En el evangelio de hoy escuchamos diversas enseñanzas. Palabras muy profundas que tú, Jesús, nos compartes. Me quiero quedar con tres. La primera dice:
“Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo”.
Es muy bonito escuchar lo que tú dices, Señor, y especialmente cuando hablas de Dios. Porque nos revelas realidades que no podemos conocer por experiencia, no podemos observar y medir, no vemos porque Dios es espíritu. A Dios no lo vemos, sabemos de Él por todos sus efectos y hemos visto a Dios hecho hombre, a Jesús, que entró en la historia, habló y trabajó.
Pero vemos a la humanidad, vemos la humanidad de Jesús, no vemos su divinidad. Y tú, Jesús, cuando hablas y nos hablas de la divinidad de Dios en sí mismo, pues son palabras totalmente reveladoras. Palabras que hemos de leer y releer. Meditar para que el Espíritu Santo nos ayude a entender y nos ilumine y entendamos un poquito de la grandeza de la belleza de Dios mismo a quien tenemos esperanza de ver en el cielo.
Pero ya desde ahora pensamos en ti, Señor, con lo que nos dices: “Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo”. Para valorar el trabajo, ahora que estamos a mitad de semana, Señor, quizá ya empiezo a sentirme un poco cansado, ya también el mes de marzo, después de esos tres meses de trabajo ya que vengan las vacaciones por favor…
TRABAJA Y YO TAMBIÉN TRABAJO
Pero este trabajo que me cansa pues es algo agradable a Dios. Tú trabajas siempre, y nosotros trabajamos, estudiamos, hacemos nuestros deberes, nuestras ocupaciones y así te imitamos “Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo”.
Vemos la naturaleza, la creación y vemos cada criatura trabajando, cada criatura cumpliendo con su labor en este mundo. Todos los animales, las plantas, las mismas realidades inertes que actúan de acuerdo a su naturaleza; caer, subir, bajar, el agua. Decía la otra vez una persona, que el hielo flota gracias a que tiene una densidad menor al agua.
Eso es contrario a lo que sucede con los demás elementos que hay en la creación. Cuando una cosa tiene más volumen o se expande, pesa más. Pero el agua, no. El agua al ser contraria, explicaba esta persona, posibilita que haya vida en la Tierra; dice, si el hielo no flotara, no habría vida en la tierra. Explicó ahí una razonamiento que no alcance a seguir.
Y otro decía, no, no, no, pero sí las abejas no existieran tampoco podría haber vida en la tierra, pues porque las abejas… Y también dijo algún razonamiento que concluía que eran esenciales las abejas para la vida del hombre en la tierra.
TODOS SOMOS IMPORTANTES
Y así también, seguramente, todos somos importantísimos. Y hay algunos elementos en esta creación que si no estuvieran, no se podría dar la vida. Y las abejas trabajan, las hormiguitas trabajan y el agua hace su labor, y en la noche también hay algunas criaturas que andan haciendo su trabajo. Todos, todos, trabajamos, todos estamos… Ahora, me acuerdo de un videíto muy chistoso de un tlacuache. Un par de tlacuaches entran en una casa, de repente (esos animales cuando escuchan un ruido, se quedan estáticos como para pasar desapercibidos) escuchan la luz y ese tlacuache estaba de pie y queda así estático, como posando para la foto, muy simpático.
Pues hay capturas nocturnas, los murciélagos, también pensamos en las ratas. Yo a veces digo, es que las ratas ¿Qué hacen? se comen las sobras y las cosas que… Todos tienen su lugar.
Esta Creación. Por qué te hablo tanto de la Creación y de las criaturas que trabajan, pues porque la Creación es una imagen de Dios. Dios en la Creación deja su imagen plasmada. Dice San Pablo:
“Las perfecciones invisibles de Dios las conocemos a través de las perfecciones visibles que hay en la naturaleza” (Rom 1, 20).
LO CONOCEMOS A TRAVÉS DE TI
Si en la naturaleza sabemos que hay una actividad continua, Dios es esa actividad también, la actividad pura. Dios es acto puro. La eternidad no es estática, no es aburrimiento. Dios es acciona total.
Dice, <“Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo”; y luego Jesús dice más adelante:
“Lo que hace el Padre, también lo hace el Hijo”.
Así es que podemos conocer a Dios Padre a través de Jesús. Y como Jesús hace todas las cosas muy bien. Y todo lo que hace Jesús y todo lo que dice es bueno, son palabras de amor las que nos revela. Nos muestras, tu Jesús, con tus palabras y tus acciones como Dios está a favor del hombre.
Y de todas las palabras que dijiste, hay algunas más bonitas porque son más a favor nuestro, más trascendentes porque instituyen una realidad para que permanezca en el tiempo. Por ejemplo, cuando instituyes los sacramentos junto con tus palabras, Señor, instituyes una gracia que va a perdurar por los siglos.
Por ejemplo, cuando dices: “Hagan esto en memoria mía”. Ofrecer el pan, que se convierte en tu Cuerpo; el vino que se convierte en tu Sangre. Y le dices a tus apóstoles: “Hagan esto en memoria mía”. O sea, ustedes ya tienen el poder y hacerme presente a lo largo de los siglos.
NOS BENDICE CONSTANTEMENTE
O aquellas otras palabras también por las cuales instituyes el sacramento de la penitencia. Les dices a los apóstoles: “Vayan, y a quien les perdonen los pecados les quedarán perdonados, y a quien no se los perdonen, no les quedarán perdonados”. Ustedes tienen la fuerza de Dios, a través de ustedes, Dios va a perdonar los pecados. Pero es a través de ustedes; de hombres pecadores, limitados, pero escogidos por Dios y que han recibido ese poder.
Así que conocemos al Padre a través de ti, Señor. Pues qué bueno es Dios que nos da tantos bienes. Nos bendice constantemente y que está a favor nuestro, que nos comprende y que sabe de nuestra debilidad.
Las últimas palabras del evangelio de hoy, que me gusta pensar, que me gusta repetir, es:
“Viene la hora, en que todos los que yacen en la tumba oirán mi voz, y resucitarán. Los que hicieron el bien para la vida, los que hicieron el mal para la condenación”.
Todos vamos a resucitar. Y tú dices, Jesús, con mucha autoridad:
Oirán mi voz, yo tengo la vida porque mi Padre me da la vida. Y cuando escuchen mi voz van a surgir de las tumbas. Pero no serán zombies, serán personas gloriosas. Las que han amado a Dios, pues resucitarán para el amor, para la vida.
RESUCITAR PARA LA VIDA
Porque ese amor de Dios se va a desparramar totalmente, ya no se va a ocultar. Y las personas que han amado, nadarán en ese amor, se embriagarán en ese amor, lo compartirán a todos los demás. Pero los que no han amado, pues no van a resucitar para la vida, sino para la condenación.
Señor, yo quiero resucitar para la vida. Quiero estas palabras que escucho en el evangelio de hoy, que me llenen de esperanza y de ilusión. Ahora que nos estamos preparando para tu Pasión, Muerte y Resurrección, que tu Resurrección sea realmente la fiesta de nuestra propia resurrección. Porque es el fundamento de que al final de los tiempos resucitaremos y si te hemos amado aquí en la tierra, resucitaremos para la vida eterna.
La Virgen ya está en el cielo. Tú, Madre nuestra, ya estás en el cielo, con tu cuerpo, también disfrutando de Dios. Tú eres esperanza nuestra. Ayudarnos a entender estas palabras que tu Hijo nos comparte en el evangelio del día de hoy. Y que también, nos llenen de alegría que comuniquemos a los demás.