Reseña
En este post hablo sobre mi pasión por la lectura y también sobre lo que he aprendido para ser más cuidadosa con los libros que aborden temas de dogmas de fe. Puede ser una novela premiada, pero si sentimos que nos aleja de Dios, no es buena para los que hemos hecho el propósito de que nuestra vida sea un caminar junto a Él para mantener nuestra alma calmada.
Me gusta mucho leer y esta afición fue alentada desde la niñez por mi papá. Los que somos ávidos lectores sabemos que cuando ha llegado a nuestras manos un buen libro que no podemos dejar de leer, no hay serie de Netflix que pueda competir con él. Lo que más anhelamos es tener un lugar calmado para poder sentarnos y dejar volar nuestra imaginación mientras nos sumergimos en sus páginas.
El libro que anhelaba leer
Por muchos años dije que quería leer la Biblia. Era algo que deseaba, pero no lo concretaba. Pero a raíz del retiro de fin de semana en que participé en el mes de septiembre comprendí que si la leía estaría cada vez más cerca de Dios, que es una de las cosas que más deseo. Anhelaba una cercanía cada vez más sólida y abrirle por completo las puertas de mi vida y tener mi alma calmada. Así que me dispuse a leer la Biblia todos los días. Estoy muy feliz porque lo he cumplido con mucho amor. No lo siento como una obligación. Lo hago porque realmente deseo adentrarme en la vida de Jesús y al hacerlo me adentro también en mi propia vida. La Biblia que estoy leyendo es la de Navarra. Tiene explicaciones y comentarios de cada uno de los capítulos. Comencé por el Nuevo Testamento. Explica el contexto en que se dan las diversas escenas de la vida de Jesús. La bajé por Kindle por sugerencia de una de mis ahijadas. Ha sido lo mejor y me costó menos de cuatro dólares.
Así que mis mañanas empiezan diciendo:
«Creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes, te adoro con profunda reverencia, te pido perdón por mis pecados y gracias para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía Inmaculada, san José, mi padre y señor, ángel de mi guarda, interceded por mí». Y seguido inicio la lectura.
La Biblia y sus frutos
Hay días en que después de leer me quedo meditando y no me llega ninguna idea. Pero solo con permanecer callada mirando la estampa de Jesús de mi altarcito me siento calmada. Pero otros días siento que una chispa arde en mi interior. Enseguida anoto en un cuaderno la idea que se me viene a la mente. Eso me pasó cuando leí el pasaje de san Marcos sobre la Tempestad calmada (Mc 4,35-6,6). Lo que me gusta de la Biblia de Navarra en Kindle es que un mismo pasaje lo puedes leer en los otros evangelios donde se menciona. De esa forma es más fácil entenderlos y meditarlos. Así que este mismo pasaje lo leí también en el Evangelio de Mateo y Lucas.
La lectura de la Biblia se ha convertido en parte de mis días. Cada mañana quiero sentarme a ver la continuación del pasaje del día anterior.
La elección de un libro
Por esos días en que comencé a leer la Biblia, en una tertulia en la que a veces participo, se había elegido para leer el libro El Evangelio según Jesucristo de José Saramago. Cada mes la persona que coordina el grupo selecciona un tema y manda diez libros de los cuales hay que seleccionar dos. El libro en mención fue el más votado, sin embargo, no estuvo entre mis elegidos ya que en ese momento me dije que para qué le iba a dedicar tiempo a esa novela si estaba leyendo la fuente de la vida de Jesús: la Biblia. Pero la curiosidad fue mayor cuando vi que el libro había sido elegido por casi la mayoría del grupo y me dije que por qué no leerlo. Además, la persona que dirige el grupo hace unas explicaciones de cada uno de los libros como si fueran una clase de literatura y las disfruto mucho. Así que pensé que tenía el criterio formado para leerlo.
Y fue también por esos días cuando llegué al pasaje de la Tempestad Calmada donde se hablaba de que Cristo no provoca tribulaciones, sino que las calma.
Y al ir avanzando en la lectura y ver cómo el autor se refería a la Virgen María no pude seguir leyendo. Sentía que esa lectura no me hacía bien y que entraba como en una tempestad. Por más que me dijera que solo era una novela. Lo que empecé a sentir es que me alejaba de Dios. Mi espíritu tranquilo se empezó a revolver de tal forma que una noche no pude dormir bien. Al día siguiente dije basta de este libro y no lo leí más.
Cuidar nuestra cercanía con Dios
Ahora bien, en la otra tertulia en que participo, el libro del mes de octubre era La buena suerte de la escritora española Rosa Montero. Esa lectura sí la disfruté y pude terminar sin problema el libro. Esta novela habla sobre el bien y el mal, y cómo a pesar de todo el bien predomina. Además, desarrolla una tierna historia de amor. Rosa Montero publicó este libro en plena pandemia, y creo que quiso mandarnos un mensaje: que no importa lo que nos pase, debemos levantarnos, subirnos otra vez al tren de nuestra vida y reconstruirla.
Inicialmente había pensado que si leía el Evangelio según Jesucristo podría rebatir algunos temas controversiales en la tertulia y hacer algún tipo de apostolado, pero eso tampoco fue posible. Simplemente no quería seguir dedicándole tiempo a una lectura que me estaba alejando de Dios.
Si hubiera sido un libro que solamente tuviera un capítulo controversial hubiera sido diferente. Pero cada vez se ahondaba más en el irrespeto hacia la figura de la Virgen.
Aprendí con lo que pasó que, de ahora en adelante, antes de pensar leer un libro que trate sobre temas de mi fe, consultaré con mi director espiritual. No quiero que nada ponga en peligro mi cercanía con Dios.
Elegir estar cerca de Dios
Así como narra el pasaje de la Tempestad calmada, Jesús es quien serena la barca en un mar embravecido. La barca es nuestra alma que se enfrenta a muchos peligros al atravesar el mar que es la vida terrenal. Uno de esos peligros pueden ser libros y programas de televisión que no tengan contenidos apropiados.
Y es nuestra oración perseverante la que llama a Jesús para que venga a socorrernos. Puede parecernos que en algunos momentos Jesús duerme, pero no es así. Nosotros tenemos que confiar en él y llamarlo para que venga en nuestra ayuda.
Por algo san Josemaría en Camino 339 dice “Libros: no los compres sin aconsejarte de personas cristianas, doctas y discretas… Podrías comprar una cosa inútil y perjudicial”.
Un conocido me dijo que había que leer de todo. No opino igual. Los que hemos elegido estar cerca de Dios debemos cuidar cómo educamos nuestra alma y más si estamos en proceso de formación espiritual, que es mi caso. Hay que cuidar bien lo que leemos, los programas de televisión que vemos. Debemos rehuir de todo lo que sintamos que nos aparta de Dios.
Haciendo esto podré mantener siempre mis ojos fijos en Dios para que me libre de los peligros que pueda encontrar en mi barca al atravesar el mar embravecido. Él es el único que puede calmar la tempestad.
Y tú,
¿Qué haces para estar cada día más cerca de Dios?
¿Cómo cuidas tu cercanía con Dios?
¿Qué haces para que tu barca navegue serena?
Tere: definitivamente que el Espíritu Santo habita plenamente en ti. Aunque lo recibimos en el bautismo y nunca se aleja, nosotros sí lo dejamos muchas veces a un lado en especial cuando pecamos. Sin embargo, cuando recurrimos a él, nos guía a precisamente lo que has escrito, ya no se disfruta lo vanal, artificial y hueco. Tal como recién acabo de volver a leer un pasaje de Historia del alma de Santa Teresita del niño Jesús, cuando camino a ver al Papa decía: «Celina y yo, que nunca habíamos vivido entre gentes del gran mundo, nos encontramos metidas en medio de la nobleza, de la cual se componía casi exclusivamente la peregrinación. Pero todos aquellos títulos y aquellos «de», lejos de deslumbrarnos, no nos parecían más que humo…Vistos de lejos, me habían ofuscado un poco alguna vez, pero de cerca, vi que «no todo lo que brilla es oro» y comprendí estas palabras de la Imitación: «No vayas tras esa sombra que se llama el gran nombre, ni desees tener muchas e importantes relaciones, ni la amistad especial de ningún hombre».
Este pasaje lo leí justo antes de leer tu artículo y está tan conectado a tu post que no dudo que Dios quería que meditara sobre este tema en este tiempo de adviento para prepararme a lo importante: recibir plenamente a Jesús en el corazón, con la tempestad calmada. Gracias Tere!