Estamos en el hermoso tiempo de Adviento, una oportunidad para preparar el corazón para la gran fiesta de la Navidad. Es preciso que recordemos la esencia y el verdadero sentido de esta gran fiesta. Y es que, en Navidad, somos partícipes de un misterio hermosísimo y es que todo un Dios, se hace hombre por amor a la humanidad.
Debe ser para nosotros el Adviento una preparación con el corazón alegre, con el corazón esperanzado en que el amor de nuestro Señor se hace manifiesto en esta Navidad, alégrese tu corazón, pues la eternidad viene llegando, nuestro Rey niño está por nacer. De allí que es importante vivir intensamente esta época del Adviento, debemos estar vigilantes y orantes para que el anuncio de la alegría sin par nos reciba prestos a ir hacia Belén.
Debe ser el Adviento motivo de unión familiar, de propiciar espacios de oración, de alegría y de esperanza. Qué mejor que esta época para hacer de nuestras vidas una oda a la esperanza, y que los corazones más inquietos, más acongojados, encuentren en estos 4 domingos de tiempo de Adviento, un canto esperanzador, de que a pesar de cualquier inquietud el amor vencerá, y nuestro corazón gozará con el advenimiento de Jesús.
Ayudas para disfrutar la época
La música ayuda mucho a disfrutar esta época, cantos, villancicos que tocan nuestro corazón y nos disponen a prepararlo , nos ayudan a entender la magnitud de este gran misterio que es el nacimiento de nuestro Señor.
De todas las canciones que se suelen escuchar en esta época, hay una particular que desde siempre ha conmovido mi corazón. Una canción que te puede ayudar a ti y a mí a sumergirnos en este camino a Belén, y a preparar nuestro corazón para la venida del Salvador.
Esta canción es «el tamborilero», un canto sencillo y a su vez tan profundo que nos enseña que este tiempo es un camino que nos llevará al nacimiento de Jesús.
Te invito a que juntos descubramos que nos quiere enseñar este pequeño tamborilero para este Adviento.
¿Qué haces sentado en un camino que es para andar?
Esta hermosa canción comienza «el camino que lleva a Belén, baja hasta el valle que la nieve cubrió, los pastorcitos quieren ver a su Rey» y nos narra la historia de este grupo de pastorcitos que reciben la noticia del nacimiento de Jesús, «les fue anunciada una dicha sin par».
Estos pastores presurosos van al encuentro de este niño que nació, no se cuestionan, no dicen «voy mañana». Inmediatamente reciben la noticia, corren presurosos a pesar de la nieve, a pesar de que es tarde, a la noche, corren presurosos a encontrarse con el Rey de reyes que acaba de nacer.
Que sea este tiempo de Adviento el momento para que tomemos nuestros temores, nuestras dudas, nuestras inseguridades y caminemos juntos hacia la casita de pan (Belén), a acompañar al Niño que ha nacido.
Hoy, a ti que lees esto, te invito: levántate, sacúdete, no importa que hayas fallado, hoy es el día para levantarte, estamos a tiempo aún de llegar a Belén a recibir a nuestro Mesías que en el pesebre nos espera.
Una parte muy importante de este canto hermoso, es que nos cuenta que los pastores, quieren ver a su Rey. Quizá tú quieras que llegue la Navidad, pero no basta con solo querer, es preciso que nos pongamos en camino, que renunciemos a aquello que no nos deja avanzar, con voluntad, y ante todo, con un corazón deseoso de encontrarse esta Navidad con Jesús que nace.
En tu honor, frente al portal tocaré con mi tambor
Esta segunda parte de la canción es la que más me conmueve. Una vez que todos los pastores se ponen en camino, llevan regalos al niño que nace, y el personaje de este tierno villancico, desea también llevarle al Señor un regalo. Se reconoce pobre, se reconoce necesitado, se sabe limitado en cuanto a regalos. Sin embargo, encuentra pronto una solución, revisa su corazón, revisa qué tiene y aquello que tiene, aunque a los ojos de los hombres parezca poco, es su mejor regalo para el Señor.
«No poseo más que un viejo tambor», te has puesto a pensar que en medio de todos los regalos que los pastores llevaban, tener un tambor no parecería un gran regalo; pero este pastorcito que ama mucho al niño que nace, encuentra en su tambor, su mejor aliado para darle un regalo al Señor.
Invitación
Te quiero invitar a que, en este tiempo de dulce espera de la venida del Señor, no pienses que lo que des es poco, no pienses que no tienes nada que darle, revisa en tu corazón y encontrarás que tienes un hermoso corazón para regalarle a Jesús. Descubrirás que tu alma y tu corazón valen oro, y que serán una ofrenda de amor al niño que pronto nacerá.
Es este el momento de examinar tu corazón, de revisar dentro de ti, y descubrir el tesoro precioso que tienes para darle a Jesús. A la hora de regalarle a Jesús algo, es el amor lo que le dará valor a aquello que le queramos dar.
Quizás este Adviento sea el momento de renunciar a algún hábito que no te deja avanzar, quizá sea momento de esforzarte por cultivar una vida más profunda de oración. Te aseguro que lo que tengas para el Señor será un hermoso regalo como el del pequeño tamborilero.
Un canto de amor
Terminando esta preciosa canción viene lo que para un cristiano es su culmen, su mayor anhelo. El pequeño pastorcito es consciente que materialmente hablando quizá su regalo es muy poco; sin embargo, lo ha hecho con tanto amor, que está convencido que no hay nada mejor que le pueda ofrecer al Señor.
Es hermoso cómo un pequeño tambor se convierte en un instrumento para decirle al Mesías que es amado y esperado.
En lo pequeño que tú y yo somos, descubramos juntos qué tenemos para entregarle a Nuestro Señor. Que este tiempo de espera, de oración, de preparación, sea el momento propicio para darle al Señor, un auténtico canto de amor, que nuestra vida sea un acto de amor perenne, y que nuestro corazón esté listo para recibir a Nuestro Señor.
Que nuestro anhelo sea el de este tamborilero. Vivamos de tal manera que «cuando Dios me vio tocando ante Él, me sonrió».