Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino, y curando todas las enfermedades y dolencias.
Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: ««La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al Dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.»»
(Mt 9, 35-38)
Notan por mi voz que está un poco tomada, porque estoy terminando mi proceso de Covid, y ha sido una cuestión un poco fuerte, hay mucha gente que la pasa sin ninguna cosa grave.
Pero bueno, a mí me ha costado un poco más, tal vez soy más débil… -no se-, pero esto me ha hecho reflexionar un poco más sobre el Evangelio de hoy.
TRABAJADORES PARA LA COSECHA
Primero; que cuando el Señor nos vea fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor…
Y luego, la importancia de pedirle “trabajadores para la cosecha”, al dueño de la mies.
Y me parece que hace mucho sentido, porque es necesario cada vez más “trabajadores”.
El Señor, a través de las manos de los sacerdotes, en concreto los que estamos en este proyecto, llegamos a muchas almas.
Y para mí, esto siempre ha sido una alegría. Mi fin aquí en la tierra, no es ni siquiera tener prestigio o llegar a mas… Sino hacer la voluntad del Señor.
Es cumplir la voluntad del Señor, y el Señor tiene sus planes, y tiene también sus formas de ir haciéndolo, y nosotros tenemos que ir acoplándonos a eso.
Sin dudar que todo lo que viene de sus manos es lo mejor, ¡siempre lo mejor! De todas formas, nos dicen: “Rueguen al Dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.”
Y los trabajadores, “-los sacerdotes-”, tienen que ser gente que se quiera dar por el pueblo, tienen que tener compasión de los que están fatigados y abatidos, tienen que estar viendo a la gente que lo necesita.
GRANDES SACERDOTES
Y eso han sido los grandes sacerdotes, los grandes pastores a lo largo de la historia la Iglesia.
Por ejemplo, se cuenta de san Francisco de Sales, que cuando ya era obispo de Ginebra, se fue a los Alpes, a un sitio que solo se podía llegar a pie, e incluso en algunos sectores había que ir gateando, dice el texto.
Y el 4 de agosto llegó a este sitio, con sus botas ensangrentadas, los pies desechos y el cuerpo sudoroso. A pesar de ello, no se paró a descansar, sino que comenzó la visita pastoral como si nada ocurriera.
Su fiel criado Roland le amonestó amigablemente, pero el pastor le dijo: “mi querido amigo Roland, hacemos lo que debemos, cómo podemos, no debemos preocuparnos de lo demás.”
Y de hecho, desde ahí también san Francisco de Sales le escribió a la baronesa de Chantal, y le describía esas jornadas similares con estas palabras:
“esto es un milagro que Dios hace cada tarde cuando me acuesto, pues no puedo soportar el peso de mi cuerpo, de mi espíritu, de cansado que estoy. Pero a la mañana siguiente, me encuentro reposado, y más alegre que nunca.”
¡Estos son los pastores que necesitamos! Esto es lo que nos viene bien a todos. Todos queremos que nuestros pastores sean buenos, sean Santos.
“Señor, hoy en este rato oración, te pedimos por todos los pastores, para que seamos buenos instrumentos en tus manos.
EL PASTOR JONES
Cuentan de hombre, de un tal reverendo Jones, que era pastor de un pueblo en el oeste americano.
Y este reverendo Jones, que por su mal carácter no era muy apreciado por sus feligreses, un día enfermó mal.
Y como en toda pequeña localidad, el pastor es siempre un personaje importante, se puso en la puerta de la Iglesia un papel que decía:
– 9 de la noche, el pastor está grave. Una hora después: -10 de la noche, el pastor Jones ha entrado en la agonía. -2 horas después, 12 de la noche, el pastor Jones ha subido al cielo.
Y cuál no sería la sorpresa de todos, cuando a la mañana siguiente, alguien había escrito en el mismo papel, -seguro algún bromista- puso en estos términos:
-Cielo, 7 de la mañana: reina consternación general, el pastor Jones no ha llegado…
Efectivamente, cuándo nos ponemos de mal genio, de mal carácter, cuando respondemos mal a la gente, cuando hacemos las cosas con dureza, espantamos a las personas.
Y tenemos que estar todos conscientes, porque me parece que a veces nos pasa, uno se enferma -como ahora, por ejemplo-, uno tiene otro tipo de problemas, o uno somatiza, no sé…
Hay que aprender a ir al oratorio, a meterse en el Sagrario, dejar todos los problemas ahí, y salir con una sonrisa, y salir de la mejor forma.
Y, hoy estamos hablando de los pastores, estamos hablando de los pastores por los que tenemos que rezar.
CLÉRIGOS DE ESTADO
Porque si tenemos a los pastores, pero a los pastores se nos agría el carácter, entonces se nos complica la cosa.
O si tenemos pastores, que están pensando solo en ellos, pues también se complica la cosa.
Por eso, el Papa Francisco les dijo una vez a los miembros del colegio Pío Americano, que es un sitio donde van sacerdotes a recibir, mientras estudian en facultades de teología en Roma.
Un día lo invitaron, y les dijo al final de su discurso, que cuando vuelvan a Latinoamérica, sean pastores del pueblo de Dios, y no clérigos de estado.
Y les insistió una vez más:
Por favor, no negocien nunca la pastoralidad. Pastores del Pueblo de Dios, no clérigos de estado. No caigan en el clericalismo, que es una de las peores perversiones. Estén muy atentos, el clericalismo es una forma de mundanidad espiritual. El clericalismo es deformante, es corrupto, y te lleva a una corrupción, una corrupción almidonada, con la nariz parada, que te aparta del pueblo, te hace olvidar el pueblo de donde saliste.
“Señor Jesús, hoy que estamos haciendo esta oración, que nunca seamos clérigos de estado, que nunca hagamos las cosas por cumplir, que busquemos siempre tener tus mismos sentimientos, para ser verdaderos pastores.
Que nos preocupemos de la gente que, tengamos en nuestro corazón la inquietud de llegar a todas las personas que necesitan conocerte, Señor.
Que nos hagas cada vez máspastores, mejores pastores.”
EL BUEN OLOR DE CRISTO
Y tú, que estás haciendo este rato oración, pues ahora, a rezar por todos los sacerdotes y por todos los que ejercen también ese acompañamiento espiritual, por todos catequistas y por todas las personas que trabajan en la Iglesia.
Para que tengamos ese buen olor de Cristo, que sepamos hacer las cosas según su voluntad.
Porque esa es la única manera de que nos volvamos todos, como el pastor Jones, sino que nos convirtamos en buenos pastores, como lo fue san Francisco de Sales.
Intentando quitar todo clericalismo posible, y luchando para que todos los cristianos busquen realmente la santidad en su vida.
Que no caigamos en el victimismo, que no se sientan que no podemos más, ¡claro que podemos más!
¡Y cualquier cosa que nos viene de las manos del Señor es bueno! Inclusive este Covid.
El Señor es el que no se deja ganar nunca en generosidad. Y si nosotros correspondemos sin tener miedo, correspondiendo de corazón, nos vamos a dar cuenta que las cosas funcionan muchísimo mejor.
Terminamos este rato de oración acudiendo a nuestra madre la Virgen María, hay un sacerdote que escribió un libro que se llama “Los sacerdotes hijos predilectos de la Santísima Virgen”, siempre me ha gustado ese título.
A ti acudo hoy madre, para pedirte porque todos seamos verdaderos pastores.