Podemos empezar la oración agradeciéndole a Jesús, cada uno de nosotros, tantas cosas. Pero algo, concretamente, se celebra hoy a san Pablo VI, Papa reciente. Señor, gracias por los papas santos que hemos tenido.
En la historia de la Iglesia muchos, pero los Papas santos Señor que hemos tenido gracias a Ti, gracias a su esfuerzo también, pero gracias a Ti Señor. Un Papa santo recientemente: Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II…
Hoy día celebramos la fiesta litúrgica de este santo tan cercano a nosotros, al que con toda seguridad le debemos un montón. Podemos agradecerle a Dios tantas cosas de nuestra familia, de que ahora mismo estemos rezando.
Señor, gracias porque sé rezar, porque quiero rezar y esto es algo que brota de mí, pero no brota en mí sin Tu gracia Señor. Por eso gracias Señor, por Tu ayuda, Tu empuje al que yo respondo que sí y rezo y hago más de alguna cosa buena con Tu gracia Señor.
PABLO VI
La misma gracia, la misma ayuda a la que fue tan fiel la que dio tantos frutos en la vida de san Pablo VI; fue ya desde antes, pero en medio el Concilio Vaticano II, en que fallece Juan XXIII y es elegido Papa Montini, toma el nombre de Pablo VI; toma las riendas, ¡qué valiente fue tomando el timón de la Iglesia en el Concilio Vaticano!
Hace poco, estuve leyendo un librito que se llama “Breve historia del Concilio Vaticano II” de José Morales. Es breve y destaca mucho un montón de aspectos en los cuales se notó la acción de la gracia de Dios y también cómo Pablo VI fue valiente y guió a la Iglesia.
El protagonista del Concilio Vaticano, como de todos los concilios, es el Espíritu Santo; eres Tú Señor, pero Pablo VI fue valiente tomando el timón y fue audaz.
En el mismo sentido el viaje de Pablo VI, siendo él Papa, a Tierra Santa fue audaz y sus palabras en Nazaret son preciosas (vale la pena “googolearlas”, buscarlas) y la rectitud de Pablo VI de la que le podemos agradecer de nuevo al Señor, de la que tantos frutos buenos hay y seguirá habiendo en la vida de la Iglesia.
HUMANAE VITAE
Para el mundo entero la rectitud de san Pablo VI con ese documento magisterial lleno de la fuerza de Dios, la Humanae Vitae, muchos otros documentos del Papa, pero aquel documento…
Con qué fuerza, no sólo Pablo VI muestra la verdad del Evangelio de cara a los métodos anticonceptivos por ejemplo, sino más profundamente a una mentalidad anticonceptiva o a un corazón que teme a la vida o que desconfía de Dios.
Quizás nos puede servir para rezar la oración colecta de la misa de hoy, de san Pablo VI; nos puede servir para rezarla ahora:
“Señor que has encomendado el cuidado de Tu Iglesia al Papa san Pablo, apóstol valiente del Evangelio de Tu Hijo haz que, iluminados por sus enseñanzas podamos cooperar contigo para difundir en el mundo, la civilización del amor”.
Pablo VI colaboró, trabajó con Dios -digamos- recibiendo la gracia, el impulso, las luces de Dios; trabajó con Dios, colaboró con el Señor para difundir en el mundo la civilización del amor.
Eso es lo que le pedimos ahora mismo, se lo pedimos en la liturgia toda la Iglesia hoy a Dios: “Señor, que cooperemos contigo como san Pablo VI, con esa rectitud de Pablo VI, con la sinceridad de corazón de Pablo VI”.
JESÚS EXPULSA A LOS QUE NO ESTÁN CON UN CORAZÓN RECTO
Conecta con el Evangelio del año litúrgico de la lectura continuada que se llama; viene un texto hoy para Evangelio de san Mateo que, si uno lo mira, está al final en el capítulo 21. También está hacia el final del Evangelio de Lucas en paralelo o hacia el final del Evangelio de san Marcos en paralelo.
En el Evangelio de Juan, en cambio, está al principio. Es esta escena en que cuando se le acercan a Jesús a preguntarle por la autoridad con que ha hecho algo que los ha desconcertado a los sumos sacerdotes, a los ancianos del pueblo.
Y es que Jesús expulsa a los vendedores del Templo, a los que no están ahí realmente con un corazón recto; a los que no están ahí realmente para dar gloria a Dios, sino por beneficio personal y ofendiendo al Señor.
Lo cuenta san Juan al principio de su Evangelio; Marcos, Mateo y Lucas lo cuentan hacia el final.
Jesús expulsa a esos vendedores, por decirlo así, purifica el Templo; purifica los corazones con fuerza y entonces viene la escena que aparece hoy en el Evangelio:
“Se le acercan los sumos sacerdotes, los ancianos del pueblo y le preguntan: ¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?
Y Jesús va a la sinceridad en el corazón de ellos, a la rectitud en las preguntas que le están haciendo.
“Jesús les replicó: os voy a hacer yo también una pregunta. Si me la contestáis, os diré Yo también con qué autoridad hago esto”.
Razonable, el Señor dice en un intercambio de palabras, en un intercambio de razones, si hay rectitud, se puede, si no…
“Por eso Yo les voy a hacer una pregunta para ver si realmente son rectos. Ustedes me piden una respuesta sincera, pero a ver ¿qué tan sinceros son ustedes?”
Les dice:
“El bautismo de Juan, ¿de dónde venía? ¿Del Cielo o de los hombres?”
Ustedes que quieren luz, ustedes que quieren razones, ustedes que parecen estar buscando la verdad, a ver en la sinceridad, la rectitud, la luz, las palabras de Dios a través de Juan ¿eran sólo de Juan o venían de Dios?
Y ellos no son rectos, no son transparentes, no son sinceros. Dice san Mateo:
“Ellos se pusieron a deliberar: si decimos del Cielo, nos dirá ¿por qué no le han creído? Si decimos de los hombres tememos a la gente porque todos tienen a Juan por profeta”.
No están pensando en términos de qué es verdad y qué no; están pensando en qué me conviene y cómo decirlo. Por eso, cuenta san Mateo:
“Y respondieron a Jesús: no lo sabemos”;
implícitamente, no estamos dispuestos a ser transparentes.
“Él, por su parte,”
dice san Mateo
“les dijo: entonces Yo tampoco les digo con qué autoridad hago esto”.
(Mc 11, 27-33)
SINCERIDAD
“Es que a Ti Señor te importa la sinceridad; no porque no quisieras responder a aquella pregunta, si era súper patente por qué habías hecho las cosas. De hecho, era súper patente que las habías hecho de una vez por todas.
Alguien se atrevía a hacerlo porque era valiente; porque era realmente sincero; era bastante patente por qué hacías Señor las cosas”.
Pero aquí se muestran en este intercambio de palabras que a Ti Señor te importa la sinceridad, la rectitud de corazón y por eso es tan bueno el día de hoy para pedirle a san Pablo VI que brilla en él esta rectitud, esta valentía, este jugársela por cariño a Dios y por amor a los demás, por servicio a la Iglesia.
Este ser sinceros, ser rectos vamos a pedirle ahora terminando este rato de oración, habiendo contemplado esta escena del Evangelio, viendo esta rectitud en Tu corazón Jesús y en los que se han parecido mucho a Ti, los santos.
“Señor, yo también quiero ser sincero, yo también quiero ser recto porque eso da una alegría inmensa en el propio corazón y difunde, siembra alrededor paz y alegría”.
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