NOTICIA QUE LLAMA LA ATENCIÓN
Escuchaba estos días, una noticia que me llevó a investigar un poco; al menos a buscar más: ¿de qué se trata? porque me llamó mucho la atención.
La noticia es; que una mujer que el año pasado, llegó a ser “la mujer más rica del mundo”. Ella es la ex esposa de Jeff Bezos, el fundador de Amazon, quien es “el hombre más rico del mundo”.
Resulta que, a ella este título le duró poco, estar de primera en el ranking fue realmente muy corto. Y esto, porque decidió donar enormes cantidades de dinero, a causas de beneficencia: en educación, en ayuda a gente que durante la pandemia había sufrido de inestabilidad económica, y fueron miles de millones de dólares.
Ella dice que decidió hacerlo, al menos así lo declaraba, pensando: que todo este dinero, que se acumuló es fruto del esfuerzo de mucha gente; pero que no todas las personas tienen las mismas oportunidades, y esto la lleva a tomar esa decisión. Y, que piensa seguir donando dinero, hasta que su caja fuerte quede vacía.
Esto me pareció admirable, pues es fácil pensarlo, cuando a uno le falta… y dice: ¡que se distribuyan mejor las riquezas! Pero, siendo una persona tan rica, que piense así, y que actúe en consecuencia, eso me llamó mucho la atención.
¡Ojalá, que haga mucho bien con su dinero! Ojalá, que otros que ya lo hacen sigan este ejemplo, y lo hagan otras personas también, que muchos sigan ese ejemplo.
ACTUAR EN CONSECUENCIA
Pensaba en esto también, porque en el Evangelio de hoy, nos decís vos, Jesús:
“Que busquemos el Reino de Dios y su justicia y el resto, se nos dará por añadidura”.
(Mt 6, 33)
Que no estemos preocupados por ¿Con qué nos vamos a vestir? ¿Qué vamos a comer? Pues, de todo eso ya se ocupará el Señor, nuestro padre Dios, que cuida de la hierba, que cuida de los pájaros.
Y, la verdad, que difícil Jesús, esto que nos pedís, ¿no? Porque claro, esta señora tuvo esa grandeza de donar muchísimo para los más necesitados… pero bueno, todavía sigue siendo una persona rica, no es la número uno más. Parece que pasó a ser la número dieciocho, decía la noticia, pero seguro, que no le debe faltar nada. Sin embargo, cualquiera… ricos o pobres, pueden tener su corazón en lo que me falta, o lo que me gustaría tener, ricos o pobres… Y también nosotros.
CRISTIANOS BENEFACTORES DE GRACIA
En este Evangelio, vos decís Señor, que no se puede tener a dos señores: a Dios y al dinero. Incluso haces como una división entre los que tienen fe y los paganos.
Dice Jesús:
“Los paganos se ocupan de esas cosas, ustedes no anden agobiados”.
(Mt 6, 32)
Eso nos lleva; no a mirar, -por supuesto-, con desprecio a los que no tienen la fe, o como distintos, sino a mirarnos a nosotros mismos como distintos. En el sentido de que hemos recibido una luz superior, que nos lleva a vivir como elegidos, bendecidos. Así como esta señora rica, no sé, si dije el nombre, se llama: Mackenzie Scott.
Ella, se da cuenta de que no todos tienen las mismas oportunidades. Y ella, iba a ser la mujer más rica del mundo; por también, por la cooperación de otros y por el trabajo de otros, por oportunidades que se le dieron.
DESPRENDIDOS TODOS, EN LA PROPIA MEDIDA
Quizá nosotros, podríamos decir algo parecido respecto a nuestra fe. No todos tuvieron las mismas oportunidades, nosotros recibimos esta luz, recibimos esta esperanza, este sentido de la vida, el contacto con la gracia; que a fin de cuentas, es mucho más importante que lo material.
Y que nos puede llegar a decir: Yo, -y en cierto sentido tengo algo para dar- ¿no? tengo algo en el corazón, tengo que estar, -como dice Jesús: !Buscando el Reino de Dios! Y nos podemos preguntar, Señor, ante esta enseñanza tuya, preguntarnos: ¿Cuáles son mis prioridades?
Es verdad que a veces nos puede tocar ser desprendidos, para que nuestro corazón esté en Dios, y que no sea nuestro señor: «el dinero». A veces hay que desprenderse de algo. Me imagino yo, que le habría costado a la señora, Mackenzie Scott, también donar miles de millones de dólares.
Puede ser, que uno tenga que desprenderse de algo, que tiene que renunciar a algo que le gustaría tener, y que tal vez, no es conveniente. Pero sobre todo, pensar ahora: Bueno, ¿Y yo, qué tengo en el corazón? Porque, si buscamos el Reino de Dios y su justicia, estaremos como centrados, entonces va bien, ¡va bien! Y el resto vendrá por añadidura.
SANTA TERESA DE JESÚS
Cuenta la misma santa, nada menos que Santa Teresa de Jesús, esta gran Santa: que en una época de su vida cuando era adolescente, resulta que llegó a ser bastante superficial, las novelas de caballería le gustaban tanto, que poco a poco empezó a interesarse por la moda, a tomar gusto en vestirse bien, a preocuparse mucho del cuidado de sus manos, a usar perfumes y emplear todas las vanidades que el mundo le aconsejaba en la adolescencia.
Por ese tiempo, ella tenía 14 años, falleció su madre. Su Papá está preocupado y la llevó al convento de Ávila para estudiar. Estando ahí, encuentra su vocación, y decide ser religiosa. Pero, después de una enfermedad que la tuvo postrada a la pobre, resulta que por intercesión de San José, se curó. Y empezó un poco a abandonar la oración, se entretenía más con las visitas y se fue como enfriando. Después, falleció su padre y por el buen ejemplo de otras monjas, empezó a retomar la oración, y ya no la dejo. Y eso la llevó, -cómo se daría cuenta después-, a ser la mujer que fue… Que fundó 17 conventos, que tuvo una vida interior muy intensa, que fue guía para muchísimas almas, que realmente cambió a muchos y que hizo mucho bien en la vida de la Iglesia.
VANIDAD, ENEMIGO DE TODOS
¿Y por qué? Pues, porque estaba en las cosas del Señor, en vez de dejarse llevar por lo superficial. ¿Qué hubiera pasado si primero; no le ayudaba su papá mandándola a estudiar con las religiosas, no hubiera podido seguir su vocación. Pero después, si no seguía esa vía de la oración? Habría un hueco ahora, en la espiritualidad, en la Iglesia.
Buscar el Reino de Dios y su justicia.
(Mt 6, 33)
También nosotros podemos a veces estar preocupados por, -no sé… -como decía Santa Teresa: de preocuparse mucho, de cosas que en el fondo, no debería darle tanta importancia, ¿no?
Y nos complicamos por cosas que no valen la pena, por eso, si notamos que estamos como susceptibles, o que nos agobiamos por cualquier cosa. Nos pueden venir bien esos ecos, que quedarían después de Santa Teresa: «de cuidar la oración».
Y ella decía; que la puerta que le abrió a toda la intimidad con Dios, que llega a tener, es: “la oración”, por eso estamos ahora Señor, haciendo oración…
!Ayúdanos! Voy a ver que tengo en el corazón, a despejar, a no dejarnos llevar por ese señor del mundo, de los mundanos, los pasajeros, sino estar en lo importante, que sos Vos, que son los demás, que son las almas, que es vivir la caridad y para eso tenemos ahí la puerta abierta: «en la oración».
Vamos a pedirle a nuestra madre, que vivía tan unida a Dios y tan unida a los demás, y que no se dejaba llevar por lo pasajero; y por eso no tenía agobios tampoco, que ella nos ayude, a no tener así agobios, del egoísmo, de la vanidad, sino estar en las cosas de Dios y de los demás.