Si llegas a conocer la pobreza, a experimentarla, si la tocas de verdad, dale gracias a Dios.
En estos días tomé un taxi que me contó que había tenido tres taxis pero que lo había perdido todo y que él volvió a empezar de cero.
El taxi en el que iba lo estaba pagando por cuotas, pero le faltaban como tres o cuatro cuotas.
Tomé un taxi que las placas eran 666. ¿Y sabes qué me pasó?… Nada, ¡no pasó nada!
Y le pregunté al conductor: —Oiga, imagino que todo el mundo le comenta cuándo se sube al taxi de la placa.
—Sí padre, todo el mundo me comenta pero sabe ¿qué me ha pasado a mí? Nada, yo voy aquí con mi Señor y me acompaña la Santísima Virgen, yo voy muy contento y muy tranquilo.
Pero este taxista me contaba así que realmente había conocido la pobreza, que había empezado de cero.
A muchas personas les ha tocado así, han conocido la pobreza en su niñez, en su adolescencia, después de haberlo tenido todo, lo pierden todo sus padres y conocen la pobreza y la tocan.
GRACIAS A DIOS
Eso hay que dale gracias a Dios, por que la pobreza es un rasgo que nos hace parecernos a Jesucristo.
Y si no hemos conocido la pobreza por gracia de Dios, porque así lo ha permitido Dios, pues también hay que darle gracias, verdad, pero si en algún momento la tocamos, la paladeamos hay que dar gracias a Dios.
Hoy en el Evangelio de san Mateo:
«—En verdad os digo que difícilmente entrará un rico en el Reino de los Cielos lo repito mas fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que un rico entrar en el Reino de los Cielos.
Al oírlo los discípulos dijeron espantados: —Entonces ¿quién puede salvarse?
Jesús se les quedó mirando y les dijo: —Es imposible para los hombres, pero Dios lo puede todo»
(Mt 19, 23-30).
JESUCRISTO ES NUESTRO MODELO
En Dios podemos todo y siempre que meditamos algo, hay que mirar a Jesucristo, porque Tú Señor eres nuestro modelo, siempre hay que mirarte a Ti, siempre tenemos que mirarte, contemplarte y aprender de Ti.
Jesús no quiso ningún privilegio en este mundo. Y eso lo contemplamos en toda su vida.
Nació pobre, rechazado, ni siquiera le dieron una posada cuando iba a su Madre Bendita dar a luz, nació en un pesebre, creció como hijo de un carpintero, sin ir a la escuela.
Por eso cuando empezó a enseñar sus vecinos se preguntaban extrañados cómo podía ser profeta alguien que no había estudiado, que había aprendido un oficio tan humilde.
Que había vivido en una condición humilde, seguramente sus familiares también eran pobres, eran humildes.
No, Señor Tú nunca quisiste tener con este mundo, deuda alguna en cuanto a comodidades, ayudas, honores.
El honor que tuvo nuestro Señor fue subir a una cruz, abrazarse una cruz.
Ese fue su trono, sabiendo que el mundo se hizo por medio de ti Señor, viniste al mundo con nada y te fuiste sin nada, y ya cuando comenzaste a predicar tampoco viviste ninguna comodidad.
Señor tú quisiste vivir la suerte de los santos que te habían presidido antes, Abraham, Moisés, David, Elías, fíjate grandes figuras, san Juan Bautista.
Abraham vive en una tienda en la tierra que sus descendientes iban a disfrutar, pero en una tienda, a David le tocó errar durante siete años porque lo perseguía el rey Saúl, Moisés prisionero de un desierto, Elías anduvo también errantes desde el monte Carmelo hasta el monte Sinaí, Juan Bautista de niño en el desierto.
Pues así fue la vida de nuestro Señor, durante su ministerio público, esos tres años.
Lo encontramos siempre por ahí en el monte, en el desierto, en la ciudad, nunca quiso tener una casa, ni siquiera en el templo de su Padre Todopoderoso, en Jerusalén.
Por eso tenemos que mirar a Jesús y aprender de Él, que no quiso tener ningún privilegio.
Señor, ¿cuáles son mis privilegios?.
Hace unos días, me vi con un amigo y me regaló una gorra, pues se la recibí muy agradecido, porque soy calvo.
Entonces necesito gorra para protegerme del sol pero me estoy dando cuenta de que tengo ya varias gorras, voy a mirar a ver que hago, cuáles necesito y si no necesito todas, pues me quedaré con las que necesite para jugar tenis o para hacer deporte o para salir a la calle un paseo.
Si no me voy a llenar de gorras, voy a hacer una colección de gorras.
VIVIR LA VIRTUD DE LA POBREZA
¿Qué privilegios se pueden dar a un padre que tiene una familia numerosa y pobre? Casi ningún privilegio, eso es un buen criterio de pobreza.
Vivir como un padre de familia numerosa y pobre.
Señor y tú ¿para qué quieres que meditemos la pobreza?
Mira yo te propongo dos aspectos: el primero, que lo releí en estos días en el libro “La fuerza del silencio” de el Cardenal Sarah, extraordinario libro; –Libres para la batalla, primer criterio y segundo aspecto: –Libres y listos para una misión apostólica. Mira lo que cuenta el Cardenal Sarah:
“En las batallas importantes hay que fijarse en el joven David, cuando Goliat desafía al ejército de Israel. David se enfrenta a Goliat, el filisteo, que va fuertemente armado.
Mide seis codos y un palmo. Un yelmo de bronce cubre su cabeza. Lleva una coraza de escamas que pesa cinco mil siclos de bronce, polainas y una jabalina de bronce a la espalda.
Su lanza pesa seiscientos siclos de hierro y delante de él va un escudero. Saúl quiere vestir a David con sus propias vestiduras: le pone un casco de bronce, le coloca la coraza y le ciñe la espada.
Pero David no es capaz de andar con tanto peso y dice: «No puedo caminar así». Y se lo quita todo (1 S 17).
Si vamos demasiado cargados de riquezas y bienes materiales, si no nos despojamos de las ambiciones y artificios de este mundo, jamás podremos avanzar hacia Dios, hacia lo esencial de nuestra existencia.
Sin las virtudes de la pobreza es imposible librar la batalla contra el Príncipe de este mundo.”
Pasaje de «La fuerza del silencio» (Mundo y Cristianismo, Cardenal Robert Sarah).
Pues ahí tenemos un aspecto para meditar, para reflexionar y para mirarnos delante de nuestro Señor.
¿Cómo quiere Él que vivamos la pobreza, el desprendimiento de este mundo? ¿Cómo puedo ir yo libre para esa batalla? ¿Será que las cosas materiales hacen que pierda la batalla? ¿Hacen que viva una vida muy cómoda, muy relajada? ¿en dónde solamente busque la ambición, el tener?.
Señor yo no sé, pero las últimas meditaciones me ha tocado hablar de este tema, una de las últimas fue sobre la avaricia, pero es lo que lo que el Señor también nos está diciendo, y lo hacemos como siempre, fijándonos en el Evangelio.
CON UNA VIDA SOBRIA Y TEMPLADA
Bueno el segundo aspecto para vivir bien la virtud de la pobreza es una misión apostólica.
Y ahora me quiero detener en un punto de Camino de san Josemaría, el 631 que dice:
“Despegate de los bienes del mundo. -Ama y practica la pobreza de espíritu: conténtate con lo que basta para pasar la vida sobria y templadamente.
-Si no, nunca serás apóstol”.
Y lo que me llama la atención de este punto, es eso pasar la vida sobria y templadamente, no querer acumular, como esa imagen de el dueño de que quiere fabricar unos silos donde almacenar ese grano y luego dedicarse a la vida buena.
No, pasar por este mundo con una vida sobria y templada.
Así iremos libres y podremos vivir esa virtud y parecernos a Jesucristo.
Señor pero yo sí te quiero pedir algo: Que me permitas tener las cosas para vivir bien, para vivir con dignidad, Dice el Libro de los Proverbios, y así terminamos este rato de oración porque ya se nos acabó el tiempo.
“Dos cosas te he pedido, antes de morir no me las niegues: aleja de mí falsedad y mentira, no me des pobreza ni riqueza, dame sólo lo necesario para vivir;
no sea que la abundancia me aparte de Ti y me haga olvidarte; no sea que la pobreza me obligue a robar y me lleve a ofenderte”
(Proverbios 30, 5-9).
También es una lógica muy normal y muy aplastante, es verdad Señor, pues no una pobreza que no me permita tener una vida digna, no Señor tampoco, pero tampoco una riqueza que me lleve a buscar la falsedad, mentira. Apartarme de Ti es lo último que quiero, Señor.
Bueno acudimos a Nuestra Madre Santa María, que conoció la pobreza de verdad pero que nunca le faltó nada, porque lo tenía todo, lo más importante, lo más valioso a su hijo Jesucristo, el mismo hijo de Dios encarnado.