Reseña
En esta ocasión, Tere Domínguez O. nos comparte al aliado de su familia en la lucha contra el mal, tal como lo ha reafirmado muchas veces el Papa Francisco, el demonio es real y quiere quitarnos la paz que Dios nos trae. Y que, para mantener esa paz y estar cerca de Dios tenemos como aliados a los santos.
¿Quién es San Antonio?
Hace mucho tiempo quería escribir sobre San Antonio y cómo había llegado a nuestra casa. Hoy es nuestro aliado y somos muy devotos de él. A modo de resumen les cuento que San Antonio de Padua fue un sacerdote de la Orden Franciscana, gran predicador y que fue declarado Doctor de la Iglesia pues gracias a sus palabras muchas personas abandonaron su vida de pecado y abandono de Dios. Y aunque murió en el año 1235 hasta el día de hoy se le venera con gran devoción pues es conocido su poder para hacer milagros.
¿Cómo entró San Antonio en nuestra vida?
A Ramiro, mi esposo, siempre le había ido muy bien en los negocios. Pero de pronto, todo comenzó a salir mal. Se robaban la mercancía y había que volver a comprar los materiales. En la casa y la oficina, Ramiro empezó a percibir un ambiente pesado. Además, se fue percatando de pequeños detalles. Por ejemplo, advirtió, tanto en la entrada de la oficina como de la fábrica, flores quemadas y sacrificio de animales. La familia que vivía al lado de la fábrica le dijo que en las noches se escuchaban voces y ruidos. Pero lo que más le llamó la atención fue que dos colaboradores, parecían estar vinculados a la santería: un día llegaron vestidos de blanco a la oficina y con la cabeza rapada.
Ramiro es muy católico y siempre se ha encomendado a Dios. Gracias a eso buscó ayuda y nos llegó en la forma de un aliado: San Antonio. Nuestro párroco nos refirió a un sacerdote experto en estos temas, quién sintió inmediatamente la presencia del mal cuando visitó la oficina, la fábrica y la casa. Después de bendecir esos lugares y rociarlos con agua bendita, nos dijo que colocáramos la imagen de San Antonio en los tres sitios. Él nos protegería. Y así lo hicimos.
Cuando el colaborador de mi esposo llegó a la oficina al día siguiente y vio a San Antonio en la entrada, dijo: “Si él está aquí, yo no entro.”
—“Pues él no se irá” —le respondió Ramiro.
Se fue furioso. Ni él ni su otro amigo regresaron nunca más.
Así como se los cuento, pasó.
El endemoniado de Gerasa
Un día, escuchando 10 minutos con Jesús Al, el sacerdote comentó que Jesús venció varios demonios en la tierra, como veinticinco. Y nos narró especialmente la historia de un endemoniado, el de Gerasa (Marcos 5,1-20)
Llegaron a la orilla opuesta del mar, a la región de los gerasenos. Apenas salir de la barca, vino a su encuentro desde los sepulcros un hombre poseído por un espíritu impuro, que vivía en los sepulcros y nadie podía tenerlo sujeto ni siquiera con cadenas; al ver a Jesús desde lejos, corrió y se postró ante Él; y, gritando con gran voz, dijo:
-“¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡Te conjuro por Dios que no me atormentes! —porque le decía: ¡Sal, espíritu impuro, de este hombre!”
-“Y le preguntó:
-¿Cuál es tu nombre?
-Le contestó:
-Mi nombre es Legión, porque somos muchos.”
Y lo que pasaba en nuestra casa, la oficina y la fábrica era que esos colaboradores no solo nos habían deseado el mal, sino que eran parte de esa legión que buscaba atormentarnos. Había comenzado nuestra lucha contra el mal.
El custodio de mi hogar
Es así que desde hace más de veinticinco años, la imagen de San Antonio de Padua está en la entrada de mi casa. Junto a él está la estampa que nos regaló el sacerdote que nos sugirió ponerlo allí hace ya tantos años. Es nuestro querido aliado.
El Papa Francisco habla mucho sobre el demonio. Ha dicho que esta generación ha crecido creyendo que el diablo es un mito, una idea, una fantasía que no existe. Pero el demonio es real. Este ser existe y debemos combatirlo. Siempre miente, de hecho le llaman el padre de la mentira y nos engaña haciéndonos creer que el mal es un bien. Por eso es bueno conocer a los santos, pues son nuestros aliados para llevarnos al cielo y protegernos.
Hace mucho tiempo quería escribir sobre San Antonio y cómo había llegado a nuestra casa. Gracias, San Antonio, por haber velado por mi familia todos estos años. Y tú, ¿a qué santo veneras?