Hemos llegado al gran día de la Navidad y hoy junto al pesebre, Señor, vamos a meditar tu nacimiento.
La palabra “pesebre” significa el lugar donde comen los animales.
Y a veces al pensar en esto, me pongo a pensar que muchas veces cuando yo recibo la Eucaristía lo hago casi sin darme cuenta, cómo que no percibo a quien estoy recibiendo.
Casi como si fuera un animal y no sé si tú Señor, previste el nacer en un pesebre pensando en tantas personas que te recibiríamos a veces así, casi como irracionales, sin darnos cuenta de la maravilla que es tenerte en Eucaristía, Señor.
Además también naciste en Belén, de hecho muchas personas al nacimiento o al pesebre les llaman Belén y significa la “casa del Pan”.
Quisiste tú mi Dios, nacer en la casa del Pan, Tú que eres el Pan de Vida; desde tu mismo nacimiento quisiste tener esta indicación que nos querías dar:
“Yo soy el Pan de Vida”.
(Jn 6, 35)
DIOS CON NOSOTROS
Señor, en esta Navidad, fundamentalmente, me parece que viviremos bien la Navidad, si te sabemos recibir con plena conciencia de que eres Dios con nosotros.
Que eres el Emmanuel que has venido para salvarnos, para darnos vida, que has venido para enseñarnos la verdad, para enseñarnos el camino, para enseñarnos a ser felices.
No viviríamos bien la Navidad si no te recibimos hoy en la Santa Misa.
La iglesia tiene previsto en el Ecuador, solamente dos días de precepto: 25 de diciembre y el primero de enero, porque ha establecido la Iglesia que hay que ir a misa el 25 de diciembre, porque sería absurdo pienso yo, que el día del nacimiento del Señor no le dejemos nacer en nuestro corazón.
Fundamentalmente Jesús nace en nuestro corazón cuando le recibimos en la Eucaristía.
RECIBIRTE EN MI CORAZÓN
Y seguramente estas dos cosas que hemos meditado al principio, son como una invitación para que todos los cristianos acudan siempre a recibirte Señor, en este sagrado banquete.
Otro aspecto que quería comentar y que quería meditar en este rato de oración, es la sencillez, la que nos enseñas Tú, en Belén, la sencillez que nos enseña la Sagrada Familia en todos los acontecimientos que sucedieron en tu nacimiento.
Es muy llamativo ver como, ya lo tenían todo preparado en Nazaret y Dios dispone que tiene que trasladarse la Sagrada Familia al censo, porque José tenía que acudir a censarse, en el lugar donde provenía su familia, que era en Belén.
Y todos sus planes y todo lo que tenían preparado, se tiene que quedar ahí en Nazaret y presurosos van a Belén donde le llega la hora a Nuestra Madre y no hay nadie que le sepa recibir.
Por lo tanto tienen que ir a un pesebre, a una cueva, al lugar de los animales, pero lo más bonito es que dentro de todo este sufrimiento podríamos decir, la Sagrada Familia todo lo recibe con sencillez, no se complican.
San Josemaría les llamaba: “San José, el hombre de los hombros encogidos”, como diciendo bueno ya está, no hubo lugar en la posada, pues bueno pues un pesebre.
¡Qué hermosa sería nuestra vida! sí aprendiéramos de José y de María aceptar las circunstancias adversas de la vida y aceptarlas con alegría.
LA VIDA DE LA SAGRADA FAMILIA LLENA DE HUMILDAD
¿Por qué es tan hermosa la vida de San José de la Virgen María?
Porque es una vida llena de humildad y la humildad es el centro, el núcleo del amor.
Sólo quien se sabe olvidar de sí mismo, quien se sabe dar, esa persona sabe amar y así eran José y María, personas que no pensaban en sí mismos y por lo tanto eran des complicados y al ser des complicados eran felices, todo lo recibían con gratitud.
Hasta el pesebre, hasta esa gruta, la Virgen habrá dicho: “gracias Señor por haberme dado esta gruta donde puedan hacer mi niño”:
¡Qué líos! nos hacemos nosotros a veces, cuando los medios económicos escasean, cuando las cosas se nos ponen difíciles, vienen las depresiones, las peleas, las divisiones familiares; si aprendieramos a ser más sencillos, más humildes, más agradecidos con Dios, no tomaríamos las cosas a la tremenda, sino que sabríamos de aceptar la voluntad de Dios con serenidad, con paz, con alegría.
¡IMITEMOSLES SIEMPRE!
¡Qué hermosa puede ser nuestra vida Señor! si seguimos esas huellas de tu Madre y de San José.
Tú Señor, tú más que nadie, eres ejemplo de entrega, Tú que eres Dios eterno, te haces Hombre, te despojas de tu condición divina, y vienes acá para estar con nosotros.
Tú sí que eres humilde, Señor tú te olvidas totalmente de Ti, por pensar solamente en nosotros.
Cuánto te agradezco Señor estas enseñanzas que nos das en la Navidad, de seguro que si nosotros, los cristianos del siglo XXI, aprendiéramos de estas enseñanzas nuestra vida puede ser totalmente feliz, ya, ahora, independientemente de las circunstancias.
Porque el que sabe tomar su cruz como nos dijiste cuando ya eras grande:
“el que quiera venir en pos de mí, tome su cruz de cada día y sígame”.
(Mt 16,24)
Y eso Señor es lo que nosotros queremos aprender en esta Navidad, a cargar la cruz en las cosas ordinarias, en lo que venga, en no hacernos líos, en saber aceptar las cosas con sencillez.
En saber aceptar por ejemplo, también el carácter de las personas con las que convivimos, que a veces no puede ser de nuestro agrado y esas aristas de las personas que tratamos, también nos pueden ayudar a nosotros a pulir nuestro carácter.
Vamos a pedirle al Señor en esta Navidad, que aprendamos a vivir siempre en paz.
Muchas veces estas palabras paz y alegría, aparecen en la Navidad pero sería triste que queden en palabras huecas y se quedaría en palabras huecas si no las reforzamos con la compañía del Señor.
CON JESÚS SIEMPRE PAZ Y ALEGRÍA
Si queremos vivir en paz y en alegría, necesitamos de Ti, Señor, necesitamos de ti Jesús.
Solamente estando cerca de Ti es cuando podemos comprender y aceptar todo lo que nos pasa, como cosas venidas de tu mano, inclusive hasta la muerte de un ser querido, la podemos aceptar como la aceptaba San Josemaría diciendo:
“Hágase cúmplase, sea alabada y eternamente ensalzada la Santísima voluntad de Dios sobre todo las cosas, Amén, Amén”.
Nosotros queremos aceptar Tu voluntad Señor, ahora metidos en el Belén queremos vivir la sencillez y te queremos decir que te vamos a recibir hoy en la Santa Eucaristía y si ya lo hemos hecho, si ya lo hemos recibido, te damos gracias Señor por tu presencia eucarística, por estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo.
¡Gracias Jesús! por haberte hecho hombre, gracias Señor por haberte hecho Eucaristía.
«Feliz Navidad» es una palabra que hemos repetido mucho estos días, Navidad, natividad, quiero Jesús que nazcas en mi corazón, te abro las puertas de mi alma para que estés a gusto conmigo.
Madre mía ayúdame te pido, a saber recibir a Jesús como tu le recibiste.