Hace algún tiempo, una señora me enseñó una imagen de la Virgen María, era una imagen en blanco y negro, chiquita, que debía ser muy antigua, pues, estaba ya arrugadita.
Sin embargo, la Virgen seguía manteniendo una mirada muy tierna y el Niño Jesús, que está a su lado, también. Además, el Niño tiene los brazos abiertos como con ganas de darte un abrazo.
– ¿Y qué advocación es? Le pregunté.
-Es María Auxiliadora. Me contestó, como extrañada de que no lo supiera.
-Fíjate lo que dice atrás, me dijo.
Entonces, para mi sorpresa pude ver que detrás de la imagen había algo escrito, como una dedicatoria, con una letra manuscrita apenas legible, que decía lo siguiente: “-Te agradezco tu generoso donativo de doscientos pesos que mandaste a María Auxiliadora, para sus niños pobrecitos. Cómo tú eres la cooperadora más pequeña que tiene María Auxiliadora te tiene que ver como su consentida. No te olvides de ella el día de su santo, que es el 24 de mayo, espera que le mandes su cuelga.”
Bueno, aquella persona me terminó dando un poco de contexto, para que yo entendiera. Resulta que cuando ella tenía seis años, iba en primero de primaria en su colegio y las monjas hicieron una colecta para los pobres de la Virgen.
Ella también cooperó con un dinerito. No sé, yo me imagino que quizá era el billete que se había llevado para comprarse algo en la tiendita y que, en vez de eso, lo dio para los pobres de la Virgen. Y como agradecimiento a su generoso donativo, le regalaron esa estampa de María Auxiliadora, con esa encantadora dedicatoria.
Me terminó contando que: -Esta imagen ha estado siempre a mi lado.
SANTO DE MARÍA AUXILIADORA
Yo me acordé de esto, que me sucedió hace ya algunos años, porque, bueno, como escuchaste en la dedicatoria de aquella imagen, hoy es el santo de María Auxiliadora.
Y más allá de la advocación de María como auxilio de los cristianos, a la que ahora te contaré, me hacen pensar en la fuerza que puede tener un acto de piedad mariano bien hecho, en una niña de seis años que le dejó una huella en su corazón de amor a María para toda la vida.
Porque, primero que nada, nos habla de generosidad. Se trata de una niña que da un donativo para los pobres. Yo me puedo imaginar esa chiquilla, que se desprende de su billete de doscientos pesos en aquel lejano 1954, porque la dedicatoria tenía fecha, le tome una fotografía y dice: “28 de febrero de 1954”.
Con doscientos pesos, quizá, le alcanzaría para comprarse algo en la tiendita, pero que prescindió para dárselo a la Virgen. No puedo ni imaginar la cara de alegría de María Auxiliadora de recibir en su alcancía ese billete arrugado. Que por su valor simbólico valdría más que muchos millones.
Y qué fuerza debió ejercer María Auxiliadora esta niña, para conservar una imagen que le dieron hace 70 años. Pues, no puede ser otra que la fuerza del amor. El amor a Jesús y a su santísima Madre. En este caso de María, bajo la advocación de Auxiliadora, la fiesta que celebramos justo hoy y por eso me di a la tarea de averiguar un poco de esta advocación.
MARIA AUXILIO POTENTÍSIMO DE DIOS
Me encontré con que el primero que llamó a la Virgen María con el título de Auxiliadora fue san Juan Crisóstomo en Constantinopla en el año 354. Él dice, Tú María eres auxilio potentísimo de Dios.
San Juan Damasceno, en el año 749 fue el primero en propagar la jaculatoria: “María Auxiliadora ruega por nosotros”. Y repite, la Virgen es Auxiliadora para evitar males y peligros, y Auxiliadora para conseguir la salvación.
En el año 1572, el Papa san Pío V ordenó que en todo el mundo católico se rezara en las letanías, la advocación: “María Auxiliadora ruega por nosotros”. Porque en ese año, Nuestra Señora ayudó prodigiosamente en la batalla de Lepanto a toda la cristiandad, que venía a ser destruida por un ejército mahometano.
En 1814 el Papa Pío VII prisionero del General Napoleón prometió a la Virgen que, el día que llegara a Roma, en libertad, lo declararía fiesta de María Auxiliadora. Inesperadamente, el Pontífice quedó libre y llegó a Roma el 24 de mayo. Desde entonces quedó declarado el 24 de mayo como día de María Auxiliadora.
Bueno, la historia de María Auxiliadora continúa en muchos países del mundo hasta nuestros días. Pero, sin duda, fue san Juan Bosco el santo de María Auxiliadora.
Decía san Juan Bosco, la Virgen quiere que la honremos con el título de Auxiliadora. Los tiempos que corren son tan aciagos que tenemos necesidad de que la Virgen nos ayude a conservar y defender la fe cristiana.
Qué buena ocasión nos dan, tanto la advocación hoy de María Auxiliadora, junto con la historia de nuestra niña de seis años, para tener el deseo de seguir siendo muy niños delante de Dios y de santa María. Para no olvidarnos de que, aunque pasen los años, para María siempre seremos sus niños chiquitos.
LOS POBRES DE LA VIRGEN
Que tampoco nos olvidemos de los pobres de María, de los pobres de la Virgen. ¿Quiénes son los pobres de la Virgen? Pues, todas esas personas necesitadas, no sólo de nuestro generoso donativo, para ayudarles a preservar la vida, que también. Pero, sobre todo, de nuestro cariño de nuestro tiempo.
Es a través de las obras de misericordia como María se sirve para encender nuestro amor a Jesús.
El Papa Francisco, en una ocasión, se preguntaba, ¿cómo puedo hoy encontrar las llagas de Jesús? Yo no las puedo ver cómo las vio Tomás. Respondía el Papa, las llagas de Jesús las encuentro haciendo obras de misericordia.
Fuiste tú mismo, Jesús, quien nos decía:
“-En verdad les digo que cuanto hiciste a uno de estos, mis hermanos más pequeños, a mí me lo hiciste.”
(Mt 25, 40).
Por eso san Josemaría, como tantos otros santos, estaba convencido de que, mediante las visitas a los pobres (él también le llamaba así: visitas a los pobres de la Virgen), se ve, decía, “de una manera práctica a Jesucristo, en el pobre, en el enfermo, en el desvalido, en el que padece la soledad, en el que sufre, en el niño.” (San Josemaría, Carta 24. X.1942, n. 42)
Y junto con las obras de misericordia la devoción a la Virgen.
¡Qué fuerza tiene un acto de piedad, mariano, bien hecho en una niña, un niño pequeño! Para que nunca dejemos de rezar en familia, esas oraciones a María, esas oraciones de la infancia, las de toda la vida.
Te animo aprovechar este recuerdo ya casi al final del mes de mayo, para seguir poniendo en manos de María todas tus preocupaciones, que la invoques con esta advocación:
“Auxilio de los cristianos, ruega por nosotros”.
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