PUEDE HABER UNA ORACIÓN DESESPERADA
hace ya algunos meses, una señora me contó la siguiente anécdota: ”Padre, mire, imagínese que estaba en tal clínica y pasé por un patio interno de la clínica, un jardincito y me tocó vivir una escena bochornosa.
Porque en ese jardín había una señora llorando y tirando tierra a una imagen de la Virgen, que había en ese jardín, yo no sabia que hacer, sabía que muy cerca estaba la capilla, y lo que hice fue ir donde el sacerdote.
—Padre mire, es que allí hay una señora que está tirando tierra a la imagen de la Virgen. Entonces el buen sacerdote sabio, se fue con la señora y le dijo:
—Déjala porque seguramente esa mujer está rezando, y esa es una forma de rezar. Tú no sabes qué le pasó, tú sabes si ha muerto su esposo y ha dejado huérfanos a tres hijos o si ha perdido un hijo… No sabes qué ha pasado y ella está haciendo eso, porque es la reacción que tiene su corazón, y lo está haciendo con su madre. Y Santa María entiende y comprende esa oración desesperada.
APRENDAMOS A HACER ORACIÓN
Una oración desesperada, como se titula esta meditación, este rato de oración, vamos cada uno de nosotros a meternos en camino de oración, porque estos audios no son un podcast, esto es para hacer oración y para aprender a hacer oración.
LIBRO DE TOBÍAS
O sea, Padre,
¿Existe la oración desesperada?
Pues vamos a ver. Te voy a contar otra historia, pero esta vez la de la Primera Lectura de la Misa de hoy, que es del libro de Tobías:
«En aquellos días, con el alma llena de tristeza, entre gemidos y sollozos, recité esta plegaria: —Eres justo, Señor, y justas son tus obras. Siempre actúas con misericordia y fidelidad. Tú eres el juez del universo. Acuérdate, Señor, de mí y mírame»
(Tb 3, 1-3a).
Esta es la oración de Tobías, es una oración de un hombre que está desesperado, pero sabes, ¿qué es lo que pide en su oración?
Mira lo que viene a continuación, voy a leer toda la lectura, sino los apartes en donde se sintetiza su oración, dice lo siguiente:
«No me castigues por los pecados y errores. Reconozco la justicia de tus juicios.
Haz conmigo lo que quieras, manda que me arrebaten la vida, que desaparezca de la faz de la tierra a la tierra vuelva de nuevo.
Manda que me libre Señor de tanta aflicción, déjame partir a la morada eterna.
Señor, no me retires tu rostro.
Mejor es morir que vivir en tal miseria y escuchar tantos ultrajes»
(Libro de Tobías 3, 3b. 6)
¿Qué pide Tobías? ¡Pide morir! Nada más y nada menos. Es una oración, se dirige a Dios: «Quítame la vida, arrebátame la vida, déjame morir, manda a qué me arrebaten la vida, que desaparezca de la faz de la tierra».
Vaya oración desesperada. Pero la historia sigue;
«Sucedió aquel mismo día, que Sarah, hija de Ragüel, el de Ecbátana de Media, fue injuriada por una de los criados de su padre, porque había tenido siete maridos, pero el malvado demonio Asmodeo, los había matado antes de consumar el matrimonio, según costumbre.
La criada le dijo: —¡Eres tú la que matas a tus maridos! Ya te has casado siete veces, y no llevas el nombre de ninguno de ellos.
¿Por qué nos castigas por su muerte? ¡Vete con ellos y que nunca veamos hijo ni hija tuyos!»
(Tb 3, 7-9).
Imagínate, que insulto el que recibe esta mujer.
Y, ¿qué hace? Se va a rezar, se va ha hacer oración… Y, ¿qué pide?
“Llena de tristeza, subió llorando al piso superior de la casa con el propósito de ahorcarse, pero, pensándolo mejor, se dijo: —En vez de ahorcarme, pediré la muerte al Señor para no tener que oír más reproches en mi vida.
Entonces extendió las manos hacia la ventana y oró»
(Tb 3, 10-11a).
DESENLACE PROVIDENCIAL
¿Qué pasó? A mí me gustaría dejar ahí la historia ahí en punta, para que tú leyeras esos capítulos del libro de Tobías, que aparece en el capítulo 3, toda esa historia, pero te tengo que contar la historia.
El desenlace es fantástico, es providencial, podríamos llamarlo fantástico, pero prefiero llamarlo providencial.
Y por contraste por lo menos a mi me parece es muy breve como lo describe la Sagrada Escritura, debería haberse extendido más en detalles porque el desarrollo es fantástico, pero fíjate cómo termina de contar la historia:
«En aquel instante la oración de ambos fue escuchada delante de la Gloria de Dios.
El cual envió al ángel Rafael para curarlos: a Tobit para que desaparecieran las manchas blanquecinas de sus ojos y pudiera contemplar la luz de Dios; y a Sarah hija de Ragüel, para darla en matrimonio a Tobías, hijo de Tobit, librándola del malvado demonio Asmodeo»
(Tb 3, 16-17).
Ahí termina la historia, el desenlace perfecto. Conclusión maravillosa, termina bien la novela.
SEÑOR, TÚ NOS CONCEDES LO QUE NOS CONVIENE
Jesús, ahora que estamos haciendo oración contigo. Tú sabes que quiere el corazón humano. Tú identificas nuestra plegaria en donde estemos, nuestra oración en donde estemos.
Una oración que muchas veces puede ser desesperada, una oración desesperada, y siempre el Señor nos acoge con su misericordia, siempre nos concede lo que no podemos esperar por nuestros méritos.
Siempre nos concede lo que mejor nos conviene, así nosotros no lo entendamos, así estemos deseando la mismísima muerte.
Bueno Señor de hecho, la merecemos por nuestras faltas y pecados, mil veces mereceríamos morir, por haberte ofendido, por haberte faltado.
HISTORIAS QUE NOS AYUDAN A HACER ORACIÓN
A mí me parece buena esa manera de rezar:
«Haz conmigo lo que quieras».
Pero lo que podemos aprender de esta historia, es que Dios puede socorrernos por caminos insospechados. Dios permite otros caminos alternativos a la muerte.
EN LA SALUD Y EN LA ENFERMEDAD
Te voy a contar otra historia, es que tanto nos ayudan las historias hacer oración…
Conocí una vez una pareja y les pregunté si querían hablar conmigo… —Sí padre, queremos hablar con usted. Pues ella, ayudó a levantar al señor, y le pasó unos bastones canadienses, y él empezó a desplazarse despacio, casi deslizando los pies sobre el suelo.
Entonces yo dije a este: —Seguramente sufrió un accidente, ¿quién sabe qué pasó?
Hable primero con él, y lógicamente, no le pregunté inmediatamente qué le pasaba. Pero después de romper el hielo, me dijo: —Padre, hace 15 años fui diagnosticado con esclerosis múltiple, y ahora estoy muy bien, ahora camino por mis propios medios, he estado en silla de ruedas, pero ahora estoy muy bien.
¿CÓMO ES POSIBLE?
Después hablé con ella y resulta que era la esposa, entonces me contó que se habían casado dos años antes, ya rayaban los 40 años, creo que incluso habían superado los 40 años, entonces me dio muchísima curiosidad.
Yo pensaba para mis adentros; —¡pero esta mujer, ¿cómo es posible que se haya casado con un hombre limitado, que va a necesitar su ayuda todo el tiempo?! Tarde, mañana y noche le va a tocar ayudarle en todo. Hacer todo, a moverse, a ir, a subir, a bajar…
¿Cómo es posible que se haya casado con este hombre? Porque, claro si se habían casado hace dos años, y le habían diagnosticado 15 años antes la esclerosis…
Pues lo conoció con esclerosis, lo conoció con esta enfermedad.
«UN SUPERHÉROE»
Entonces me contó un poquito su historia: era una mujer que su mamá había sufrido un accidente, y había quedado con muchas discapacidades.
Y su papá se dedicó a su mamá, no solamente en sacar a sus hijos adelante, sino a su mujer, a cuidarla con cariño, con desvelo, hacerle todo, a adelantarse a cualquier necesidad.
Claro, ella aprendió de su papá, a quien llamaba un superhéroe, ella me dijo para mí: «mi papá ha sido un superhéroe».
En todo caso, Padre mire yo tengo ya casi 40 años, he tenido varios novios, pero ninguno… no, ni le cuento. Y yo oraba, y le decía a Dios: —¿Cuándo me vas a mandar a mi esposo? ¿Cuándo me vas a mandar el hombre con el que yo pueda formar una familia?
TENÍA QUE ESPERAR
Y el Señor le hacía ver, qué tenía que esperar. Pues casi rayando los 40 años, conoció a este personaje, porque empezó a tener unos dolores en las articulaciones y fue al médico; y él le dijo: —Mi hijita usted tiene esclerosis múltiple, eso sí muy leve, muy suavecita, de hecho en estos años solamente ha tenido dos episodios.
—Y, ¿dónde conoció a su esposo? —Pues, en las terapias para los enfermos de esclerosis múltiple.
Fin de la historia.
Marido y mujer, absolutamente felices, contentos, el uno para el otro, van para todas partes juntos, tendrán sus momentos de dificultad, como los tenemos todos.
SABER ESPERAR
Señor, ¡qué maravilla es la oración! Y, qué maravilla también saber esperar cuando rezamos, no querer los resultados inmediatamente, porque no sabemos cuáles son los caminos que quiere el Señor para nosotros, caminos insospechados.
Señor haz conmigo lo que quieras, haz conmigo lo que quieras
Bueno, una vez más me volví a pasar de tiempo… no lo volveré a hacer. Señor, perdóname por haberme pasado otra vez.
Pero vamos a acudir a Nuestra Madre, en este rato de oración, que hemos titulado «Oración desesperada», vamos a aprender a hacer oración, vamos a confiar en el Señor siempre, incluso también en los momentos de oración desesperada.
Acudimos a nuestra madre, la Virgen Madre de la misericordia, vamos a pedirle que toda nuestra esperanza este solamente en esperar la misericordia divina.
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