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TAMBIÉN DIOS SE ENFADA

Dios
MODOS EXTREMOS DE AMAR

Cada vez está más cerca la Semana Santa. Esos misterios centrales de nuestra fe, la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Vemos cómo poco a poco, en las lecturas del Evangelio encontramos que Jesús hace muchas referencias a su Padre, a Dios Padre. 

Pensaba en una cosa que me sucedió hace poco. Estaba en una biblioteca y me encontré con un libro en donde estaban las nuevas adquisiciones. 

Me llamó la atención el título de un libro que está en italiano y decía así: “Anche Dio si arrabbia”, “También Dios se enfada”. Me llamó la atención porque, pensar que Dios también se molesta. En el subtítulo de este libro decía: “La ira y el juicio divinos como modos extremos de amar”.

Esto está relacionado con una pregunta que muchos jóvenes me hacen: ¿Por qué Dios, en el Antiguo Testamento, está siempre molesto? Parece que es cierto porque vemos que Dios quiere destruir ciudades, castigar al pueblo de Israel y se levanta en su ira. Luego viene Moisés, Abraham y distintos personajes que le dicen: Señor, cálmate, no lo hagas, ten piedad de ellos, ten compasión. Y vemos cómo Jesús nos muestra el rostro del Padre.

¿POR QUÉ DIOS SE MOLESTA?

Sin embargo, no es que Dios en el Antiguo Testamento estuviera molesto y luego el Nuevo Testamento se le pasó y está más tranquilo, y está mayor y ya se le pasan esos episodios de ira,  no. Dios no cambia. La pregunta es ¿Por qué Dios se molesta en el Antiguo Testamento? Porque ese mismo Dios, no es que sean 3 dioses distintos. A Dios le molesta la dureza de corazón de los hombres. Le molesta ver cómo es el pueblo de Israel, a quien ha salvado, ha elegido, ha ido formando poco a poco, se vuelva a los ídolos. Esto es lo que a Dios le duele y por supuesto que se llene de ira. Una ira que tiene como finalidad hacer que ese pueblo cambie. De hecho pasa que el pueblo se arrepiente, se da cuenta de sus pecados. A veces Dios los suelta un poquito, los hamaquea para que aprendan un poco lo que es valorar el amor de Dios. 

RESPETAS NUESTRA LIBERTAD

Por eso, hace unos días escuchábamos esa parábola del hijo pródigo. En la que Tú, Señor, nos das una imagen del amor del padre. El padre de la parábola es Dios. Ese Dios del Antiguo Testamento. Y solo así podemos entender este pasaje de la misa de hoy, miércoles de Cuaresma. Un pasaje bastante largo (no lo vamos a leer todo). 

El Señor está allí con los judíos, probablemente fariseos que lo ponen a prueba.  El Señor empieza diciendo: 

“Mi Padre sigue actuando y yo también actúo”

(Jn 5, 17).

Qué palabras tan bonitas, pero no; esto hace que los judíos se molesten, sí llenen de ira diciendo que tenían ganas de matarlo. Porque, no solo quebrantaba el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios. “Mi Padre sigue actuando y yo también actúo” Estas palabras, tuyas Señor, tienen relevancia y vigencia hoy en día. 

Uno puede preguntarse: ¿Cómo, Señor, si has dejado que le pase esto a mi hijo, a mis padre, hay esta guerra…? Todos esos eventos, el dolor, la muerte, las guerras, el mal que vemos en el mundo, nos pueden llevar a preguntar, a cuestionarnos sobre si realmente Dios actúa. ¿No será que Dios ya se ha cansado de nosotros? La verdad es que no. 

Pero Tú, Señor, respetas nuestra libertad. Incluso podemos hacer mal uso de esa libertad, que es lo que vemos; el mal, es un mal uso de la libertad, es no hacer el bien, el bien para el que estamos hechos. 

“PLAY”, ACTIVAMOS NUESTRA ALMA

Entonces, Dios realmente si está actuando. Porque así como vemos ese mal en el mundo, también hay mucho bien en el mundo. Lo que pasa es que muchas veces el bien no vende, no se le da mucha publicidad. Más publicidad tienen hechos delictuosos; pero hay mucha gente que hace el bien, hay muchas personas que hacen el bien. 

Tú y yo, ahora estamos rezando, que estamos elevando nuestra alma a Dios, de esta nuestra pobre existencia terrena, estamos haciendo mucho; esa Iglesia que reza. Seguramente aquí, los que estamos escuchando esos 10 minutos con Jesús, somos gente de muchas edades; hombres y mujeres de muchos países, que en distintos momentos le hemos puesto “play” a este audio en las distintas plataformas. 

No es únicamente “play”, no es únicamente una “App” o un programa que de pronto se activa ¡no,no! Se activa nuestra alma. Y nos apartamos un poquito, aunque podamos estar en medio de la calle, en nuestra habitación o donde sea, escuchando este audio que nos ayuda a hablar con Dios. A que nuestra alma tenga ese contacto con ese Dios que está en lo íntimo de nuestro corazón y nuestra alma en gracia. 

SIEMPRE NOS ESCUCHAS

Pero que incluso, aunque no estemos en gracia de Dios, también nos escucha y que nos dice: “Hijo mío, hija mía, vuelve a mí. Vuelve a mí como el hijo pródigo. Sabes que yo nunca me canso de perdonar, tú no te canses de pedir perdón”. 

Podemos empezar por allí en este tiempo de Cuaresma, un tiempo de conversión, no lo olvidemos de hacer una buena confesión o de dar ese paso de confesarnos, si no lo hemos hecho hace mucho tiempo. Para que Dios siga actuando en nuestras almas, en ti y en mí. 

Pero eso, tú y yo, podemos impedirle esto al Señor, que actúe en nuestras almas. Por eso, pensemos qué barreras hay entre tú y Dios.  A veces puede ser más bien un hilillo, algo que el demonio ha aprovechado, como una telaraña. ¿Te ha pasado? Entrar a una habitación que tiene telarañas y no puedes quitártelas todas y están allí y se pegan. 

A veces podemos tener alguna telaraña de algún vicio, defecto, algo que no está bien. Un espacio de esa casa, que es nuestra alma, donde aún no entra esa luz de Dios. Tenemos que dejar que Dios haga eso, haga esa obra en cada uno de nosotros. Ese Dios que ha resucitado. 

En este Evangelio, de la misa de hoy, el Señor habla un poquito de esto, de cómo en un momento, los que están en el sepulcro, oirán su voz. Los que hayan hecho el bien, saldrán a una resurrección de vida. Los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicios, hablando del juicio final. 

¡VOLVERAS!

Pero todo eso tiene como presupuesto la Resurrección del Señor. Jesucristo que vence y que después de un tiempo, no sabemos cuánto, volverá. El Señor volverá. Pensemos esto y eso nos ayudará a tener puesta nuestra mirada en Dios. 

Hay muchas personas que niegan que Jesucristo haya resucitado, que Jesucristo vaya a volver. Pero Jesucristo va a volver y ahí nos enteraremos de cómo será eso. Por eso tenemos que prepararnos para su venida todos los días, todos los días. No únicamente, y no sería lo ideal, por miedo o mejor me porto bien porque no vaya a ser que hoy sea el fin del mundo… 

Aquí, en Lima, que es de donde soy y de donde estoy haciendo estos 10 minutos de oración, en todo el litoral peruano es una zona sísmica; a veces incluso nos acostumbramos, los que vivimos en Lima, a los sismos porque dicen: otros sismo y uno se queda tranquilo, pero cuando ya se mueve un poquito más, ya salimos… 

No podemos estar así pensando: ¿ya será que es el fin del mundo? No, de ninguna manera. “Vivimos sin miedo a la vida y sin miedo a la muerte” como decía San Josemaría. Pero sí muy preparados y así somos felices. 

Porque, citando al mismo santo, “El cielo está hecho para los que han sabido ser felices aquí en la tierra”. 

Esa felicidad del cielo la obtendremos si hemos sabido ser felices aquí en la tierra haciendo la voluntad de Dios, como lo supo hacer Santa María. 

 

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