Este verano, hace ya algunas semanas, pude ver un documental de un cantante ya fallecido, de un grupo de música que me gusta, para conocerlo un poco más, detalles de su biografía por filmaciones que se tenían, testimonios de gente que lo conoció…
Y pensaba, también así conocemos a tantos personajes, sobre todo, más de la vida pública, que están en los medios.
Acá, por lo menos, me acuerdo ahora cuando Messi pasó de El Barcelona a jugar en el Paris Saint-Germain. No se hablaba de otra cosa, te enterabas de la familia, dónde iba a vivir, el colegio de los hijos…
Uno podía tener bastante información por el periodismo, por gente que se entera.
CONOCER AL SEÑOR
Y podemos llegar a conocer bastante, así como de segunda mano, a algunos personajes y, un poco así de entrada, “te hemos conocido a Vos Señor”.
No sé si recordarás (dependerá cada uno su historia personal), pero cuando conociste a Jesús, es muy probable que alguien te hablara de Él. Incluso, que leyeras cosas… es una persona más conocida,
Pero después, puede ser que te haya pasado que te dijeron que con Jesús puedes hablar. Que a Jesús lo podés encontrar y “te encontramos Señor al dirigirnos a Vos, ahora, hablándote.
“Te encontramos en la Eucaristía. Te encontramos en la liturgia, en el Evangelio…
“Justamente, el Evangelio de la misa de hoy, pienso que habla un poco de ese paso de conocerte Señor, un poco de segunda mano, por el testimonio de otros a este tratarte; conocerte de primera. Oír hablar de Él a hablarte de tú a tú o, acá diríamos, hablarte de Vos y de mí”.
Esa es una experiencia muy linda, tratar a Jesús y conocerlo de primera mano.
LA AMISTAD DE CRISTO
Te voy a leer, aunque probablemente ya lo escuchaste pues son unas palabras conocidas de un autor espiritual, de Benson. En la introducción a su libro: La amistad de Cristo, dice así:
“Te diré cómo le conocí: había oído hablar mucho de Él, pero no hice caso. Me cubría constantemente de atenciones y regalos, pero nunca le di las gracias.
Parecía desear mi amistad y yo me mostraba indiferente.
Me sentía desamparado, infeliz, hambriento y en peligro y Él me ofrecía refugio, consuelo, apoyo y serenidad; pero yo seguía siendo ingrato.
Por fin se cruzó en mi camino y, con lágrimas en los ojos, me suplicó: “Ven y mora conmigo”.
Te diré cómo me trata ahora: satisface todos mis deseos. Me concede más de lo que me atrevo a pedir. Se anticipa a mis necesidades. Me ruega que le pida más. Nunca me reprocha mis locuras pasadas.
Te diré ahora lo que pienso de Él: es tan bueno, como grande. Su amor es tan ardiente, como verdadero. Es tan pródigo en sus promesas, como fiel en cumplirlas. Tan celoso de mi amor, como merecedor de él.
Soy su deudor en todo y me invita a que le llame amigo”
(Robert H. Benson, La amistad de Cristo).
Es una descripción muy linda de ese encuentro más repentino, más fuerte. Pareciera fruto de una conversión.
EL SEÑOR NOS ESCUCHA SIN MEDIACIONES
“Pero todos nosotros de manera más o menos llamativa, abrupta, de una manera más sutil, más poco a poco, hemos hecho -y te diría tenemos que hacer, seguir haciendo- esa experiencia de tratarte Jesús, de primera mano.
“Tener una experiencia directa de tu amistad, de tu cercanía, de tu palabra. De que me escuchás sin mediaciones”.
Está este audio que estoy haciendo yo y vos estás escuchando, es una mediación, porque se lo estoy diciendo yo a Jesús, pero apunta a que vos en primera mano le digas algo al Señor y puede ser que nos inspire para esta jornada, el Evangelio de la misa el que te digamos Jesús, cosas en primera mano, así de mí a Vos, que las pueda repetir.
CARGAR AL NIÑO
Te voy a leer unas palabras de san Josemaría, donde él abre un poco su corazón en un librito que se llama: Santo Rosario. En el tercer misterio que habla de tu nacimiento Señor y se imagina que san José le deja tener al Niño en sus brazos y él dice:
“… y me quedo horas y horas diciéndole cosas dulces y encendidas…
Y le beso -bésale tú- y le bailo y le canto y le llamo Rey, Amor, mi Dios, mi Único, mi Todo…”
Nos puede sugerir cómo te trato yo Jesús. Qué cosas de cariño te digo. También san Josemaría, a veces, le decía: “Iesu, Iesu esto mihi semper Iesu” “Jesús, Jesús, sé para mí siempre Jesús”. Que seas para mí Jesús.
DECIRLE AL SEÑOR: TE QUIERO
Si yo te digo Jesús, si te sé decir te quiero, gracias porque estás conmigo, sos la persona más importante para mí, en el fondo lo que nos sopla el Espíritu Santo, que fue la reacción al final que menciona el Evangelio.
Cuando les pregunta Jesús a los discípulos:
“¿Quién dice la gente que soy Yo?”
y le empiezan a decir lo que decía la gente:
“Unos piensan que Juan el Bautista, Elías, alguno de los profetas…”
(ahí pasa la pregunta personal)
“Y ustedes, ¿quién dicen que soy Yo?”
Jesús le dice:
“»Esto te lo inspiró el Padre. No lo dijiste, ni nadie te lo reveló de carne y hueso, sino mi Padre». San Pedro le dice: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo»”
(Mt 16, 13-17).
Y nosotros, que nos lo puede inspirar el Padre también, a través del Espíritu Santo, que nos lo envía en nuestro corazón, que nos hace conocerte Señor.
ALIMENTAR EL TRATO CONFIADO
Podemos también decirle estas cosas a Jesús, que no sea solo porque lo escuché, porque yo por la fe lo creo y es una experiencia mía que, además, no se hace una sola vez.
“Ah sí, cuando yo empecé a rezar aquella adoración, que me pasó en una iglesia, aquella vez ante una necesidad, le hablé con tanta fe a Jesús…”
¡No! Se hace muchas veces. Es más, te diría: si no alimentamos ese trato confiado, se puede enfriar, se puede congelar, quedar otra vez en algo externo, teórico, que lo escuché….
¡No! Que no pase eso. Que alimentemos siempre ese trato confiado cada día y así, además, seremos también nosotros instrumentos para que muchos otros escuchen hablar de Vos, que son los primeros pasos.
HABLAR DE JESÚS
Que escuchen hablar de Jesús. Por ejemplo, cómo le hablás a Jesús delante de tus hijos para que lo conozcan o hablar a los amigos de Jesús.
Depende en los ambientes que nos movamos, en una catequesis, donde sea… otros, que puedan tener también una imagen verdadera de Cristo a través de esa experiencia personal que tenemos, que queremos tener nosotros y que sea el inicio, después de ese trato en primera persona, ¿quién decís vos que soy yo? De las personas de quienes nos rodean.
Pidámosle a nuestra Madre, que no tuvo que hacer ningún esfuerzo para tratarte Señor, así con esta cercanía e intimidad. Que ella nos ayude a estar siempre más en una confianza, en una intimidad, en una relación más cercana con su Hijo.