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VIRGEN DE CHIQUINQUIRÁ

Reina

UN MILAGRO A LA VISTA

Hoy es la fiesta de la Virgen de Chiquinquirá, y justo me ha correspondido a mí predicar, y hacer un ratico de oración en voz alta, justo en el día de la Patrona de Colombia, la Reina de Colombia, la Virgen de Chiquinquirá.

¿Cuál fue el milagro? La imagen del cuadro de la Virgen se restauró con sus colores y brillos originales. La tela tenía algunos agujeros, algunos rasguños y también desaparecieron.

Y quería contarte un poquito la historia, pero ya te dije lo más importante. El milagro fue: la restauración. Es de lo que nos vamos a servir hoy, para hacer este rato de oración y para sacar algún propósito.

Chiquinquirá está ubicado más o menos a unos ciento veinte kilómetros al sur de Bogotá; y la historia de la imagen se remonta al siglo XVI, cuando los frailes dominicos realizaban expediciones de evangelización en la región central de Colombia.

PINTADA EN EL SIGLO XVI

Un fraile dominico de esas misiones en el siglo XVI, Fray Andrés se llamaba, quiso adornar una capilla con el lienzo o cuadro de la Virgen del Rosario, advocación a la que le tienen mucha devoción los dominicos: La Virgen del Rosario. Pues esa imagen fue pintada también por un artista español que estaba radicado en estas tierras. Y en 1562 se asentaron estos misioneros, ¡qué rápido! Si el descubrimiento de América fue en 1492, pues es 1562, no habían ni pasado todavía cien años, y ya en el centro de Colombia estaban los dominicos evangelizando estas tierras, ¡qué maravilla!

Bueno, pues para 1562 ya estaba la pintura hecha de algodón, y estaba en la capilla. Permaneció en la capilla más o menos unas décadas.

El techo de la capilla estaba hecho de paja y había mucha humedad, tanta que al cabo de diez años después, la imagen estaba muy deteriorada, llena de humedad y de monte, que quedó prácticamente borrada, no se veía la imagen.

Estaba tan mal que se la llevaron a Chiquinquirá, -porque no estaba originalmente allí-, y fue abandonada en una habitación, que alguna vez también fue utilizada como capilla, pero que después fue utilizada como bodega para guardar chécheres y cosas.

¡LA IMAGEN BRILLABA!

Se dice incluso que el lienzo de la Virgen, el lienzo de ese cuadro se utilizó para secar granos de café al sol. Pues la crónica histórica cuenta que, en el año 1586, una mujer del lugar -María Ramos-, sabiendo que el lienzo había sido guardado en esta habitación y que tenía una imagen de la Virgen, pues la sacó, y la puso en un oratorio.

Comenzó a rezar delante de ese cuadro de la Virgen. Le otorgó el mejor lugar de la habitación. El 26 de diciembre de 1586, cuando María salía del oratorio de hacer un ratico de oración, una mujer que pasaba por allí con su pequeño hijo, le dijo: -¡Ay, señora María! Mire, mire, mire…

Y al dirigir la mirada, la pintura estaba brillando con resplandores. La imagen que estaba irreconocible se había restaurado con sus colores, con sus brillos originales. Los agujeros y rasguños habían desaparecido. Y fue pues, un asunto que no fue natural porque, ¿cómo se va a restaurar un cuadro así nomás?

Fue una intervención de la Virgen y fue un detalle de la Virgen con este país, con esta tierra, para decir: ¡Aquí estoy! Soy la madre de ustedes. ¡Soy la bienaventurada Virgen María, Madre de Dios! Y aquí estoy, mirándolos con cariño. Quiero estar aquí. ¡Quiero quedarme aquí!

Y desde ese entonces se le comienza a tener una devoción muy grande a esa advocación, a la Virgen del Rosario: Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá.

VIRGEN DE CHIQUINQUIRÁ

Y te decía al comienzo de este rato de oración, de estos 10 minutos con Jesús, que lo importante y con lo que yo me quiero quedar, y de lo que me quiero servir para mi vida interior, para mi vida de oración, es aquello de “ser restaurados” como la imagen de la Virgen.

No sé si soy muy atrevido, pero si le quiero pedir a la Virgen, en este rato de oración: tener la posibilidad de restaurarme interiormente. Para que mi corazón brille con nuevos resplandores cada día, ¡cada día!

Jesús y estos 10 minutos como son Contigo también, te invito a esta conversación. Ya estoy hablando de tu Madre, de la Virgen. Pero te quiero preguntar a vos ¿Dónde y cómo me puedo restaurar cada día? Y Jesús me responde: pues en la oración, ¡en la oración!

En la oración, es donde vamos a restaurarnos. Dónde vamos a renovarnos interiormente. Por muchos años que tengamos encima, por muy ajetreados que estemos, qué bueno pedirle al Señor en la oración una renovación interior, restauración interior.

Mi Jesús, pero yo tendría que decir: ¡Pues qué pena! ¡Pobre de mí! Todos los días hago oración, y no todos los días me renuevo. Otro, otro quizá sería santo ya, después de todos los días de hacer oración durante tantos años… ¡Otro sería santo!

RENOVACIÓN INTERNA

Otro que se propusiera fruto de un rato de oración renovarse cada día, pues sería santo, santo de altar, sería feliz, se mantendría siempre joven, rejuvenecido.

Pues eso es lo que yo te quiero pedir hoy, en este rato de oración. ¡Renovarme interiormente! La renovación de la vida de oración tiene que estar además vinculada a toda la vida.

No es que tengamos una vida de trabajo, o una vida de descanso, o una vida de familia, o una vida de amistad, y después una vida de oración… ¡No! La vida es la misma. Y por eso la vida de oración, la vida interior tiene que estar vinculada con la vida normal de cada día.

En la oración se tiene que activar la caridad, el cuidado de las cosas pequeñas, el deseo de servir, y de estar pendiente de los demás. El espíritu de penitencia y del sacrificio. El afán apostólico. Tantas cosas en nuestra vida, Señor Jesús, que se pueden restaurar cada día, renovar cada día fruto de ese rato de oración que hacemos todos los días. En este caso, estos 10 minutos de oración.

Por eso te propongo, quizá alguna vez lo he hecho, que no te vayas de hacer un rato de oración sin sacar algún propósito, algún propósito que renueve tu interés por ser santo, y por ser un mejor hijo de Dios.

Vamos a pedírselo hoy, en especial, a Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, patrona de Colombia.

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