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PRUEBA DE FE

ganas de vivir

Como siempre que empezamos estos 10 minutos con Jesús, lo primero que hacemos es pedirle ayuda.

Porque queremos hacer oración, nunca podemos encarar una acción sobrenatural sin pedir ayuda, necesitamos pedir ayuda para cualquier acción sobrenatural que queramos hacer; santificar un momento de trabajo, vencer una tentación, superar un obstáculo, vencer la pereza que me hace que  rinda menos en tal trabajo que yo conozco y me conozco, o la ira o la bronca que tengo.

¡AYÚDAME SEÑOR!

Siempre que vayamos a hacer algo o queremos hacer un rato de oración, rezar pedirle ayuda a Jesús, que es lo que hacemos ahora.

Jesús ayúdanos hacer bien este rato de oración, porque sin tu ayuda no me va a salir, no va a salir nada, no me va a salir absolutamente nada en este rato de oración, necesito tu ayuda Jesús.<

“Sin mí no pueden hacer nada”

(Jn 15, 5)

nos dijiste, así que acudimos a vos y ponemos nuestra carga, nuestro yugo de no saber qué hacer, porque no nos sale a veces hacer oración, no nos sale decirte nada lo ponemos en tus manos, para que Vos nos transformes el corazón.

Aunque no digamos nada, aunque estemos en silencio porque no se nos ocurre nada, te pedimos Jesús que nos transformes el corazón, como un perrito a los pies del amo, que se pone ahí, que se acovacha, se sienta, se acuesta  a los pies de su amo, sin decir nada, sin hacer nada, pero está ahí.

Y el amo sabe que su perrito guardián está al lado suyo, que es su fiel compañero; está ahí.

Así queremos estar al lado tuyo Señor como ese perrito a los pies de su amo.

SIN DIOS NO PODEMOS

El Papa Francisco nos ha contado muchas veces como hace su oración a la mañana, que no dice nada, prácticamente no trabaja, no hace nada, ni siquiera se permite pensar, porque es consciente de que lo importante es lo que hace Dios, él lo que hace es poner los cinco panes y los dos peces.

Levantarse a pesar de las tremendas dificultades que está teniendo físicamente, también por la edad, ir hasta el sagrario y quedarse ahí más de media hora se queda, se pone frente a Vos Señor, pone los medios, hace algo, ninguna acción sobrenatural es posible sin la asistencia especial de Dios, no podemos.

QUE MI CORAZÓN SEA COMO EL TUYO

No podemos vencer una tentación, no podemos encarar absolutamente nada sin una especial ayuda de Dios, por eso necesitamos Jesús que nos ayudes, como dice el Papa que nos ayudes a cambiar el corazón.

Nosotros ponemos los cinco panes y los dos peces, ponemos el esfuerzo de escuchar este rato de oración, de estar a estos 10 minutos pendientes de lo que reflexionemos en el entorno al Evangelio.

Pero lo importante Señor es lo que Vos haces en nuestra alma, no es lo que nosotros hacemos con nuestra cabeza, con nuestros propósitos, ni siquiera lo que decimos, o si tuvimos ideas brillantes, lo importante es tu trabajo en nuestro corazón que vos estés esculpiendo nuestro corazón a la medida a semejanza del tuyo.

Eso es lo más importante en este rato de oración y por eso lo ponemos en tus manos Señor y te pedimos que te ocupes Vos, de esto ocupate Vos, Señor.

A JESÚS  LE IMPORTAS

El Evangelio de hoy trae una consideración muy interesante, que es la siguiente nos habla de Jesús, que se dirige a una región de Tiro y que entra en la casa de un de un lugareño, procurando pasar desapercibido, pero no logra ocultarse y una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró y fue a buscarlo y se tiró a sus pies, la mujer era no judía, era de Fenicia, una provincia de Siria y rogaba que echase el demonio de su hija.

“Jesús le dijo: deja que se sacien primero los hijos, no está bien tomar el pan de los hijos y dárselo a los perrillos.

Pero ella replicó:

Señor también los perros debajo de la mesa comen las migajas que caen.

Jesús le dijo: mujer vete, por eso que has dicho el demonio ha salido de tu hija.

Al llegar a su casa la mujer encontró a la niña sentada en la cama y el demonio se había marchado, estaba curada”./p>

(Mc 7, 27-30)

Es un milagro muy bonito que Jesús hace, pero al principio nos choca la primera contestación de Jesús.

Ese Jesús tan compasivo y misericordioso la trata con un desplante sorprendente, cuando le dice que Él ha venido para los judíos y que no está bien echarle el pan de los hijos a los perros, a los perritos, por más que le pongamos un diminutivo, la ofensa, ese aparente menosprecio con el cual trata a esta mujer, es evidente.

PRUEBAS Y COMPASIÓN

La compara con un perro y la trata como una perra, como un perrito, le dice que no es digna, porque no es judía, de pedir los milagros que son concedidos a los judíos.

Una cosa extrañísima en Jesucristo, cuando en realidad va a ser el milagro, porque a Jesús de las cien almas le importan las cien.

Además ya hemos visto cómo empezó a predicar en los lugares más lejos de la importancia humana, en Zabulón y Neftalí, unas poblaciones completamente lejanas, completamente periféricas, donde había miseria.

Jesús se fue a predicar donde había miseria donde probablemente ni entenderían lo que estaba diciendo.

Claramente le importan todas las almas, de hecho empieza por los más vulnerables, no va a Jerusalén, no empieza por los más cultos, por los que mejor lo podrían haber entendido y mejor podrían haber acompañado.

Su misión empieza por las personas que estaban más depreciadas en la sociedad.

Por eso es que es raro lo que le dice esta mujer, porque ese Jesús que siempre va a los despreciados socialmente, ahora se comporta como un fariseo y desprecia a esta mujer, porque no era judía, porque era una fenicia de Siria.

SE PONE A PRUEBA NUESTRA FE

Jesús lo que está haciendo es poner a prueba la fe de esta mujer, nada más, en sus palabras hay probablemente algo que no estamos viendo y es la sonrisa.

Jesús la miraría un dejo de picardía y con algo de sonrisa en los ojos, en la mirada, incluso en los labios, esta mujer se da cuenta que Jesús no está siendo duro con ella y por eso se anima a hacer esa respuesta tan caradura de su parte, le dice:

“Jesús los perros también comen de las cosas que caen de la mesa de sus amos”.

(Mc 7, 26)

Le contesta con otro guantazo y Jesús ya con una sonrisa de oreja a oreja, le dice:

“Mujer tu hija está curada por esa fe que has tenido”,

(Mc 7, 29)

porque lo que yo te quería pedir era esa fe, porque es tu fe la que cura.

Es nuestra fe la que nos cura a nosotros y la que cura nuestros tiempos, la que cura a tanta gente.

Jesús no pierde batallas, no podemos pensar nunca que estamos viviendo en épocas oscuras, difíciles, nuestras épocas son gloriosas porque Jesús está siempre con nosotros.

EL SEÑOR HACE NUEVAS TODAS LAS COSAS

Donde está Jesús, está la Gloria, está la Redención, está la Resurrección, está la Salvación.

Nunca habrá épocas oscuras porque Jesús hace luminosas todas las épocas, todas las realidades, todas las personas.

Me he ido cruzando por el trabajo que tengo en la facultad, con chicos sin fe, con chicos agnósticos, con chicos ateos, con chicos con vidas muy desarregladas por decirlo de alguna manera.

Y sin embargo, ante la belleza del cristianismo, ante la belleza del mensaje de Jesús se rinden, bajan las defensas, se acercan, preguntan, quieren conocer.

Porque el mensaje de Jesús está lleno de belleza.

Dostoievski decía que:

“La belleza es la que hace que el bien y la verdad sean menos duros”.

Y es la belleza la que va a salvar nuestras almas, el mensaje de Jesús está lleno de belleza.

Pidámosle hoy a Jesús que seamos sus testigos llenos de confianza.

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