Confieso que no le escribo mucho, tampoco le rezo constantemente; aunque me mira y la miro todos los días, al acostarme y al levantarme. Heredé una imagen de la virgen o la Guadalupana, (como le decía mi mamá).
La solíamos adornar con las flores fucsias de la veranera que nos encontrábamos en el camino hacia la iglesia. La capilla escondida entre los árboles frondosos del barrio lleva el nombre de “La Virgen de los Dolores”. La arquitectura de la Iglesia es circular, con grandes ventanales en reja que permiten apreciar el verde de los árboles que la adornan.
Es curioso cómo nos damos cuenta de la presencia divina cuando salimos del dolor. A veces, no queremos entender por qué nos toca “sufrir” la situación, por la que estamos pasando, solemos preguntarnos por qué a mí en lugar de para qué.
¿Qué es el dolor?
Dolor según la RAE es la sensación molesta y aflictiva de una parte del cuerpo por causa interior o exterior. ¡Qué importante es reconocer qué clase de dolor es el que sentimos! La virgen de los dolores nos enseña a (I) identificar; (II) sentir; y (III) transformar el dolor.
He descubierto, a través de la oración, que la identificación proviene del reconocimiento, reconocer que hay una aflicción específica nos ayuda a sentirla y no a evitarla, qué importante es darnos el permiso de sentir dolor, de llorarlo, de no contenerlo, de expresarlo; creo que así se puede transformar en un aprendizaje, y lograr una inteligencia espiritual.
Los 7 dolores de Maria, representan 7 momentos detallados en las escrituras. Los dolores de la Virgen son un ancla que nos recuerdan que estamos en el plano terrenal, que nuestros sufrimientos son mundanos.
Recordemos que, a través del dolor, Dios nos lleva hacia Él.
La RAE también define el dolor de corazón “aquel sentimiento, pena o aflicción de haber ofendido a Dios”.
¿Cuántas veces hemos ofendido a Dios?
¿Reconocemos la ofensa?
¿Nos duele el corazón?
María nos enseña a sufrir por amor, solo a través del sufrimiento es que podemos ser conscientes de la importancia de la vida espiritual, sufrir es renacer. Pidámosle a la virgen de los dolores que nos haga sentir su dolor para llorar con ella, para aprender a llorar de amor por lo verdaderamente importante.