Nació entre el año 5 y el año 10 en la ciudad de Tarso, en la región de Cilicia, la actual Turquía en la costa sur del Asia Menor. La ciudad de Tarso tenía concedida la ciudadanía romana por nacimiento (Hch 22:22-29).
Así que era ciudadano romano, aunque era hijo de hebreos y descendiente de la tribu de Benjamín. Siendo adolescente fue enviado a Jerusalén, donde estudió con el famoso rabino Gamaliel (Hch 22, 3).
Tuvo una educación mucho mejor que la que recibieron los pescadores de Galilea que fueron los primeros apóstoles de Cristo.
SAN PABLO
Aunque todo hay que decirlo, Saulo de Tarso fue perseguidor de los cristianos por la influencia de los fariseos. Es más, participó y aprobó la ejecución de san Esteban, el primer mártir de la Iglesia de aquel entonces.
Por eso san Pablo se consideraba a sí mismo como un abortivo.
“Soy el menor de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, ya que perseguí a la Iglesia de Dios”
escribió en una de sus cartas…
«Pero por la gracia de Dios soy lo que soy y la gracia que se me dio no resultó inútil; al contrario, he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo”
(1Cor 15,8-10).
Hoy celebramos eso: la conversión de Saulo de Tarso en san Pablo apóstol.
San Pablo es apóstol. Porque Tú Jesús, escribes recto con renglones torcidos; San Pablo estaba torcido…, pero enderezó el camino gracias a Ti.
Yo estoy torcido…, ¡ayúdame a enderezar lo que haga falta!
Apóstol significa enviado. Y es muy sugerente que el Evangelio de hoy sea una de las últimas escenas que nos transmite san Marcos.
Jesús dijo:
”Vayan al mundo entero y prediquen el Evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado se salvará; pero el que no crea se condenará.
A los que crean acompañarán estos milagros: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán lenguas nuevas, agarrarán serpientes con las manos y, si bebieran algún veneno, no les dañará; impondrán las manos sobre los enfermos y quedarán curados”.
No deja de ser una descripción de los milagros que acompañaron la predicación de san Pablo, pero yo me quería fijar en las palabras que siguen:
“El Señor Jesús, después de hablarles, se elevó al Cielo y está sentado a la derecha de Dios”
(Mc 16, 15-19).
NO TENGO OTROS PLANES
Justo eso es lo que comentó el cardenal Roger Etchegaray con ocasión del gran jubileo del año 2000 en una fecha como hoy, la Conversión del apóstol san Pablo en la Basílica de San Pablo Extramuros.
“En la homilía recordó una leyenda que le había contado un monje ortodoxo. El relato dice que «cuando Cristo, después de Pascua, estaba subiendo al Cielo, dirigió la mirada hacia la tierra y la vio inmersa en la oscuridad, salvo algunas lucecitas que brillaban en la ciudad de Jerusalén.
Durante la Ascensión, se cruzó con el arcángel Gabriel, que solía realizar las misiones a la tierra, el cual preguntó al Señor: “¿Qué son esas lucecitas?”
Cristo le respondió: “Son los apóstoles reunidos en torno a mi Madre; y mi plan es, apenas haya llegado al Cielo, enviarles el Espíritu Santo, para que esas llamitas se transformen en un gran fuego que encienda de amor la tierra entera”.
Gabriel se atrevió a replicar: “Y ¿qué harás si el plan falla?” Después de unos instantes de silencio, el Señor respondió: “No tengo otros planes”».«
(Pascua 2022, con Él, Carlos García del Barrio).
Allí lo tienes. Estos son los planes de Dios. No tiene otros planes. Tampoco los tiene ahora…
Los primeros cristianos “no lo defraudaron”. Pues nosotros tampoco deberíamos…
Alguno podría argumentar: “pero san Pablo estaba fuera de esos planes”. Yo creo que no.
La conversión de San Pablo es parte de esa respuesta de los apóstoles y los primeros cristianos, porque sin la respuesta de los apóstoles no habría existido la primitiva comunidad cristiana; sin la primitiva comunidad cristiana no habría existido San Esteban.
Y sin la respuesta generosa de san Esteban (hasta el martirio) no habría existido la conversión de San Pablo.
LOS PLANES DE DIOS CUENTAN CON NOSOTROS
San Agustín decía:
“Si Esteban no hubiera orado, la Iglesia no habría tenido a Pablo”.
Estos son los planes de Dios. Y se nota que son los planes de Dios por la desproporción que existe entre los medios con que cuenta y los resultados obtenidos. Se ve que Él tiene que intervenir.
Pero es que a Ti Señor, te basta la pequeña respuesta del hombre para derramar copiosamente tu gracia. Con ella vienen los cambios, las conversiones, las transformaciones.
Estos son los planes de Dios.
¡Qué sepa seguir tus planes Señor! ¡Qué puedas contar conmigo!
Jesús tenía en sus planes contar con san Pablo. Hoy celebramos su conversión. Pero ese no es el punto de llegada, sino el punto de partida, donde empieza todo, porque a Pablo también lo envió.
Pablo es apóstol, que significa enviado. ¿Enviado a qué? A transmitir el mensaje de Jesús; a darlo a conocer por los cuatro vientos; a cruzar fronteras y mares; a sortear obstáculos; a entregar su vida.
Eso fue lo que hizo de Saulo de Tarso un san Pablo.
Dios no tiene otros planes. Hoy quiere contar contigo y conmigo para transmitir ese mismo mensaje. “No tengo otros planes” nos dice. Y agrega: “cuento contigo para sacarlos adelante”.
Hace poco leía el siguiente relato:
“El gobernador de una lejana provincia del imperio espera un mensaje trascendental de su señor. Nunca ha estado en presencia de su soberano y es la primera misiva que recibe.
Desde que ha llegado el anuncio, solo vive para la llegada de esta embajada; es el acontecimiento de su vida.
Por su parte, el emperador pone todos los medios para que llegue a su destino este mensaje vital para la suerte del imperio.
Por esto llama a un emisario que, de rodillas, junto al lecho en el que yace el rey enfermo, recibe la misiva que debe comunicar.
Es tan importante que se la hace repetir una y otra vez. Así, después de confirmar su exactitud, lo despide hacia esas apartadas tierras del imperio.
Pero en el castillo del emperador hay tantos escombros ocasionados por la guerra y tanta gente que camina de acá para allá y tanto bullicio, que el mensajero no acaba de encontrar la salida de la fortaleza.
Y con el paso de los días, el enviado, perdido en otras cosas, llega a olvidar el contenido de tan importante mensaje.
En los límites del imperio, un gobernador quedará esperando inútilmente las órdenes para realizar la misión más trascendente de su vida.
Así termina el relato de un autor checo, que no… [es que sea famoso por su optimismo].
Pero nosotros podemos imaginar que el emisario es un hombre diligente y responsable y que, después de grandes esfuerzos y de poner toda su inteligencia en el asunto, logra salir del castillo y, tras duras jornadas, llega hasta los confines del imperio y entrega al gobernador el mensaje vital.
Aquellos alejados pueblos permanecerán fieles a su señor gracias a la inteligencia, al interés y a la fortaleza del emisario del emperador«
(El día que cambié mi vida, Francisco Fernandez-Carvajal).
San Pablo supo transmitir el mensaje de Jesús con su vida. Y lo hizo uno a uno, persona a persona, día a día…y así extendió tu Reino, Señor.
Acudamos a la Reina de los apóstoles para que nos ayude a nosotros a hacer lo mismo.