Reseña:
Tere Domínguez O. nos comparte sus reflexiones sobre cómo el confinamiento por la pandemia ha reforzado la unión de las familias. Así como la Sagrada Familia inició su camino a Belén fortalecida en la confianza en Dios, así hoy, en todo el mundo, debemos imitarlos. Como dice el papa Francisco:
“Nos compromete a redescubrir la vocación y la misión de cada familia”.
La familia en pandemia
Debido a las restricciones de movilidad impuestas en la mayoría de los países por el Covid-19, nos hemos visto forzados a reunirnos más en familia, para trabajar, para estudiar, para el desayuno, el almuerzo y la cena.
Y digo forzados porque ha sido algo inesperado, que algunos han tomado como una alegría y otros como un trauma.
Una pareja de amigos me decía que, por primera vez, desde que se casaron (hace más de veinte años), hacían juntos las tres comidas. Fue tal la revolución que ocasionó el encierro que no estaban acostumbrados a cocinar en la casa.
En mi caso no fue tan traumático. Desde mi diagnóstico de cáncer el año pasado, siempre procuraba comer en casa, todo lo más natural posible. Incluso después de terminar el tratamiento seguimos haciéndolo.
El redescubrimiento del amor familiar
Pienso que la cuarentena les ha dado una oportunidad a las familias de redescubrirse. Por ejemplo, un colega escritor me dijo que si bien no era fácil trabajar desde casa por lo reducido del espacio, estaba feliz porque podía compartir con su hija pequeña.
Y una amiga que trabaja junto a su esposo en casa y tiene tres hijos adolescentes, agradece este tiempo que le ha permitido compartir con ellos, porque antes salía a las ocho de la mañana y no regresaba hasta la noche.
Si bien se han sumado las tareas del hogar, han establecido responsabilidades para todos. Y así se replican ejemplos en todo el mundo.
Creo que si se pudiera encuestar a los niños sobre si les gusta que sus padres estén ahora todo el tiempo con ellos, la respuesta sería un sí rotundo.
Todos estos pensamientos vinieron a mí cuando me pidieron escribir sobre la Sagrada Familia.
¿Qué es la Sagrada Familia?
Había escuchado muchas veces el término sin profundizar en su significado. Solo sabía que José, María y Jesús conformaban la Sagrada Familia, así que para documentarme leí María. Una vida junto a Jesús de José Antonio Loarte, cuya primera edición vio la luz en 2011, en la página web del Opus Dei.
El libro describe veinte escenas de la vida de la Virgen. Me dije: ¿cómo este libro me hará entender qué es la Sagrada familia? Pero me dispuse a leerlo confiando en la persona que me lo había recomendado.
El libro narra la vida de la Sagrada Familia paso a paso, explicando las costumbres de esa época. Los hechos refuerzan de manera sencilla que los cristianos debemos aceptar con amor las manifestaciones de Dios, aunque en ocasiones no las entendamos.
Aceptar la voluntad de Dios
Así como María aceptó sin dudar ni cuestionar que sería la madre de Dios. Así como José aceptó lo que en sueños le dijo un ángel y se dispuso a cuidar a María y Jesús hasta el día de su muerte. Y así como Jesús aceptó sacrificarse por nosotros sin quejarse, por amor a su Padre, por la redención de nuestros pecados y para que ganemos la vida eterna.
Le oír a alguien decir hace poco que esta pandemia es un castigo de Dios. Se quejaba del cierre de las iglesias, en especial del templo de la Virgen de Guadalupe.
La familia es la Iglesia en minuatura
Al principio me hizo dudar, pero después recapacité: son las familias donde debemos estar, donde bendecimos los alimentos antes de comer, donde aprendemos a compartir los quehaceres del hogar, donde se aprende a perdonar y donde somos comprendidos.
Por algo dicen que las familias son las pequeñas iglesias domésticas o la iglesia en miniatura. En el Catecismo de la Iglesia Católica lo aclaran cuando afirman que cada miembro de una familia, según su propio papel, ejerce el sacerdocio bautismal.
Y contribuye a hacer de la familia una comunidad de gracia y de oración, escuela de virtudes humanas y cristianas, y lugar del primer anuncio de la fe a los hijos.
Jesús: hijo de una familia
El papa Francisco ha dicho que Dios eligió nacer en una familia humana. En un pueblo remoto y muy pequeño. Pudo haber venido espectacularmente como guerrero o como emperador, pero eligió venir como hijo de una familia.
También ha señalado que la familia de Nazareth, aun hoy “nos compromete a redescubrir la vocación y la misión de cada familia. Hacer que el amor sea normal y no el odio, hacer común la ayuda mutua, no la indiferencia o la enemistad”.
Por tanto, en este momento, la Sagrada Familia adquiere una relevancia aún mayor ya que la burbuja familiar es con la que tenemos que convivir. Las burbujas escolares, laborales, sociales no son seguras. Solo lo es nuestra familia, como siempre ha debido serlo.
La bendición de la familia
Los sucesos vividos por la Sagrada Familia pueden trasladarse perfectamente a la realidad que vivimos hoy. Cada familia tiene “un camino común que seguir”, dice el Papa. «Es en el seno de una familia donde nos educamos en el perdón, porque tenemos la certeza de ser comprendidos y apoyados a pesar de los errores que se pueden cometer”.
Por ello debemos sentirnos afortunados de tener una familia. Aceptarla como es y disponernos a mantenerla, no importa la tempestad o la pandemia que tengamos por delante.
Este año las familias han tenido que redefinir sus roles. Veámonos en el espejo de la Sagrada Familia.
San José
José es el hombre que pasa desapercibido, el de la presencia discreta, de apoyo y de guía en tiempo de dificultad. Siempre dispuesto a hacer la voluntad de Dios, José tuvo la valentía de aceptar la paternidad legal de Jesús.
La acogida de Jesús nos invita a acoger a los demás, sin exclusiones, tal como son.
San José fue declarado patrono de la Iglesia Universal hace 150 años. Por este motivo, el papa convocó un año dedicado especialmente a él, hasta el 8 de diciembre de 2021, y publicó la Carta Apostólica “Con corazón de padre”.
El verdadero milagro
Allí conocí el verdadero milagro con el que Dios salvó al Niño Jesús y a María: fue José. El cielo intervino confiando en la valentía creativa de José, quien acondicionó un establo para el nacimiento del hijo de Dios.
Y quien supo organizar la huida a Egipto tan pronto el ángel lo alertó del peligro, lo que se constituyó en la primera de las persecusiones que Jesucristo habría de sufrir en la tierra a lo largo de su historia. Transformó problemas en oportunidades.
La Virgen María
Aceptó el anuncio del Ángel Gabriel sin dudar, y a pesar de los contratiempos se mantuvo alegre ante la venida del hijo de Dios. La Virgen, como todas las madres, seguía con ojos llenos de amor el crecimiento de su hijo.
Y aunque estaba unida a la suerte y al sacrificio de él, confiaba ciegamente en la promesa de Jesús: al tercer día resucitaré. Ella se abandonó en las manos de Dios, confiando ciegamente en Él.
El Niño Jesús
Necesitaba de José para ser protegido, cuidado y criado. Y su madre lo cobijó en su vientre y lo recibió con mucho amor. Jesús creció como un niño común, en un pueblo remoto, con un padre y una madre amorosos, supo ser un hombre de bien viendo a su padre trabajar como carpintero y aprendió su oficio.
En la Sagrada Familia, “Jesús aprendía a hablar con palabras humanas y a querer con corazón de hombre”, se dice en la carta apostólica.
Y ahora te pregunto:
¿Confias realmente en Dios como lo hizo la Sagrada Familia?
¿Aceptas lo que ocurre y procuras vivir cada día haciendo la vida lo más agradable posible para la convivencia familiar?
¿Cuál es el camino que está recorriendo tu familia?