TIEMPO QUE ES ORO
“Cuando terminó de hablar, un fariseo lo invitó a cenar a su casa. Jesús entró y se sentó a la mesa.
El fariseo se extrañó de que no se lavara antes de comer.
Pero el Señor le dijo: «¡Así son ustedes, los fariseos! Purifican por fuera la copa y el plato, y por dentro están llenos de voracidad y perfidia.
¡Insensatos! El que hizo lo de afuera, ¿no hizo también lo de adentro?
Den más bien como limosna lo que tienen y todo será puro”.
(Lc 11,37-41).
Este es el evangelio que nos propone la Iglesia el día de hoy, y a mí me fascina esta frase:
“den más bien como limosna lo que tienen y todo será puro”.
Y ¿Qué es lo que tenemos? no es simplemente lo de fuera, sino lo de adentro.
Sabemos que los fariseos eran sumamente rigurosos en el cumplimiento de la ley, que entre otras cosas, tenían indicaciones precisas de cómo y cuántas veces tenían que lavarse antes de cada comida.
Cristo se percata de la extrañeza del fariseo, porque no ha cumplido con esa norma de educación y aprovecha la ocasión para darle una lección, a este maestro de la ley.
Como en tantas otras ocasiones en el evangelio, el Señor denuncia la hipocresía, el legalismo de los fariseos y les hace que se den cuenta que se fijan solo en lo de fuera, en lo exterior, en “la letra de la ley”.
Han perdido el espíritu que da la vida y más aún, son sumamente minuciosos en cumplir con un sinnúmero de prácticas exteriores, pero permiten que en su corazón aniden pecados, faltas muy graves que ensucian su interior.
He aquí el origen de esa insensatez; ¡Insensatos! les dice Jesús, es porque por dentro no perdonan, por dentro llevan ese remordimiento.
LA LEY DEL AMOR
La recomendación de Cristo manifiesta la novedad justamente del evangelio que Él ha venido a traer, la ley del amor.
Den limosna y todo será puro.
Para un fariseo estas palabras debieron haber sonado especialmente desconcertantes, pues el mero contacto con un menesteroso hacía impuros a las personas y el Señor va incluso más allá.
No solo no lo hará impuro, sino que será fuente de mayor pureza.
SANTO CURA DE ARS
Recuerdo que alguna vez leí que San Juan María Vianney, el Cura de Ars, decía que aunque seamos pobres, muy pobres, podemos siempre realizar un acto de caridad, aunque nuestras ocupaciones fueran muy grandes, siempre podemos rezar al buen Dios sin perjuicio para nuestra labor.
(San Juan María Vianney (1786-1859)
(Sermón para el 7º domingo después de Pentecostés)
Y rezar noche y día, mismo toda la jornada, es una forma también de caridad con todos y que todo el mundo puede realizar.
Esa caridad con los demás implica también rezar, no permitir que dentro del corazón crezcan esos rencores, pensamientos negativos, esas cosas que nos alejan de Dios y al contrario dar.
Dar y los que no tienen ni siquiera algo para dar, como dice el Cura de Ars podemos rezar, que esa sea nuestra limosna.
Todo es grande y precioso a los ojos del buen Dios, si actuamos por un motivo de caridad, Jesucristo nos ha dicho que
“un vaso de agua fresca no quedará sin recompensa”.
(Mt 10,42)
Vean mis hermanos aunque seamos muy pobres siempre podemos realizar un acto de caridad, así terminaba ese sermón el Cura de Ars.
Y nosotros podemos pensar si somos caritativos, si damos efectivamente de esa limosna, den más bien como limosna lo que tienen y todo será puro, todas las cosas se pondrán bien, se limpiarán. No dejaremos que las cosas al contrario nos hagan negativos, como el rencor, la falta de perdón, el odio que se queda dentro del corazón.
CARIDAD QUE VALE ORO
Eso nos hace nos hace impuros, nos hace que nos alejemos de Dios y eso es una pena, porque a veces como todas estas cosas no se ven desde fuera.
Entonces a veces, podemos nosotros mismos tener sensación de que vamos bien, porque por ejemplo, vamos todos los días a misa, porque rezamos todos los días del Rosario; pero si en el corazón anida una falta de perdón, si en nuestra vida tenemos una cosa constantemente en contra de alguien más, pues nuestro interior no está bien, no está a salvo.
LIMOSNA DEL PERDON
Tenemos que limpiar nuestro interior y para eso, dar esa limosna del perdón, esa limosna del dejar pasar, esa limosna de no hacernos tanto lío, de no quedarnos re mordidos.
Señor te pedimos que nos ayudes a ser cada vez mejores, que seamos cada vez más delicados, que vivamos esa fraternidad que a Tí tanto te gusta.
Hace unos días escuché una cosa que me pareció bien bonita y que podemos utilizarla también aquí, a veces pensamos que la palabra de Dios va a venir en nuestros corazones y va a funcionar como el Rey Midas. Que tocaba las cosas y automáticamente se convertían en oro, eso quiere decir que uno escucha la palabra de Dios y automáticamente todo se convierte en oro, todo funciona bien, todo es perfecto.
La realidad no funciona así, más bien para sacar el oro que está en la Palabra de Dios hay que trabajarlo, como hacen los mineros que están en el río buscando oro y sacan la arena y la pasan por el cedazo. Y ahí con mucho lodo, otras cosas se caen y las cosas más pesadas, quedan hacia arriba las que pesan menos y entonces así se va buscando, por lo que uno tiene que meter las manos en el lodo y ahí va a ir encontrando ese oro.
SACAR EL ORO DE TU PALABRA
Y Dios ha querido que nuestra práctica de su palabra sea así trabajada, porque no es como el Rey Midas que convierte en oro todo, sino que tenemos que trabajarlo en nuestras propias vidas.
Eso quiere decir que hay que pasar por el cedazo, hay que limpiar las cosas más pesadas, de las más pesadas hay que quitar los malos pensamientos, las malas intenciones, hay que hacer que esa palabra de Dios cambie en nuestra vida.<
Para eso a veces nos tenemos que ensuciar, o sea tenemos que hacer nuestra la palabra y esto es muy humano y cuando hacemos nuestra la palabra, ahí tendremos el oro, que nos permitirá comprarnos el cielo, por así decirlo.
El oro que nos hará más valiosos en el Reino de los Cielos.
Entonces la clase está clara, por ahí tenemos que pasar.
TU PALABRA EN VIDA
Señor ahora que estamos haciendo este rato de oración, te pedimos esa fuerza para saber limpiar bien tu palabra y hacerla nuestra que pase a ser realmente vida de nuestra vida.
No como el hada madrina con una varita que arregla todo, sino que realmente luchar por hacer nuestra Tu Palabra.
Hacemos que nuestro interior se purifique, quitando odios, rencores, malos pensamientos, perezas, todas las cosas que nos hacen desagradables a tu presencia Señor.
Al contrario, podemos ir poco a poco metiendo toda esa caridad, ese dar limosna a los demás, ayudando con el servicio en primer lugar, que tanta alegría te trae, servir a nuestros hermanos.
Los que no puedan servir a nuestros hermanos, porque están limitados, por lo que sea, por lo menos como dice el Cura de Ars, pueden rezar.
Fíjate qué bonito es lo que el Señor nos enseña, vamos a purificarnos interiormente, a no dejar que las cosas malas de esta vida nos distraigan de lo realmente importante, que es prepararnos para el Reino de los Cielos.
PALABRA HECHA CARNE
¡Qué bonito Dios mío! estar lleno de esas pepitas de oro que hemos sabido sacar a base de quitar de nuestro interior las cosas que realmente eran estorbos, las cosas que realmente no funcionaban, lo que nos apartaba de Dios, nos quedemos solo con las pepitas de oro que son su palabra hecha carne en nosotros.
Vamos a pedirle a Nuestra Madre, la Virgen, ella es experta en estas cosas, en sacar el oro, de todas las cosas malas sacar lo mejor y justamente el mejor oro a veces está acompañado de cosas que no son tan buenas.
Un gran perdón, cuánto oro debe traer, ¡Increíble! una gran acción de caridad pese a que estás un poco lastimado, ¡Cuánto oro debe dar! Para eso es experta la Virgen que te ayudará a conseguir esos beneficios para la vida eterna.