“Creo firmemente que estás aquí, Tú, Jesús, san José, la Virgen.” A ellos también nos hemos dirigido, a nuestro Ángel Custodio, creemos que están cerca, que nos acompañan, qué nos ayudan.
Y en este rato de oración vamos a leer una frase del Evangelio:
«Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Conviértanse porque ya está cerca el Reino de los Cielos.»» (Mt 4, 17)
Este pasaje es importante, tanto que Juan Pablo II quiso que fuera uno de los misterios luminosos, un misterio del Rosario que se reza al menos una vez a la semana.
ANUNCIO DEL REINO DE DIOS
Misterio del Rosario para meditar el anuncio del Reino, invitando a la conversión, ¿qué es lo que Jesús anuncia?: “El Reino”.
Y por eso, es necesario convertirse. “Conviértanse porque ya está cerca el Reino de Dios.
Hace algunos días leíamos el pasaje de “el vino nuevo y los odres nuevos”. Y vino nuevo, pide odres nuevos.
Hay una nueva realidad, que requiere algo distinto. El Reino de los Cielos requiere una conversión.
“Pues Jesús, yo te pido que me ayudes a convertirme, a cambiar en lo que tenga que cambiar para recibir el Reino de Dios como debe ser. Porque el Reino de Dios ya está entre nosotros. –Dices, Señor, en otro lugar-.”
Me acordaba de una anécdota. Una anécdota con un suceso extraordinario, (¿sobrenatural?), que pasó hace menos de un mes, o sea, está fresca todavía, y me la contó un amigo:
-Que, en estos días de Navidad, fue a cenar con unos parientes suyos, que viven en un fraccionamiento, de estos fraccionamientos muy exclusivos, que para entrar te piden casi hasta la boleta de calificaciones de la primaria…
Te piden identificación, miran la placa del carro, te hacen algunas preguntas, llaman a la casa a la que vas a ir a cenar…
Y ya que estaba terminando el protocolo de acceso, preguntó el vigilante a mi amigo:
-¿Entonces son dos, verdad?
Mi amigo dijo; -No, no, vengo yo solo. ¿Cómo que dos?
El guardia dice: -No, vienen dos.
No vengo yo solo, -dice mi amigo.
Pues es que aquí en la fotografía que tomó la cámara, aparece que viene otra persona, que viene con una mujer.
UNA MUJER
Mi amigo volteó a ver a la derecha y dijo: -No, aquí vengo yo solo. ¿Cómo que con una mujer?
-Sí, sí, aquí está en la fotografía.
Y se lo comenta al otro vigilante: – ¿Verdad pareja que aquí hay una mujer en la fotografía?
El compañero dice: – Sí, sí, aquí hay una mujer en la fotografía, ¡Mire, joven!
Y mi amigo se empezó a asustar, y miró la fotografía como que de reojo nada más, para no alterar su psique, para no perturbar su mente. Pero de reojo sí vio que en la foto venía con una mujer.
Entonces mi amigo como que le dijo: – ah, sí, sí, bueno, pero yo vengo solo, ya déjame pasar, y ya.
Y lo dejaron pasar.
¿Cómo ves está anécdota? ¿Quién era esa mujer? –Pues, podríamos pensar que algún pariente cercano que había fallecido recientemente, o algo así…
Pero hay un dato que no te he dicho, y que es muy importante: Y es que mi amigo venía rezando el Rosario.
Así, que para mí es fácil pensar que esa mujer era la Virgen María, con la que venía conversando.
Termina rezando el Rosario, y cuando rezamos, nos dirigimos a alguien.
Al comenzar este rato de oración, nos dijimos a Dios, yo estoy ahora en un oratorio, tengo el Sagrario frente a mí, y ahí está Jesús en el Sagrario.
Hemos comenzado esta oración, y yo mirando el Sagrario dije: “-Creo que estás aquí, que me ves, que me oyes, Dios, Jesús, estás vivo, estás aquí, me ves, me oyes, san José mi padre y señor, madre inmaculada, ángel de mi guarda.”
Ellos me escuchan cuando hablo con ellos, y están cerca de mí.
NO LOS VEO, PERO ESTÁN CERCA
No los veo, pero están cerca de mí, “Tú, Señor, nos dices en el evangelio que nos convirtamos, porque el Reino de Dios está cerca.”
¿Qué es el Reino de Dios? Pues el Reino de Dios eres Tú, el Reino de Dios es donde Dios reina, dónde se hace la voluntad de Dios. “Tú, Jesús, eres el Hijo que obedece al Padre.”
El Hijo, que está completamente ungido por el Espíritu Santo, que se mueve movido por el Espíritu Santo.
Y vienes aquí a la tierra, a iluminar, a redimirnos con tu Sangre en la Cruz.
Y Tú, siempre actúas perfectamente en sintonía con Dios. Tú eres Dios, y en tu humanidad reflejas el modo de actuar de Dios, -al modo humano-. Modo de actuar de Dios, pero como hombre.
“O sea, que te podemos imitar, porque Tú nos das el Espíritu Santo que habita en nuestro interior, y nos identifica Contigo.” ¡Ese es el Reino de Dios!
Realmente somos familiares de Dios, convivimos con Él, platicamos con Él, estamos haciendo un rato de oración, estamos platicando con Dios. Realmente Dios está vivo, Dios está cerca.
La Virgen María, que subió al Cielo con su cuerpo; nos mira, nos acompaña, también de un modo sobrenatural.
Porque ella está tan llena de Dios, que puede estar presente en tantas partes y puede escucharnos a todos los que le hablamos, sin tener que decir: -Espérame tantito, que me está hablando otra persona…
Ella tiene una capacidad que está transformada, que está de algún modo divinizada.
FENÓMENO PRETERNATURAL
Te quería comentar: este fenómeno que le pasó a mi amigo, ¿Qué fue? Pues fue un fenómeno extraordinario, sobrenatural, ¿O cómo lo podemos llamar?
Es que hace poco, lo leí en un libro. Como el autor clasificaba este tipo de fenómenos, como: o sobrenaturales, o preternaturales.
-Un fenómeno sobrenatural, es un milagro hecho directamente por Dios.
-Un fenómeno Místico, que viene de Dios directamente.
Y un fenómeno preternatural, -dice este autor-, que es un fenómeno místico, como: el don de profecía, visiones, estigmatización, otros tipos de fenómenos angélicos, fenómenos demoníacos, fenómenos espectrales o fenómenos parapsicológicos.
Aquello que le pasó a mi amigo es algo más, como un “fenómeno preternatural”. Bueno, no le pasó a él, le pasó al policía, pero mi amigo es el que venía hablando con María, con nuestra madre, con la Virgen.
El punto es que, al hablar de estos fenómenos sobrenaturales y preternaturales, antes de hacer esta gran división, el hace una división todavía más original, dice: -Hay fenómenos ordinarios y extraordinarios.
Y los ordinarios ¿Cuáles son? Los de las leyes de la física, de la biología, y el modo como el mundo se comporta, como se mueve.
Y ese modo como el mundo se mueve, pues también nos habla de Dios. En este evangelio que leemos el día de hoy, empieza la predicación de Jesús, su vida pública en la que Jesús hace tantos Milagros.
LOS MILAGROS MUEVEN A LA FE
Milagros que mueven a la fe, que demuestran que efectivamente hay una realidad nueva, que hay alguien aquí entre nosotros que tiene todo el poder, ¡Que viene a transformar el mundo!
Y para eso necesitamos convertirnos, necesitamos cambiar, para recibir este Reino de Dios como debe ser.
Y tenemos además de los milagros y además de las cosas extraordinarias que suceden de vez en cuando, que nos ayudan a creer, también están todos los fenómenos naturales, toda la belleza de la creación, toda la belleza del mundo, de relaciones humanas, que nos hablan de Dios.
Que nos hablan de cómo Dios puede estar presente, y como Dios nos habla también en su perfección, a través de las cosas creadas.
Por eso le pedimos a la Virgen que está cerca, que está muy cerca de nosotros cuando nos dijimos a ella, que también -cómo a este amigo que rezaba el Rosario-que nos acompañe.
Que nos demos cuenta que está muy cerca de nosotros, que nos ayude a creer como ella creyó en Dios.
Que nos ayude a abrirnos a la gracia de Dios, al Reino de Dios que ya viene, y que está entre nosotros.