HACER LO CORRECTO
Hace pocos días vi una noticia que me llamó mucho la atención, se trataba de una manifestación por el asesinato de George Floyd.
Los manifestantes estaban destruyendo varios edificios que estaban alrededor, y en uno de esos, – me pareció que era una librería-, una chica se puso delante de la puerta para impedir la entrada de un par de manifestantes que estaban con bates y martillos intentando romper las vidrieras para entrar.
Me llamó mucho la atención porque la chica nunca se portó agresiva. Simplemente, abrió los brazos como para impedir que pasen.
Uno de ellos intentó empujarla, la tiró al suelo y ella se volvió a levantar, y se volvió a poner el mismo sitio. Luego se acercaron otros para ayudar a la chica, y ya entre varios impidieron que entren a ese sitio.
Pero me parece que es una buena forma de empezar este rato de oración. Porque, ¿Qué es lo que espera Dios de los cristianos? ¿Qué espera Dios de ti y de mí? ¿Que tengamos acciones valerosas como ésta?
Y es que me pareció una cosa proverbial, un valor impresionante el de esta chica…
CUMPLIR LO QUE DIOS NOS MANDA
¿Es eso lo que tenemos que hacer? ¿Dar como testimonio, yendo a todas partes, evitando que haya saqueos? O, ¿intentando dar nuestra vida por las intenciones grandes o los ideales mayores?
Creo que es muy interesante lo que nos dice Jesús en el Evangelio del día de hoy. Dice:
“No crean que he venido a abolir la ley y los profetas. No he venido a abolirlos, sino a dar plenitud. Les aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley”.
Y aquí viene lo increíble, sobre lo que creo que podemos hacer oración hoy día:
“El que se salte uno de estos preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres, será el menos importantes en el Reino de los cielos. Pero quien los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los cielos”
(Mt 5, 17-19).
ENSEÑAR A LOS DEMÁS
Para entrar en el Reino de los Cielos no hace falta tener actos súper heroicos, como el de la chica, -aunque está muy bien y que algunas personas que tienen la capacidad de hacerlo lo hagan.
Pero tal vez otros no harían tanto, ya sea por miedo o por vergüenza, y a otros sería imposible pedirnos una cosa así.
Sin embargo, el Señor es claro, lo que tenemos que hacer es cumplir la ley de Dios, no saltarnos los preceptos hasta los menos importantes, y enseñar esto a los demás. Eso nos llevará a ser grandes en el Reino de los Cielos.
SANTIDAD EN LAS COSAS PEQUEÑAS
La santidad consiste en cosas pequeñas, en amar al prójimo, en portarnos de forma coherente con lo que pensamos. Es muchas veces, ser como niños delante de Dios.
Que tengamos la humildad de ir recogiendo flores pequeñitas, que son los pequeños vencimientos a lo largo de la jornada, y no despreciamos esas nimiedades que son en realidad, piedras preciosas.
Es labor de toda la vida la santidad. Exige paciencia, constancia, ofrecer uno y otro día pequeñas cosas, no grandes actos heroicos. Pequeñas cosas, como el dejar arreglada tu casa. Comerte todo lo que te sirves. Intentar no decir malas palabras. No hablar mal de los demás…
HAZ LO QUE DEBES. ESTÁ EN LO QUE HACES
En estos tiempos de aislamiento y de distanciamiento social, que a veces es difícil, pues tenemos una cosa pequeña. Por ejemplo, hay mucha gente que está como más angustiada por no contagiarse, y otros a los que no les importa tanto.
Tal vez un pequeño detalle de cosas pequeñas que podemos vivir es, intentar que todo el mundo esté tranquilo cuando estoy presente.
Guardar las distancias, aprovechar, utilizar el gel o lavarse las manos con frecuencia. Llevar mascarilla, aunque sea molesto, porque esa es una forma pequeña y concreta de demostrar a los demás que nos interesan.
Y también es una forma pequeña de vivir lo que el Señor nos enseña hoy en el Evangelio.
Por eso es tan importante vivir la ley de Dios, seguir ese consejo de san Josemaría:
“Un pequeño acto hecho por amor. ¿Cuánto vale? ¿Y lo quieres de verdad hacer santo? Cumple el pequeño deber de cada momento. Haz lo que debes. Está en lo que haces”.
Esto va muy de la mano de la fórmula de beatificación del Señor, que la encontramos en san Mateo:
“Siervo bueno y fiel, has sido fiel en lo poco que confiaré lo mucho”.
LOS DETALLES DEL DÍA
Sé fiel en lo poco. Cumplir los pequeños mandamientos. Hacer las cosas que nos toca. Todo es un conjunto de cosas pequeñas.
Y es que ahí está la alegría de ser hijos de Dios, de comportarnos como chiquitos que saben que las cosas grandes no van a hacer. Pero las cosas chiquitas si están a su alcance.
Y eso es lo que hacemos, porque tenemos la seguridad, la convicción de que al Señor le gusta mucho.
LAS VÍRGENES PRUDENTES
Por el contrario, encontramos en los Evangelios una fórmula de condenación. Te acuerdas de la parábola de las vírgenes prudentes y de las vírgenes necias. Las vírgenes son las que le están esperando al esposo para que venga.
Cuando el esposo llega, hay unas que tienen aceite y otras que se les ha acabado el aceite, porque el esposo se ha demorado.
Han estado todas ahí esperando. Pero unas han sido prudentes y las otras han sido necias. Y el Señor es súper duro en la parábola. Porque a las prudentes les deja entrar con él a su cena, y a las necias les dice que no les reconoce.
Estar vigilantes, bien preparados. Viviendo siempre las cosas pequeñas.
ALEJANDRO MAGNO
Cuentan de Alejandro Magno, que también tenía mucho cuidado con las cosas pequeñas, y en las cosas de la administración de su reino. Como griego-macedonio que conquistó casi todo el mundo conocido, lo fundamental de su estrategia era que tenía unas alas del ejército muy bien preparadas, y que él mismo había ido profesionalizando en el tiempo.
Tenia también una habilidad especial de fijarse en las cosas pequeñas, en las cosas que sus enemigos hacían para al disponer, -por ejemplo-, el orden de los ejércitos (para tomar ventaja de cosas pequeñas).
Como por ejemplo estar cerca de un río o tener más cantidad de caballería, o la pequeña diferencia de la longitud de las lanzas, … cosas pequeñas. Con eso llegó con su ejército hasta los confines del mundo conocido.
LOS DEBERES PEQUEÑOS
Por eso la santidad grande también está en luchar por cumplir los deberes pequeños de cada instante. Y muchos son estas cosas concretas, las que podemos hacer poner las últimas piedras en lo que hacemos.
Pensar en los que vendrán después de mí. Dejar las cosas bien terminadas. No tener como complejo de que me den la cara por ser el que lavo los platos o por qué me dejo las cosas limpias hasta el final.
No buscar justificaciones que no me gusta o que estoy demasiado cansado. No. Esas son las cosas pequeñas. Dar ese plus, ese extra. Porque así nos estamos santificando. La santificación no son las cosas demasiado raras o difíciles. Está en las cosas pequeñas.
SER GRANDE EN EL REINO DE LOS CIELOS
Por eso nuestro Señor nos enseña una y otra vez, que el que cumple los pequeños preceptos, que es cumplir sus mensajes, cumplir sus mandamientos; porque quien los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los Cielos.
Señor, te pedimos que nos ayudes a ser delicados con los demás. Que sepamos enseñar todos tus mandamientos, y sepamos sobre todo cumplir tus preceptos, para hacer a la gente agradable la vida en la tierra y para hacer a base de cosas pequeñas, un gran tesoro en el Cielo.
Ponemos estas intenciones en manos de nuestra Madre Santa María. Ella también vivía las cosas pequeñas, y ella seguramente a la gente que estaba a su alrededor le hacía la vida muy feliz. ¡Vamos a pedírselo nosotros también!