PONÍAN SU SEGURIDAD EN LOS PRECEPTOS
Muchos de los choques tuyos Señor con los fariseos, que finalmente condujeron a tu condenación y muerte, comenzaron porque a veces los fariseos se sentían amenazados, o sentían que se caía la seguridad que ellos ponían en los preceptos y en la ley cuando te veían actuar.
Cuando, por ejemplo, como sale en el Evangelio de la misa de hoy curabas en dia sábado, o tus discípulos no se lavaban las manos antes de comer o, si agarraban unas espigas, eso los alteraba mucho.
Porque seguramente tenían puesta toda su seguridad en que cumpliendo esos preceptos se salvaban y era como un verdadero desafío lo que hacía Nicodemo, por ejemplo, de acercarse a Vos y dejarse interpelar por tu doctrina.
QUEDÓ CURADA
Y volviendo un poco al Evangelio de hoy, vemos que en la sinagoga estás Vos Señor, llega aquella mujer que llevaba dieciocho años enferma a causa de un espíritu: andaba encorvada y no se podía enderezar.
Y Vos Señor, le impusiste las manos y, en seguida, se quedó derecha. Ella glorificaba a Dios pero el jefe de la sinagoga, indignado de que hubieras curado en sábado, le decía a la gente: se ve que no se animaba a reprocharte algo después de haber sido testigo de ese milagro.
«Seis días tienen para trabajar, vengan esos días a que los curen y no los sábados»
(Lc 13, 14).
DIOS ES MISERICORDIOSO
Y cada uno podrá pensar: pues la verdad, Jesús tenías seis días, porque justo el sábado no.
Podrías haberla curado el día antes, el día después. Quizá Vos Señor, lo hacías por una parte, porque tenían que convertirse también los fariseos y aprender que no eran los preceptos, como la misericordia de Dios, de dónde vendría la verdadera salvación.
Pero seguramente, aunque había estado dieciocho años con su enfermedad, te compadecías de esta mujer y no querías que siga sufriendo ni un día más. Ya está, dieciocho años estuvo encorvada la pobre, no vamos a esperar al domingo…
Aparte, quizás el Señor se iba a otra ciudad, no sé si se daría otra oportunidad de que ella fuera curada.
Aunque hubiera otra oportunidad podemos pensar que Vos, Jesús, no querías que continuara en esa situación.
DIOS TIENE COMPASIÓN DE NOSOTROS
Y pensaba quizá en nosotros, cuando en ocasiones, podemos sentir que estamos como torcidos, como inclinados hacia abajo, que nos cuesta mirar al Cielo, rezar…
Ya sea por nuestros pecados, ya sea por situaciones que no terminamos de superar, por algo que hemos hecho mal, en un estado de ánimo incluso que nos tiene así como bajoneados…
DIOS TIENE RESERVADA ESA GRACIA ACTUAL
Y en esos casos, seguramente nos miras con mucha compasión y tenés preparada una gracia para levantarnos, de hecho, esas que la Iglesia distingue y que les da un nombre, esas gracias actuales, una gracia para la conversión.
Dice el punto 1432 del Catecismo:
«El corazón del hombre es torpe y ennegrecido. Es preciso que Dios deje al hombre un corazón nuevo.
La conversión es primeramente una obra de la gracia de Dios que hace volver en nuestros corazones.
Conviértenos Señor y nos convertiremos».
COMENZAR Y RECOMENZAR
Dios es quien da la fuerza para comenzar de nuevo. Y qué importante es esto en la vida de todos los cristianos,en la vida de todos los que queremos seguirte Señor.
No sólo alguien que quizá está muy lejos, sino también quienes procuramos, día a día, escuchar tu voz y seguir tus mandatos.
PODEMOS CAER, PERO DEBEMOS LEVANTARNOS
Porque el justo cae siete veces y cada vez que caemos, que nos alejamos, tenemos esa oportunidad de aprovechar una nueva gracia para levantarnos.
Podría estar también la tentación de retrasar ese volver a empezar, volver a levantarnos, de quedarnos todavía un poco caídos.
NO PERMANECER CAÍDO
Esto me recuerda una frase que tiene su origen en el Papa Francisco: no permanecer caído. Y la frase entera del Papa es:
«En el arte de ascender, lo importante no es no caer, sino no permanecer caído».
Esa frase del Papa inspiró al título de un libro, que se llama así: “No permanecer caído”.
El autor cuenta la historia de los espartanos, un equipo de rugby, que se creó en la cárcel con la idea de cambiarle la vida a muchas personas a través del deporte, de la espiritualidad, de la educación y del trabajo. Personas que se encontraban un poco en el pozo, en la cárcel, en una situación muy difícil.
Y cuenta esto, los espartanos son un grupo que en la cárcel, algo que ya se ha ido repitiendo en muchas cárceles, al menos acá en Argentina, donde los presos rezan el rosario, ven la vida con esperanza y con ganas de levantarse, por los tropiezos que han tenido, de situaciones muy duras.
DECISIÓN DE CONVERSIÓN
Y podemos tener nosotros la tentación de permanecer caídos. Porque me da vergüenza volver otra vez a presentarme delante de Dios con los mismos fallos, porque necesito una decisión fuerte, que quizá todavía no tengo de conversión, de cortar todo lo que me separa de Dios.
Como le pasaba a San Agustín, que parecía que las pasiones le tiraban de la ropa, cuando él ya había visto esa verdad que él tanto buscaba, cuando conocía el camino y necesitaba como esa decisión.
Quizá por el esfuerzo que implica y no sé, como más cómodo quedarnos en la situación actual.
TU MANO TENDIDA
Pero qué bueno que en estas ocasiones, Señor, levantemos la mirada, que no nos miremos tanto a nosotros mismos, mi falta de fuerzas, lo que me atrae al mal, la vergüenza.
Sino mirarte a Vos y mirar esa gracia actual: la gracia de la conversión. Esa mano tendida que nos ofreces cada vez que caemos, para volver a empezar rápido,
Si Vos tenias, Señor, esa prisa para que esta mujer fuera ya curada, seguramente la tendrás también conmigo. Y quedarse tirado no es bueno, quedarse caído no es bueno.
NO AL PESIMISMO, AL DESÁNIMO O LA TRISTEZA
Un abismo llama a otro abismo. Si dejamos llevarnos por la tristeza, por el pesimismo, el desánimo, de ahí no sale nada bueno. Hay que levantarse y buscar esas gracias actuales que Vos, Señor, nos ofreces ¡cuanto antes!
EXPERIMENTEMOS LA MISERICORDIA
Y cuando las aprovechamos, quizá estamos mejor todavía que antes de caer, si experimentamos tu misericordia, tu bondad y tu poder .
EXPERIMENTEMOS LA CONFIANZA
Y al final para nuestra santidad dependemos Señor de Vos. Quizá en esto también necesitamos, como le pasó a Nicodemo, que tenía esa confianza por encima de lo que había sido para él y sus seguridades. Confiar en Jesús, en Jesús Nazareno, confiar en este rabí, en este profeta nuevo que venía.
CADA VEZ QUE CAIGA, QUIERO REGRESAR A TU LADO
Que nosotros, aunque nos sintamos que yo no puedo, que hagamos ese acto de confianza en la gracia. Y para eso vamos a acudir también a María, que Ella seguramente tiene mucho que ver con todas esas veces que, una vez más, nos levantamos para ponernos otra vez Señor a tu lado y dejarnos ayudar por tu gracia.