Seguimos con la consideración de los Domingos de San José, llegamos a nuestra última parada, el 19 de marzo está a las puertas. El Bienaventurado Patriarca san José es modelo de santidad, habiendo perdido al Niño Jesús sin culpa, lo buscó durante tres días con inmenso dolor hasta que, con gozo indecible, le encontraste en el templo en medio de los doctores.
Hemos recorrido la vida de San José a través de sus dolores y gozos. Nos vamos preparando para imitar sus virtudes viendo como se comporta cuando las cosas van mal (dolores) y cuando las cosas se componen (gozos).
Séptimo Dolor y Gozo
Nos dice San Lucas que estuvieron buscando entre los parientes y conocidos, y al no hallarle, volvieron a Jerusalén en su busca (Lc 2, 44-45). Cuánto dolor embargaba a José y a María aquellos días. Tantos desvelos, tantos cuidados, tantas alegrías…, y ahora no tenían al Niño. Además Dios les había dado el encargo de custodiar a su Hijo, ¡y lo habían perdido!
José y María preguntaron a unos y a otros. Nadie sabía nada. Tres días que se hacían larguísimos. A otros este suceso les dejaba indiferentes, a sus padres no. Sufrían sobremanera porque valoraban Quién era Jesús: Dios con nosotros.
¡Qué pena si no nos dolieran los pecados, pues nos separan de Dios! ¡Qué pena si no los valorásemos como lo peor que puede suceder en el mundo! Ojalá tengamos aquellos sentimientos que tuvieron sus padres para que se nos rompa el corazón -de dolor de amor- al ver el pecado en nosotros o en los demás.
Y nos cuenta san Lucas también que al cabo de tres días lo hallaron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuchando y haciendo preguntas (Lc 2,46). ¿Cómo expresar la alegría de María y de José al encontrar al Niño? ¿No era alegría desbordante la que sentían los apóstoles y las santas mujeres después de encontrarse con el Resucitado? ¿No es alegría lo que hay en el cielo cuando un pecador se convierte y hace penitencia? Porque no hay felicidad como la de estar con Jesús.
¿Y dónde estaba el Niño? Estaba en el Templo. Jesús esperaba que sus padres le buscaran allí, como también hoy espera de nosotros que vayamos a la casa de Dios, le encontremos en su Palabra, nos alimentemos con la Eucaristía y nos unamos a Él por el amor en el sacramento de la Penitencia.
Si tenemos tristeza es porque nos apartamos de Dios. Si queremos ser felices, muy felices, ya sabemos el camino: estar con Jesús. Que estemos siempre con los Tres: con Jesús, con María y con José.
Oración
V/. Sé siempre, San José, nuestro protector.
R/. Que tu espíritu interior de paz, de silencio, de trabajo y oración, nos ayude, con María, la Madre de Jesús, a cumplir fielmente nuestra misión en la Iglesia.
V/. Ruega, por nosotros, San José.
R/. Para que seamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Oremos:
Dios todopoderoso, que confiaste los primeros misterios de la salvación de los hombres a la fiel custodia de San José; concédenos, te rogamos, lo que fiados en su poderosa intercesión, humildemente, te pedimos. Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén.