En el evangelio de san Juan, al final, al final… en el capítulo 21, viene un texto, que es el que leemos hoy día en la Misa, que nos puede servir ahora que estamos rezando, que estamos con Jesús, estos 10 minutos.
SEÑOR, TU SABES QUE TE AMO
Cuenta san Juan; que se aparece Jesús, está con los apóstoles:
«Y después de haber comido, le dice Jesús a Simón Pedro: «Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?» Le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos.»
Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Él le dice: «Pastorea mis ovejas.»
Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez: «¿Me quieres?» y le contestó: «Señor, Tú lo sabes todo; Tú sabes que te quiero»
(Jn 21, 15-17).
Y continúa el diálogo un poquito más… ¡pero esta frase de san Pedro! Esta contestación a la pregunta de Jesús… en verdad, esta es una “oración”.
Porque, así como nosotros estamos ahora, así Pedro estaba hablando con Jesús:
«Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.»
Pedro lo dice, -comenta san Juan- “con el corazón apretado”, ¡porque es la tercera vez!
Y Pedro, y nosotros, sabemos de qué se trata esto de la tercera vez. Aquí no va a cantar un gallo, pero hay nuevamente una tercera vez.
PONERLO EN BANDEJA
Voy a usar esta expresión, (aquí en Chile se usa mucho, no sé si en otros países también) Pero aquí decimos: “poner en bandeja algo”; o sea, hacerlo muy fácil, facilitarlo.
Y en este pasaje, el Señor pone en bandeja, ¡se lo está poniendo en bandeja a Pedro! ¡Que vuelva a Él! ¡Que vuelva con todo el corazón!
Y así… como seguramente tendría Pedro ese dolor en el alma, en el corazón, de haber negado a Jesús tres veces, el Señor ahora le pone en bandeja…
¡Mira qué bueno es Jesús! le pone en bandeja, se lo facilita y, además, también públicamente, al frente de los demás. Le pone en bandeja, el demostrarle con cariño, porque era así, -por tres veces-, su fidelidad, su cariño, su amor, su volver a Jesús.
LA CONFESIÓN
Es muy bonito, porque esta misma frase, que tantas veces la rezamos, no sólo la decimos. Quizás ahora en estos minutos de oración, podemos pedirle ayuda a Jesús:
-Jesús, que cuando yo esté en la confesión, no sólo diga esta frase, u otras frases que también decimos, pues son frases que decimos… pero pidámosle ayuda ahora a Jesús.
-Jesús, que no sean sólo frases que yo diga, ¡sino en verdad oraciones! Y tratamos en la confesión de rezar así… ¡profundamente!
Señor, Tú lo sabes todo. Señor, Tú sabes que te amo. ¡Es muy bonito!
Luego, en la confesión, habiendo manifestado esa contrición, viene a continuación: “el perdón”, “la absolución”. Que la da el sacerdote, pero con la fuerza, con la palabra, con el poder, de Cristo.
ARRANQUÉMOSLO
Es muy bonita esta oración, y también hay, -por decirlo así-, como una frase, que es como si fuera prima hermana de esta otra frase. Que también es una oración muy bonita, que está en un libro que se llama “Forja”, de san Josemaría.
Está en el punto 108; esta oración de san Josemaría, la podemos rezar ahora también, yo la voy a leer, pero no sólo leer sino rezar, y tú también la puedes escuchar, pero no sólo escuchar, sino también rezar.
Dice san Josemaría, ahí en forja:
“Jesús, si en mí hay algo que te desagrada, dímelo, para que lo arranquemos”.
Bonita esta oración, es bonita esta frase, son unas poquitas palabras pero salen tan de adentro del corazón, y van tan adentro al corazón de Jesús.
“Jesús, si en mí hay algo que te desagrada, dímelo, para que lo arranquemos”.
SAN JOSEMARÍA EN CHILE
Cuando estuvo san Josemaría por aquí, en Chile, en el año 1974. Estuvo con un montón de gente; en tertulias, en encuentros de muchas personas, de pocas personas, jóvenes, viejos, muchos encuentros, mucha simpatía, mucho animar a rezar.
¡Fue fantástico! Yo no estaba vivo, -ni mucho menos-. Pero hay tantas fotos, y películas, videos, y lo que cuenta la gente…
Bueno, y una de esas actividades que hizo san Josemaría, estando aquí en Chile, fue en junio o julio del 74; fue ir a rezar a la Virgen, en una romería. ¡Qué buena idea, hacer romerías ahora en mayo!
Bueno, san Josemaría no vino en mayo, pero hizo una romería a un santuario que se llama “lo Vásquez”. Hay una imagen bonita de la Virgen ahí.
Y cuentan, que cuando sea Josemaría estaba llegando al santuario, se le acercó una persona con un gesto simpático; – y le pasó una bolsita con almendras.
Y san Josemaría había contado, -no hacía mucho-, un suceso de cuando él era niño chico.
Contó, que cuando le explicaron aquello de la confesión y dentro de las cosas de la confesión, precisamente por el amor al Señor, no solamente:
- hacer examen de conciencia
- confesar con cariño, con humildad los propios pecados.
- no solo el examen de conciencia
- también la confesión
- y cumplir la penitencia
- sino también “el propósito de enmienda”
De enmendar, de cambiar, lógico, ¡por cariño! sabiendo que uno se equivoca, y nos equivocamos con frecuencia. Pero lo que hay en el corazón es el deseo de enmendar, de mejorar, de cambiar, de que… ¡Ojalá no se repita ese portazo al Señor, o a las demás personas! El propósito de enmienda, de enmendarse, de cambiar, de mejorar.
UNA ANÉCDOTA SIMPÁTICA
Y contaba san Josemaría que, de chico, alguna vez entendió mal, y estuvo algún tiempo entendiendo mal, esto del propósito de enmienda, y entendió: “el propósito de la almendra.”
Una cosa simpática de niño, y por eso, como acordándose de eso, y agradeciéndole a san Josemaría, como una cosa también de cariño. Gracias padre, por recordarnos, por reafirmarnos, en la maravilla de amor de Dios ¡qué es la confesión!
En esos años… bueno, ahora también, pero en esos años, ¡al parecer más! Había bastante confusión, ignorancia, sobre la confesión, sobre la maravilla de la confesión.
Y entonces, agradeciéndole a san Josemaría su claridad, su caridad dando doctrina, reafirmándonos en esta maravilla.
Bueno, y recordando con buen humor ese suceso, de cuando era chico y le pasaron ese paquetito con almendras. Recordando lo del -“propósito de la almendra” , “el propósito de enmienda”, de querer cambiar, de querer mejorar.
SEÑOR TÚ LOS SABES TODO; TÚ SABES QUE TE AMO
Y ahora, terminando estos minutos de oración, podemos pedírselo al Señor. ¡podemos pedírselo! Y nos van a ayudar tanto: la Virgen y san José.
¡Claro! porque le tienen un cariño inmenso a Jesús. Y porque la Virgen y san José nos tienen un cariño inmenso a cada uno de nosotros.
Por eso podemos mirar con mucha confianza ahora mismo, a la Virgen, a san José, que nos miran sonrientes, cariñosos…
Y pedirles: ¡Ayúdenme a querer mucho al Señor! Ayúdame a enmendarme de verdad, de los traspiés que voy haciendo. ¡Ayúdenme! porque quiero quererlo mucho. Porque lo quiero y porque quiero quererlo más.
Ayúdenme, ustedes que lo quieren tanto, ustedes que me quieren tanto. Virgen María, san José; ayúdenme a de verdad vivir la confesión, a de verdad convertirme, a de verdad enmendarme por amor y para amar más a Jesús.
¡Señor, Tú sabes que te amo!