VIRGEN DE GUADALUPE
Existen algunas versiones de la etimología de la palabra Guadalupe. Pues es en la más acertada, en lo que quisiera fijarme para comenzar mi oración de hoy, Fiesta de la Virgen de Guadalupe.
La etimología más acertada del origen de Guadalupe proviene del árabe, que significa ‘río escondido’.
¿Y Por qué se inclinan los investigadores más hacia esta versión? Porque cuando vienen las apariciones de la Virgen de Guadalupe, los conquistadores le tenían mucha devoción a una virgen de Guadalupe, del sur de España, del Real Monasterio de Santa María de Guadalupe. Y por eso le pusieron a la Guadalupe de México, Guadalupe, por la Guadalupe de España.
Total, que no deja de ser paradójico que, en este año en el que, en el lugar donde nació Jesús en Medio Oriente, se esté viviendo un conflicto, una guerra entre judíos y árabes.
Pienso que nos puede ayudar y nos llena de esperanza recordar que María de Guadalupe, la que concilió hace quinientos años a dos pueblos que parecían irremediablemente enemistados, el mexica y el español, pues que interceda también por estos dos pueblos, el judío y el árabe, porque ella tiene, como su nombre lo indica, origen en ambos.
En judío, porque María es de raza judía, y en el árabe por su nombre Guadalupe.
Y nos sirve también, porque no solamente hay guerra en Medio Oriente, guerra en Ucrania, también hay muchos conflictos en todo el mundo.
Aprovechemos la fiesta de hoy para encomendar a la Virgen, especialmente por la paz, porque además estamos preparándonos con el Adviento y la Navidad, la llegada de nuestro Señor, que es el Príncipe de la Paz.
Pues, ¡Madre mía, que en este día de tu fiesta, te pedimos que no existan los enemigos, que todos seamos hermanos en tu Hijo Jesús!
REINA DE LA PAZ
Como lo dice san Pablo a los Gálatas:
«Todos somos uno en Cristo Jesús».
Es una petición que le podemos hacer hoy a la Virgen, que interceda por nosotros en el mundo entero, por todos los pueblos, para que haya paz.
La Virgen, en un momento dado de las apariciones, lo narra el Nican Mopohua, y le va pidiendo a Juan Diego algunas cosas, pero llega un momento en que Juan Diego pierde la paz, porque su tío está enfermo y tiene que ir por un doctor.
Ingenuamente él intentó rodear el cerro del Tepeyac, pero la Virgen le salió al encuentro; y de alguna manera con las palabras que ahí le dijo, pues se resume todo el mensaje de sus apariciones.
Cuando María le dice:
«No tengas miedo, yo soy tu madre y tú estás en mi regazo».
Pues María nos ayuda a tener un encuentro personalísimo con Jesús. Porque es nuestra Madre. Para eso nos la dio Dios, para que no sintamos un Dios lejano, sino muy cercano. Por eso Dios se ha hecho carne y está en brazos de María.
Y eso es lo que María le quiere hacer notar a Juan Diego, que precisamente ella está allí para ayudarle, para que no pierdas la paz.
Fíjate lo que dice el‘Nican Mopohua’:
«Escucha. Ponlo en tu corazón, hijo mío, el más pequeño. Que no te moleste ni te aflija cosa alguna. Que no se perturbe tu rostro, tu corazón.
¿No estoy yo aquí, que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra y amparo? ¿No soy yo vida y salud? ¿No estás, por ventura, en mi regazo y corres por mi cuenta?»
VIVIR EN PAZ
Por eso, más allá de los conflictos bélicos que hay en el mundo, vamos a meditar un poquito, hacer examen en nuestras inquietudes interiores, en nuestra falta de paz por los problemas que podamos tener por dentro y por fuera…
A veces en nuestro trabajo, en nuestra familia… Y es verdad que a veces pensamos que la paz va a venir cuando desaparezcan todos nuestros problemas, pero eso nunca va a suceder, porque siempre vamos a tener algún problema.
Y por eso, la paz que Dios nos quiere ofrecer, por intercesión de María, va más allá de no tener conflictos, es una paz de sabernos en la presencia de Dios, es una paz que va más allá.
Es una paz que viene cuando hacemos oración y por la oración hay presencia de Dios y por tanto, paz en nuestros corazones.
Tú, Jesús, en muchísimas ocasiones nos hablas de paz. Por ejemplo, les dices a los Apóstoles:
«Después de tu Resurrección la paz les dejo, mi paz les doy».
Y aquí es donde les dices:
«Yo no les doy la paz como la da el mundo».
¿Qué significa, que Tú das una paz distinta a la del mundo? Pues precisamente significa esto: que así como el mundo piensa que la paz es ausencia de guerra, nosotros podemos vivir en paz, incluso cuando tenemos dificultades, cuando enfrentamos retos y dificultades en la vida.
Pues esa es la paz que Tú, Jesús, nos quieres dar. Tú, Señor, te apareces resucitado en el Cenáculo, los apóstoles que se quedan deslumbrados, maravillados de verte resucitado y les dices:
«La paz les dejo, Mi paz les doy»
(Jn 14, 27).
Pues dame, Señor, tu paz, no como ausencia de problemas, sino la paz como presencia de Dios en mi corazón.
PIDAMOS SU INTERCESIÓN
Tu paz, Jesús, proviene de una presencia viva dentro de nosotros y es la paz que tiene María, porque María lleva a Jesús y eso es lo más importante, es la presencia viva de la Gracia de la Vida, con mayúscula, la presencia del Espíritu Santo. Pues no te inquietes por nada.
Antes bien, nos dice san Pablo:
«En toda ocasión, presentad a Dios sus peticiones mediante la oración y la súplica, acompañadas de la acción de gracias».
Y venimos hoy, como cada año, a poner nuestra mirada en el cerro del Tepeyac, en María de Guadalupe, para sentirnos acompañados en nuestra vida y en nuestro caminar.
Sabes, te lo he platicado en otras ocasiones, que cuando vas a visitar a la Virgen de Guadalupe en La Villa, en su templo, puedes pasar muy cerquita de la tilma de Juan Diego, donde dejó grabada su imagen, (porque pusieron unas bandas eléctricas), pero para verla, tienes que alzar mucho la vista.
Bueno, pues ese gesto físico que hacemos nos puede servir hoy como para elevar también, no solamente el rostro, sino también el alma ante la Virgen de Guadalupe.
Especialmente para pedirle consuelo ante las adversidades de la vida: por nuestra paz interior y por la paz del mundo, más en concreto, en ese rincón del mundo, en Medio Oriente, donde ella dio a luz a su Hijo Jesús, el Rey de la Paz,
Que la Virgen de Guadalupe logre apaciguar a esos pueblos judíos y árabes, como apaciguó en su momento hace quinientos años a este pueblo mexicano. Y que de alguna manera, pues también le seguimos pidiendo porque se ha puesto revuelto, seguimos inmersos en la violencia.
También le pedimos a la Virgen que apacigüe nuestro pueblo, y todos los pueblos de América Latina.
UNA ORACIÓN POR LA PAZ
Vamos a terminar con una oración que se reza por la paz en México. Y que hacemos extensiva a todo el mundo, especialmente la paz en Medio Oriente, en Ucrania y en todos los sitios donde no hay paz.
“Señor Jesús, Tú eres nuestra paz. Mira nuestra patria dañada por la violencia y dispersa por el miedo y la inseguridad. Consuela el dolor de quienes sufren, da acierto a las decisiones de quienes nos gobiernan.
Toca el corazón de quienes olvidan que somos hermanos y provocan sufrimiento y muerte. Dales el don de la conversión.
Protege a las familias, a nuestros niños, adolescentes y jóvenes, a nuestros pueblos y comunidades, que como discípulos misioneros tuyos, ciudadanos responsables sepamos ser promotores de justicia y de paz. Para que en Ti, nuestro pueblo tenga vida digna. Amén”.
María de Guadalupe, Reina de la Paz, ruega por nosotros.
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