Siempre que hay que tomar una decisión importante, hacer un pago grande, o hasta organizar un viaje, recomiendo que se lo haga el 13 de mayo. Y las personas saltan, ¿se imaginan? ¡Qué horror, el día 13 de mala suerte! Y yo, con cariño, les cuento que en realidad el día 13 es el día de la Virgen de Fátima, porque aunque se presentó a los pastorcitos por primera vez en mayo, siguió apareciéndose los días 13 por 6 meses más. ¿Entonces, no será que el 13 es en realidad el día de la buena suerte, de la gracia, de la fe?
Los más pequeñitos
En Portugal, el 13 de mayo del año 1917, se presentó la Virgen a tres pastorcitos pobres. A mí me llama la atención cómo nuestra Señora elige personas pequeñas y humildes, estos eran niños, del campo, pastores…¿Quién va a creer lo que dice un niño? Pero, ella, en su sabiduría, elige a los más chiquititos para ser portadores de sus mensajes, y hacernos a todos nosotros descubrir la humildad de los predilectos de María.
Cuando pienso en las apariciones, me acuerdo de Jacinta, Francisco y Lucía, los tres pequeños que recibieron información muy importante de nuestra Señora. No solo de trascendencia para la humanidad, sino para ellos mismos. Por ejemplo, el 13 de junio les revela a los dos más pequeños que morirán pronto.
Muerte y pandemia
Pensemos un ratito esto… ¡qué morirán pronto! Así, como si nada. Y los pastorcitos siguen, con cariño, haciendo la voluntad de nuestra Madre. ¿Cuántas personas, con enfermedades catastróficas, que saben que pueden morir pronto, lidian con la noticia de la manera en la que lo hicieron Jacinta y Francisco? Es que para mí es de locos pensar, con cuánto amor la Virgen les comunicó esta noticia, y cuánta fe tenían los pequeños, para que no les generara tristeza, sino alegría y fuerza para convocar a su pueblo (y al mundo) a convertirse.
Ahora, con el Covid-19, muchos nos hemos puesto a reflexionar sobre nuestra propia mortalidad. Y ¿Cuántas veces nos ponemos alcohol o desinfectante en las manos? Por miedo a la enfermedad, miedo a contagiarnos, ¡miedo a la muerte! Pero estos pequeños, que murieron en la anterior gran pandemia, de la gripe española, recibieron la noticia de sus muertes con fe y confianza en Dios. Un ejemplo inmenso, para quienes vivimos ahora la cuarta gran ola, con muertes y contagios, un ejemplo de confianza en nuestro Señor y en nuestra cristiandad.
Desde Fátima para el Mundo
Lo revelado en Fátima ha cautivado a los fieles por más de un siglo. La Virgen revela información sobre el infierno, y cómo debemos arrepentirnos y convertirnos. Busca en realidad motivarnos a cada uno de nosotros a cambiar la forma en la que vivimos para evitar el infierno y vivir de la manera en la que Dios Padre quiere que vivamos, en plena libertad, siguiendo sus mandamientos.
También, en Fátima, la Virgen espera aumentar la devoción del mundo hacia el Inmaculado Corazón de María, para que acogiéndonos a él, podamos salvar nuestras almas. Santa Lucía asegura que el corazón de María está atravesado por espinos, espinos que nosotros (la humanidad), ha puesto allí con nuestras ingratitudes y blasfemias. Entonces, no nos queda más, a nosotros los fieles, que consolar su corazón, y a cambio, nuestra Señora ha prometido asistirnos a la hora de nuestra muerte, con gracias para nuestra propia salvación.
El Santo Rosario
La devoción al corazón Inmaculado de María es una bella devoción que se hace efectiva desde el rezo diario del Rosario. Muchos se preguntarán, ¿dijo bien, diario?, sí, DIARIO. El rezo diario del Rosario hace maravillas en las personas, en las familias, en nuestra fe, ¡en nuestros países! Hay varias promesas de la Virgen a quienes rezan el Rosario, por lo que no será en vano este rezo diario.
Hagan la prueba, no perderán nada más que tiempo. Pueden comenzar por rezar un misterio solamente, por ejemplo, hoy, podrían comenzar rezando el primer misterio luminoso. Y no tienen que hacerlo de rodillas en sus habitaciones (que está muy bien), pueden hacerlo caminando, en el carro, preparando el almuerzo, limpiando la casa. Ya verán, el Rosario de la Virgen es un amigo fiel, un consuelo, una alegría. Hagan la prueba, y verán.
Para pensar
La Virgen de Fátima se apareció a los pastorcitos con un mensaje fuerte, un mensaje en el que revelaba muchas de las atrocidades que ocurrirían en el siglo XX, entre ellas la Segunda Guerra Mundial, la persecución de los cristianos, el atentado contra la vida del Papa… todo esto se lo dijo a tres pequeños niños del campo. Y ellos supieron repetir ese mensaje de conversión para la humanidad.
Si tres niños pueden crear un cambio tan grande, entonces, ¿Qué podríamos hacer nosotros? ¿Qué dones nos ha dado el Señor para poder generar cambios grandes en quienes nos rodean? ¿En quiénes tienen sed de Dios, pero no lo saben todavía?
Pidámosle a Nuestra Señora de Fátima y a su Corazón Inmaculado que nos ayude a reconocer en nuestra humildad, como los pastorcitos, la fuerza de convertirnos a nosotros y a otros, en el camino hacia la santidad, que es la vida diaria.
Acto de consagración a la Virgen de Fátima del Papa Francisco
Plaza de San Pedro, 13 de octubre de 2013
Bienaventurada María Virgen de Fátima,
con renovada gratitud por tu presencia maternal
unimos nuestra voz a la de todas las generaciones
que te llaman bienaventurada.
Celebramos en ti las grandes obras de Dios,
que nunca se cansa de inclinarse con misericordia hacia la humanidad,
afligida por el mal y herida por el pecado,
para curarla y salvarla.
Acoge con benevolencia de Madre
el acto de consagración que hoy hacemos con confianza,
ante esta imagen tuya tan querida por nosotros.
Estamos seguros de que cada uno de nosotros es precioso a tus ojos
y que nada de lo que habita en nuestros corazones es ajeno a ti.
Nos dejamos alcanzar por tu dulcísima mirada
y recibimos la consoladora caricia de tu sonrisa.
Custodia nuestra vida entre tus brazos:
bendice y refuerza todo deseo de bien;
reaviva y alimenta la fe;
sostiene e ilumina la esperanza;
suscita y anima la caridad;
guíanos a todos nosotros por el camino de la santidad.
Enséñanos tu mismo amor de predilección
por los pequeños y los pobres,
por los excluidos y los que sufren,
por los pecadores y los extraviados de corazón:
congrega a todos bajo tu protección
y entrégalos a todos a tu dilecto Hijo, el Señor nuestro Jesús.
Amén.