y al ver que lo seguían les pregunta:
¿Qué buscáis?
Ellos le contestaron: Rabí, -que significa «Maestro»,
¿Dónde vives?
Él les dijo:
-Venid y veréis”.
(Jn 1, 35-39)
¿Qué buscas? una pregunta que el Señor también nos dirige a cada uno, ¿Qué buscas en Mí? ¿Qué buscas en Dios? ¿Qué vamos a buscar cada vez que hacemos oración? cada vez que escuchamos estos audios de 10 minutos con Jesús para Latinoamérica.
¿Qué buscamos? y ojalá que todos pudiéramos decir:
Señor te busco a Ti, no me quiero buscar a mí mismo en Tí, eso puede venir después, o quizá al principio, pero sobre todo lo esencial es buscar a Cristo.
VEN Y VERÁS
Por eso es que el Señor invita a estos dos Juan y Andrés vengan y verán.
Hay que moverse, hay que salir, hay que ir y así podremos ver.
O sea hay una primera disposición de entrega para poder ver, porque si uno está dispuesto a dar ese paso inicial en que Dios lógicamente respeta nuestra libertad, si no estamos dispuestos a dar ese paso inicial de apertura a lo que Dios nos quiera mostrar entonces no veremos.
Dios no violenta nuestra inteligencia, no violenta nuestra voluntad, Dios como vemos aquí, Jesús invita amablemente, tiernamente, de un modo tan sugestivo: vengan y verán, ven y verás.
TODOS TENEMOS VOCACIÓN
Bueno todos tenemos vocación, no hay nadie en el mundo que no tenga vocación, lo cual no relativiza o vanaliza la palabra, ni el concepto teológico de lo que esto significa.
Todo ser humano, tú y yo estamos en el centro del corazón de Dios y Dios ha pensado en nosotros antes de la constitución del mundo dice San Pablo.
Hemos sido elegidos para ser santos antes de la constitución del mundo, antes que el mundo existiera, Dios pensó en ti y en mí y pensó esta clave de amor, nos regaló la vida, nos regaló el tiempo, nos regaló la libertad y estos dones maravillosos de la fe, la esperanza y la caridad para recorrer un camino, el que Dios ha pensado en la eternidad y así ser verdaderamente felices y fecundos.
La vocación no es otra cosa que la plenitud de la propia vida pensada por Dios, ese Dios que nos ama hasta el extremo absoluto.
Entonces frente a la vocación, la primera palabra que uno tendría que decir “tengo vocación” y no me parece que es un concepto equivocado cuando alguien por ahí pueda preguntar en un plan respetuoso, se entiende de la otra persona: ¿No será que tienes vocación? es una pregunta, cómo decir, poco feliz, porque se entiende, pero me refiero a que todos tenemos vocación.
¿CUÁL ES MI CAMINO?
Hay que descubrir ¿Cuál es el plan de Dios? ¿Qué quiere el Señor para mí? ¿Qué ha pensado para mí? ¿Cuál es mi camino? ¿Cuál es mi misión en la vida? y asumir esta invitación de Jesús.
No dejarse dominar por el miedo, porque efectivamente el miedo puede hacerse presente cuando tenemos que tomar una decisión que supone un cambio importante en nuestra vida.
Y quizá no sabemos muy bien cómo podremos enfrentar o afrontar los obstáculos que se van a presentar en el camino y por lo tanto, al final nos puede venir el miedo al fracaso, miedo a fracasar y por eso me quedo donde estoy.
Entonces se retrasan las decisiones que se intuyen como verdaderas, o nos ponemos más atentos a las dificultades que suponga ese seguimiento, esa vocación, esa entrega, en vez de poner la atención y la mirada sobre las alegrías que vamos a encontrar.
DIOS NO SE DEJA GANAR EN GENEROSIDAD
Dios nunca nos quita nada valioso, si nos pide algo es para darnos mucho más. Y lo decimos todos los que hemos entregado nuestra vida a Dios, con el paso de los años se ve cada vez con mayor claridad, esto Señor, me pediste el corazón entero, en el caso del celibato, soy sacerdote y me das incomparablemente más de lo que yo te di.
No te puedo ganar en generosidad, entonces el miedo hay que superarlo, porque sino, nos quedamos paralizados, con el afán de controlarlo todo, de que todo esté bajo un régimen de seguridad.
VALE LA PENA
Hay que arriesgar, o sea toda aventura que valga la pena en la vida, conlleva una cierta dosis de riesgo, en cambio, tener todo bajo control, al final la vida se achica, el horizonte amplísimo de la vida se empequeñece, al final nos quedamos con muy pocos frutos.
Dejemos al Señor entrar en nuestra vida, abrámonos a las luces que el Espíritu Santo nos quiera comunicar y confiados en la asistencia continua del amor de Dios emprendamos el camino de nuestra vocación, así sabremos que siempre el Señor nos acompaña, lo tendremos siempre a nuestro lado y además el cariño, la ternura, la mirada atenta de Santa María.
Muchas gracias, P. Daniel, porque permitió que Espíritu Santo puso Sus Palabras para explicar tan claramente, que el Señor nos creó con una VOCACIÓN, una misión, que nos hará felices si la realizamos confiando en que Él siempre estará a nuestro lado.?
Muchas gracias, P. Daniel, porque permitió que Espíritu Santo puso Sus Palabras para explicar tan claramente, que el Señor nos creó con una VOCACIÓN, una misión, que nos hará felices si la realizamos confiando en que Él siempre estará a nuestro lado.?