El Túnel 29 de Helena Merriman, uno de los podcasts más exitosos de la BBC del 2019, con cinco millones de descargas, contempla la historia real de una extraordinaria fuga bajo el Muro de Berlín. Lo más conmovedor es conocer y revivir la devastadora vida en Berlín Oriental, con todos sus acontecimientos reales al tratar de escapar de uno de los regímenes más brutales del mundo, durante los días en los que el muro fue levantado.
Lo saco a colación porque hoy se nos presentan otros muros que como cristianos también debemos derrumbar para alcanzar una vida humanamente digna, en la libertad en la que hemos sido creados. Aquellos como la creencia de que ´la humanidad es una plaga´, que ´estamos superpoblados´, que ´la superpoblación es la causante de los problemas ecológicos y de hambruna´ nos desvían de las causas reales y por ende soluciones acertadas a la realidad de la crisis ecológica y del medio ambiente.
Partiendo de estas falsas creencias se nos viene promoviendo desmesuradamente el discurso de la necesidad de disminuir la población a través del aborto, de la anticoncepción, de la ideología de género, e incluso de permitir la mortalidad, justificando la guerra, el hambre, las enfermedades como una especie de “selección natural”.
No podemos negar que la crisis ecológica es una realidad que afecta al medio ambiente y por ende a nuestra calidad de vida. Nos olvidamos que nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta: somos tierra, necesitamos de su agua, nos alimentamos de ella, vivimos en ella, respiramos gracias a ella. Hemos venido abusando de todas las bondades de nuestro planeta Tierra, producto de una visión antropocéntrica, que ubica al ser humano en el centro de todo. Esto nos ha llevado a una sociedad consumista y egoísta: no hemos sabido cuidar de lo que nos ha sido dado.
San Francisco de Asís y la Creación
San Francisco de Asís nos enseña a ver a Dios en toda su Creación. El hombre es su Creación más perfecta, pero todas las criaturas y la naturaleza que conforman la casa común nos llevan también a conocer a nuestro Creador.
¿Quién no se siente extasiado ante una caída de sol? ¿A quién no le maravilla la brisa del mar y el suave sonido de sus olas? ¿Cuántas obras de arte están inspiradas en los paisajes y los bellos colores de la naturaleza?
“Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas, especialmente en el señor hermano sol, por quien nos das el día y nos iluminas” (Cántico de las criaturas de San Francisco de Asís).
San Francisco se conectaba con la Creación de una manera especial, porque descubría en ella el misterio del Amor de Dios.
Caminando hacia una conversión ecológica
Se habla mucho del cuidado de nuestra casa común, pero para llegar a esto debemos vencer otro muro: el de creernos propietarios y dominadores, autorizados a explotarla.
Sumidos en nuestra condición de hijos de Dios, inclinados hacia el pecado, debemos primero empezar por sincerarnos con nosotros mismos; ya que en cada uno de nosotros hay un ´pequeño dominador´.
Solamente partiendo de esta realidad podemos iniciar el camino hacia una conversión ecológica, a través de la toma de conciencia de que nuestro rol es de cuidadores y custodios de la Creación.
“Mientras «labrar» significa cultivar, arar o trabajar, «cuidar» significa proteger, custodiar, preservar, guardar, vigilar. Esto implica una relación de reciprocidad responsable entre el ser humano y la naturaleza. Cada comunidad puede tomar de la bondad de la tierra lo que necesita para su supervivencia, pero también tiene el deber de protegerla y de garantizar la continuidad de su fertilidad para las generaciones futuras… Por eso, Dios niega toda pretensión de propiedad absoluta” (Carta Encíclica Laudato si´ n.67).
Esta conversión ecológica, a la que nos llama el Papa Francisco, va de la mano con una cultura del cuidado y de la responsabilidad. Podremos derrumbar este muro que nos oprime comprendiendo que la sostenibilidad a la que nos invita el Papa sólo se alcanza enmarcada en un estilo de vida de solidaridad y generosidad con los más vulnerables.
Dios no se equivocó cuando nos creó. La solución no viene por autoeliminarnos, ya que no somos plaga somos solución, sino por combatir el uso irresponsable y abuso de los bienes que Dios nos ha puesto en la Tierra. La crisis de valores nos está llevando a la destrucción de nuestra casa común, por lo que te invito a incluir a Dios en nuestra vida para derrumbar los muros que nos hemos creado.
¿Cuándo entenderás que Dios quiere tener una relación contigo?
Dice san Pablo en la Carta a los Romanos: «Porque sabemos que hasta hoy toda la Creación está gimiendo y sufre dolores de parto. Y no sólo eso, sino que también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la adopción filial, la redención de nuestro cuerpo» (Rm 8, 18-23).
Pablo nos resume la situación en la que se encuentra la Creación entera: está ´sometida a la frustración´, a no poder dar el fruto para la cual fue creada, por culpa de los hombres. Pero somos nosotros, los mismos hombres, quienes podemos liberarnos siempre y cuando nos abramos a ser y vivir como hijos de Dios. Él quiere tener una relación contigo y conmigo.
Tengamos claro que no es Dios quien está ausente del mundo, somos tú y yo los que hemos roto con la Creación, porque no vivimos como Él nos pide, porque no vivimos como hermanos e hijos de un mismo Padre, porque no vemos la Creación entera (medio ambiente y seres humanos) a través de sus ojos, no vemos lo que Él nos ha dado y no vemos a los demás como una responsabilidad común a la que hay que acoger, cuidar y amar.
Dios ha puesto en nuestras manos la Creación y nos ha unido estrechamente a ella, maravillémonos y luchemos por administrarla debidamente. Sólo así nuestro planeta será una sinfonía y no una mezcla de sonidos contrapuestos.