Quería empezar este rato de oración, estos 10 minutos con Jesús diciéndote: “Señor, ¡gracias!, gracias por habernos dado una santa tan grande como es Santa Rosa de Lima”, que como ya antes habían anunciado, hemos dejado que ese 30, esta meditación, la podamos hacer meditando la vida de esta santa que es patrona de América y de las Filipinas. No es únicamente de Perú; es universal, especialmente de este gran Continente.
“Gracias Señor porque al leer la vida de Santa Rosa de Lima, nos damos cuenta de las maravillas que Tú puedes obrar en cada uno de nosotros, en nuestras almas, si nosotros somos dóciles, si nosotros te lo dejamos”.
Personalmente, me daba cuenta de la importancia que tenía esta santa en mi estancia en Roma, porque una vez yendo a visitar, a conocer la iglesia de Santa María Sopra Minerva, una iglesia muy bonita, una de las pocas iglesias de estilo gótico, en uno de los altares laterales, el primero de la derecha, estaba dedicado a Santa Rosa de Lima.
Monte Aventino
Luego, en otra ocasión, yendo al Monte Aventino, (una Basílica preciosa de Santa Sabina) antes de entrar, había una estatua de Santa Rosa de Lima y así, a miles de kilómetros de América, de Lima, me encontraba con una serie de imágenes, de estatuas de esta santa.
“Señor, gracias porque en Santa Rosa resaltan muchas virtudes como suele pasar a los santos; personas de carne y hueso como los que estamos haciendo este rato de oración, como los que estamos hablando ahora contigo, que dejaron hacer, dejaron que la gracia actúe”.
EL AMOR POR LA EUCARISTÍA
Se me ocurre ahora, al hacer este rato de oración, en dos cosas que resaltan en esta joven -murió a los 31 años- y resaltaba ese amor por la santa pureza, ella vivió esa virginidad, quiso entregarse enteramente a Ti Señor en cuerpo y alma; y el otro aspecto es, ese amor por la Eucaristía.
Santa Rosa, cuyo nombre real es Isabel Flores de Oliva, curiosamente odiaba, detestaba el nombre de Rosa. Cariñosamente, le llamaban así por la belleza de su rostro y por una de esas cosas, tal vez sobrenaturales o coincidencias, cuando iba a recibir la confirmación de nada más y nada menos, que de otro santo:
Santo Toribio de Mogrovejo -entonces arzobispo de Lima- él le llamó Rosa y ella se quedó sorprendida, porque este era un sobrenombre más de tipo familiar.
Pensaba en ¿qué es una rosa? Una rosa es una flor bella, hermosa, limpia como las flores y la virtud de la pureza va en esa línea; va en la línea, no de una serie de actos o de cosas que uno tiene que evitar, que no puede ver, que no puede hacer; sino que es una virtud que consiste en amar, en amar a Dios y, por eso mismo, poder amar a todas las personas.
LA VIRTUD DE LA SANTA PUREZA
“Para algunos Señor, les pides que ese amor se lo dediquen a una sola persona, en el matrimonio; a otros, en el celibato.
Distintos modos como se puede vivir la virtud de la santa pureza y, al final, la pureza transparenta la belleza de Dios, la belleza del amor y es lo que supo ser Isabel Flores de Oliva -Santa Rosa de Lima- y ¿quién podría decir?
Ella misma, si le dijeran: oye, ¿tú sabes que dentro de unos años serás santa y te llamarán patrona de América y de las Filipinas? Seguramente se hubiera reído, su humildad le hubiera llevado a pensar, no, esto no va a ser así o Dios no lo permita.
“Y fue por ese amor a Ti Señor, amor a Ti que la llevó a buscar no mancharse de las cosas de este mundo, de esa concupiscencia de la carne y, seguramente, tuvo que pelear bastante”.
No pensemos que como ya era santa (porque no era santa en la tierra) no luchaba por ser serlo; fue santa ya después, ya cuando fue al cielo, ya cuando fue reconocida como santa después de haber peleado hasta el último instante.
NUESTRA SEÑORA INMACUADA
Pero luchó y tuvo que luchar contra tentaciones, no pensemos que no, que ya era inmaculada. Inmaculada solamente nuestra Madre y “esto nos ayuda también a nosotros Señor a pensar y a pedirte que nos ayudes a luchar contra todas esas batallas en la pureza: los casados, los solteros, los que se han entregado a Dios.
Los que nos hemos entregado a Dios en una vocación como el sacerdocio o el celibato apostólico o en la vida religiosa, porque vivimos en un mundo donde nos quieren tratar como animales Señor y no queremos eso, queremos vivir como hijos de Dios”; nos encomendamos a Santa Rosa de Lima.
Hoy en Lima es una fiesta tan grande que hay una procesión que paraliza el centro de la ciudad (porque Lima es muy grande, pero paraliza el centro).
Una imagen que sale a recorrer las principales calles y mucha gente va ahí a recorrer aquellos lugares donde vivió, donde hay un monasterio, luego la Iglesia del Rosario donde reposa su cuerpo.
La gente va y ahí hay un lugar muy famoso que es el pozo de los deseos; un pozo donde la gente deja unas cartas pidiéndole algún deseo, algún favor a esta santa.
PROTEGIÓ AL SANTÍSIMO SACRAMENTO
“Pues qué bonito es esto Señor: la virtud de la pureza. Pienso que es una virtud que está unida Señor, a ese amor que Santa Rosa de Lima tenía por la Eucaristía, hacia Ti Señor en el Santísimo Sacramento”.
Tanto así, que cuentan que cuando la ciudad de Lima, una ciudad muy importante del virreinato iba a ser atacada por corsarios, Santa Rosa corrió inmediatamente, reunió a las mujeres en la iglesia de Nuestra Señora del Rosario para orar y que no fuese atacada.
Ya estaban los corsarios listos para atacar y cuentan que se subió al altar y estuvo ahí casi, casi, como digamos “cosida” por así decirlo, un poco más y se amarraba para proteger al Santísimo Sacramento.
“Y es que Señor, tenemos esa posibilidad de amarte y de quererte en la Santa Misa y también en ese culto eucarístico”.
LA MISA
“Señor, no queremos que la misa sea un culto más, un acto social, como puede pasar a algunas personas; Señor, queremos que cada misa sea un encuentro contigo; queremos prepararnos bien, confesándonos si hay pecados graves y también si hay pecados veniales, porque no queremos que haya nada que nos separe de Ti.
No queremos recibirte indignamente, cuidando también esa genuflexión, que qué pena Señor, cuando hay personas que entran a una iglesia y no se arrodillan o no hacen, al menos, una referencia; danos una fe más grande Señor”.
Te lo pedimos también Santa Rosa, patrona de América y de las Filipinas, que nos consigas de Dios una fe más grande en el Santísimo Sacramento para vivir mejor la Santa Misa, para sacarle todo el provecho que podamos sacarle a ese encuentro con Dios; ese momento en el cual el Cielo y la tierra se juntan.
Consíguenos también que podamos vivir cada uno, según su estado, la virtud de la pureza, para que sepamos amar. Que ya no se trate de un se puede o no se puede, ante ese libertinaje, ante esa mundanidad; queremos vivir como hijos de Dios en medio del mundo.