LUCHA ASCÉTICA
“Cuando Dios nos prueba con el fuego de la tribulación, no nos extrañemos, como si aconteciera una cosa muy extraordinaria”.
Así nos relata la Primera Carta del apóstol san Pedro en el capítulo IV, versículo 12.
No nos extrañemos como si la contradicción, la tribulación, fuera una cosa muy extraordinaria, porque la vida cristiana es lucha. Si, es una hermosísima guerra de paz, por eso es inevitable que encontremos momentos difíciles, obstáculos, y tropiezos. Hay que tener un sentido positivo de la lucha ascética.
Como dice san Josemaría la vida del hombre es como la vida militar. La lucha del Hijo de Dios no va unida a tristes renuncias, a oscuras resignaciones, a privaciones de alegría.
Al contrario, es la reacción del enamorado que mientras trabaja, mientras descansa, mientras goza, mientras padece; y pone su pensamiento en la persona amada, y por ella se enfrenta gustosamente a los diferentes problemas.
SENTIDO POSITIVO EN LA TRIBULACIÓN
Es lo que recoge un poco el Evangelio del día de hoy. Nos dice que salió el sembrador a sembrar, y se encuentra con dificultades: con los pájaros, con la tierra pedregosa, con la tierra llena de maleza.
Y efectivamente, la palabra no crece, tiene dificultades para que pueda desarrollarse correctamente en esos ambientes. Nuestra vida puede ser similar, que nos encontremos con muchos problemas y cosas que tal vez soñamos que no serían así, pero que después se revelan con una serie de cosas que nos molestan, o que nos hacen perder ese vigor inicial.
TRIBULACIÓN QUE SE HACE BUEN FRUTO
En el matrimonio, alguna persona que encuentra un defecto grave en su cónyuge o en sus hijos, que les dio todo, y de repente nota que están demasiado mimados o que son irresponsables.
Hay muchas cosas que nos pueden hacer dudar, que nos pueden hacer perder la fe, y que antes nos había ilusionado en un principio.
Pero hay que darse cuenta, de que el Señor cuenta con estas cosas. Hay que ver que las contradicciones son propias de nuestra vida. Que no nos extrañemos, como dice san Pedro, como si nos aconteciera algo demasiado extraordinario. Esto es lo nuestro, lo propio.
EN LA TRIBULACION, JESÚS ESTA CONMIGO
Y por eso la Segunda Lectura que nos propone la misa de hoy, es muy interesante. San Pablo dice a los romanos:
“Hermanos, considero que los sufrimientos de ahora no se pueden comparar con la gloria que un día se nos manifestará. Porque la creación expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios. En efecto, la creación fue sometida a la frustración, no por voluntad, sino por aquel que la sometió, con la esperanza de que la creación misma, sería liberada de la esclavitud y de la corrupción, para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios”.
Porque sabemos que, hasta hoy, toda la creación está gimiendo dolores de parto. Y no sólo eso, sino que también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la adopción filial, la redención de nuestro cuerpo.
Qué bonito Señor Jesús, que no pierda de vista esto, y cuando vengan las dificultades, las cosas que no me gustan, que me dé cuenta de que Tú estás trabajando en mí. Y que, aunque cueste mucho, y que gimamos como dolores de parto súper fuertes, vendrán las tribulaciones y las contradicciones, porque eso es parte de nuestra vida en la tierra.
Sin embargo, salió el sembrador a sembrar… Aunque vengan esos obstáculos de la tierra, de los pájaros, de las malas hierbas, si nosotros somos buena tierra, esa siembra será fructuosa, crecerá.
LA ORACIÓN EN LOS MOMENTOS DIFICILES
Ayer tuve la suerte de hacer un live por la cuenta de Instagram de 10 minutos con Jesús, con Bosco Gutiérrez Cortina. Como sabe la mayor parte de los que escuchan estos audios, se trata de un mexicano que fue secuestrado cuando tenía 33 años. Estuvo 9 meses metido en un zulo, en un cuartito de dos por dos.
Y ahí él tuvo una conversión muy interesante. Recurrió a la oración para poder salir adelante, para no perder la cabeza, sino darse cuenta de que Dios también estaba detrás de todo eso, y que, en esos momentos tan difíciles, también podía él aprovecharlo.
Dios trabajó en esa alma de forma especial. Es bonito pensar que Dios nunca nos deja. Por eso a veces tenemos esa sensación de que las cosas no funcionan, y en parte es por soberbia.
Hay que darse cuenta de que el principal enemigo de la lucha interior es la soberbia, que lleva a pensar que todo está perdido después de una derrota.
Dice san Josemaría:
“En ocasiones se agolparon en tu mente los errores cometidos, quizás abundantes. Te lo digo en nombre de Dios: -No desesperes, porque Él, que te ha escogido como hijo, no te abandonará”. (Amigos de Dios, p.214)
CONFIA SIEMPRE EN EL SEÑOR
Es inevitable que fracasemos en alguna escaramuza de la lucha diaria. Una virtud de los buenos deportistas es saber perder. Reaccionar con humildad ante nuestros errores, y también con dolor de amor, que se opone al conformismo, a la tibieza o a la desgana. Vamos a desconfiar de las propias fuerzas y confiar en el Señor.
Hace años leí un libro que me gustó mucho, que se llama “El arte de aprovechar nuestras faltas” (de Joseph Tissot). Y es algo que tenemos que aprovechar todos, nuestras faltas, las cosas que no salen bien.
Como Bosco Gutiérrez, que estaba en una situación en la que no podía manejar, pero no se entregó a la desesperación, sino que encontró en la oración esa herramienta para ser fuerte, para soportar.
También cada uno de nosotros, como dice san Pedro y san Pablo, cuando encontremos la tribulación, que no nos demos contra las paredes o pensemos que se trata de algo demasiado extraordinario.
Es algo que nos sirve para mejorar como cristianos. Es algo que nos sirve para vencer nuestra soberbia. Para tener claro en nuestra cabeza que dependemos completamente del Señor.
EL SEÑOR NOS AYUDA
“Jesús, Tú que nos escuchas en esta oración, te pedimos que nos ayudes a ser mejores cristianos, a que tengamos esta fe, de que pese a que lo que vivimos en algún momento de nuestra vida no es agradable, o es una contradicción seria, estamos dispuestos a pasarlo por encima”.
Y si es, la gente que está a tu alrededor, la que te hace sufrir por sus formas de comportarse, porque hacen las cosas de forma despectiva o porque esperabas una cosa mejor y resultó peor; bueno, que te des cuenta de que también Dios actúa en esas almas, y que tal vez lo que ves ahora como un terrible problema, en el futuro darás gracias a este problema.
Tal vez eso los convertirá, los vaya a mejorar, vayan a empezar desde cero su lucha por la santidad y, que después de muchos tortazos, golpes y caídas, se den cuenta que lo que tienen que buscar en sus vidas es solamente a Dios.
CONSTANCIA Y LUCHA…
La práctica oportuna para alcanzar la victoria en esta olimpiada sobrenatural es luchar en las cosas pequeñas. Y en estos tiempos de tanto deporte, -ahora sí que se hace culto al deporte-, todos los deportistas se entrenan de esta forma. Nosotros estamos en forma, si luchamos en las cosas pequeñas. Si no, es imposible. ¡Vamos a luchar! ¡Constancia en la lucha!
Santo no es el que no cae, sino el que siempre se levanta con humildad y con santa tozudez.
Vamos a acudir a nuestra Madre, la Virgen. Ella es experta en estas cosas y nos ayudará a levantarnos una y otra vez, para no quedarnos en el piso, para ir al Señor.
Porque en esta vida encontraremos tribulaciones, pero a través de esas tribulaciones, alcanzaremos el premio de la vida eterna.
Ponemos estas intenciones en manos de nuestra Madre, la Virgen.