Celebramos hoy la fiesta de san Lorenzo, uno de los siete Diáconos de Roma. O sea uno de los siete colaboradores más cercanos del Papa Sixto en el siglo III, de la primitiva Iglesia en Roma.
El oficio de san Lorenzo era un oficio muy bonito, porque él se encargaba de distribuir las ayudas que se recibían en la Iglesia a favor de los pobres.
En el año 257 el Emperador Valeriano publicó un decreto de persecución en el cual ordenaba que todo el que se declaraba cristiano sería condenado a muerte. El 6 de agosto el Papa Sixto estaba celebrando la santa misa en un cementerio de Roma, cuando fue asesinado junto con cuatro de sus diáconos.
Entonces, Lorenzo viendo que el peligro llegaba recogió todo el dinero y demás bienes que la Iglesia tenía en Roma y los repartió entre todos los pobres. El alcalde de Roma, que era un pagano muy ambicioso, llamó a Lorenzo y le dijo: -Me han dicho que los cristianos emplean cálices y patenas de oro en sus sacrificios y que en sus celebraciones tienen candelabros muy valiosos. Vaya, recoja todos los tesoros de la Iglesia y me los trae. Porque el emperador necesita dinero para costear una guerra que va a empezar.
Lorenzo, no sin un toque de sentido del humor, le pidió que le diera tres días de plazo para reunir todos los tesoros de la Iglesia. En esos tres días fue invitando a todos los pobres, lisiados, mendigos, huérfanos, viudas, ancianos, ciegos, leprosos, etcétera, que él iba ayudando con sus limosnas.
Al tercer día mandó a llamar al alcalde diciéndole: -Ya tengo reunidos todos los tesoros de la Iglesia, le aseguro que son más valiosos que los que posee el emperador.
TENER LOS SENTIMIENTOS DE CRISTO
Cuando llegó el alcalde, muy contento pensando llenarse de oro y plata y al ver semejante colección de miseria y enfermedad, se disgustó tanto que mandó a matar a Lorenzo. No antes sin que Lorenzo le dijera: – ¿Por qué se disgusta? Estos son los tesoros más apreciados de la Iglesia de Cristo.
Bien, pues ahí tenemos como una primera lección, san Lorenzo nos enseña a darnos cuenta de lo que verdaderamente es importante. Aquel santo Diácono tenía los sentimientos de Cristo.
Qué pena, Jesús, saber qué pues yo nunca podré eliminar del todo las necesidades de los pobres y enfermos. Pero sí que puedo hacer algo, no solamente con mi colaboración material, con mi ayuda, con mi limosna; pero sobre todo también con mi cariño.
Y no solamente en épocas muy concretas de mi vida, que es una cosa muy buena. Mucha gente, por ejemplo, en Semana Santa se va a ayudar a personas de escasos recursos en las comunidades de distintas partes de sus países, que viven en extrema pobreza. ¡Qué maravilla!
Pero también yo puedo todos los días sonreírle a aquel anciano, aquella anciana aquel niño que está pidiendo una limosna en un semáforo. Por ejemplo, ahora que hay tantos migrantes en mi ciudad, puedo ayudar también con una limosna o les puedo ayudar con algo de comer.
Volviendo a la historia de san Lorenzo… Se cuenta que el alcalde lleno de rabia lo mandó a matar con un asesinato muy sangriento. Encendió una parrilla de hierro y allí acostó al diácono Lorenzo, era el 10 de agosto del año 257.
Si tienes algún día la suerte de ir a visitar la ciudad de Roma, puedes ir a ver a la Iglesia de san Lorenzo.
Prácticamente, es una de las poquísimas iglesias que no se han modificado. Sino, que se mantiene con el mismo diseño que tenía en aquel entonces la Iglesia que se levantó en honor de san Lorenzo, pocos años después y ahí está la parrilla. Se guarda como una reliquia la parrilla en la que san Lorenzo fue martirizado. ¡Que martirio tan violento Jesús! Nada más de pensarlo, se me retuercen las tripas…
NO DEJARSE LLEVAR POR LOS RESPETOS HUMANOS
Y por contraste, me viene a la memoria eso que ya alguna vez te había contado, haberme confesado de adolescente, en una ocasión, por haberme dejado llevar por los respetos humanos. En lo que el sacerdote me dijo: -Mira, muchos mártires se dejaron quemar vivos por amor a Dios. A ti no te vendrá nada mal una tostadita.
Es verdad, Jesús, se me retuercen las tripas de pensar en el martirio de san Lorenzo. Pero también, quizá, pensándolo, alguna vez tú también te has dejado llevar de los respetos humanos. Es decir, de no haber sido valiente para defender las cosas de Dios, por tu silencio o por tu risa tonta a un chiste en el que se burlan de Dios o de la Iglesia.
Señor, ya no más vivir con miedo al qué dirán. Que sólo me importe lo que piensas Tú.
Ahora que muchos de ustedes vuelven de la Jornada Mundial de la Juventud. Que estuvieron allí reunidos con el Papa cientos de miles de jóvenes y vuelven a la vida ordinaria. Piensa que también ahí, en esa vida ordinaria, habrá momentos muy bonitos de defender con valentía tu fe: en una fiesta o entre un grupo de amigas, amigos.
Pues que no deje de resonar en tus oídos esa porra que gritaste allá con tanta fuerza: “Esta es la juventud del Papa…”. Una juventud valiente que da la cara por Jesús. Como les dijo el Papa Francisco en la misa de clausura: “-Jóvenes no tengan miedo, es Jesús quien los mira y se los dice.”
SER VALIENTES
Relacionando la valentía de San Lorenzo con el Evangelio de hoy, en que Jesús les pregunta a los apóstoles:
“- ¿Quién dice la gente que soy yo?”
(Mt 16, 13)
y como Pedro valiente dio un paso enfrente y le dijo:
“-Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”
(Mt 16, 16).
Si ahora mismo, Jesús le preguntará a tu ángel de la guarda: A ver, ángel de la guarda de fulanita o fulanito, ¿quién dice él que soy yo? ¿Qué le respondería tu ángel de la guarda? Jesús, dice que Tú eres el Hijo de Dios, que cree verdaderamente en Ti. Como le dijo Pedro, ¿verdad?
O quizá tu ángel de la guarda le tendría que decir a Jesús: -Señor, dame chance, ¿no? Así como también aquella vez que Jesús cuenta la parábola de aquel árbol que es abonado y que no está produciendo fruto, y hay que cortarlo y dice: dame chance, déjame abonarlo todavía un año más…
Ojalá que tú puedas, también, responder con Pedro con firmeza que Jesús es el Hijo de Dios. No solamente con tus porras en una Jornada Mundial de la Juventud donde todo mundo estaba a favor. Sino también, esos lugares donde casi nadie está a favor o por lo menos la gente se oculta y se burla.
Tienes tú que dar la cara por Jesús. Pues, no tengas miedo. No tengas miedo, como lo dice el Papa.
PALABRAS DEL PAPA A LOS JÓVENES
Platícale a Jesús: Señor, ¿a qué te refieres con no tener miedo? Bueno, pues quizá a ser más sincera con mis papás y en no ocultarles la verdad por miedo a que me castiguen o me dejan sin permiso, ese permiso que tanto anhelo.
O quizá el miedo a las amigas, en el sentido de ser rechazada por el ambiente. Miedo a no pertenecer, que me lleva Jesús, a terminar haciendo o diciendo lo que todos hacen o vistiendo como todas visten.
En el fondo, es un pavor a no ser aceptada y a valorarme por lo que piensan o dicen de mí. Bueno, pues tenemos que terminar.
Jesús, te pido por intercesión de san Lorenzo y, así al terminar mi oración te lo pido también, como siempre, por la intercesión de la Virgen María, que es mi Madre, que intercedan por mí, para que tenga el coraje de tener esa valiente defensa de mi fe.
Y de levantar los ojos a Jesús que me están mirando a los ojos y me está llamando por mi nombre y me está diciendo: -No tengas miedo.
Terminamos con estas palabras del Papa que les dijo a los jóvenes en estas jornadas que tuvo con ellos la semana pasada:
“Y a ustedes jóvenes, que en este tiempo tienen la tentación de desanimarse, de esconder su dolor bajo una sonrisa,
que quieren cambiar el mundo y poner empeño e imaginación en ello, pero les parece que no es suficiente.
A ustedes jóvenes, que la Iglesia necesita, que el mundo necesita como la tierra de la lluvia.
A ustedes que son el presente y el futuro, precisamente a ustedes, jóvenes, Jesús les dice: No teman. No tengan miedo.”
(JMJ Lisboa, 2023)