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Siempre recordemos que la vida es una auténtica aventura de amor. Nuestra vocación es la de amar, nuestra plenitud en la alegría es amar, y es que siempre recordemos que amar es la manera más intensa de vivir. Que el amor a nuestro prójimo sea reflejo del extremo amor de nuestro Señor.

Ten presente, que, en tus manos, en tus labios, en tu sonrisa, en tus acciones, puede estar el aliento y la esperanza que tu prójimo necesita. Ser luz para quienes amamos, que dicha, ser luz de esperanza en un mundo oscurecido e indiferente, que bella misión la que tenemos

el amor, el amor, nuestra dicha. Es el amor el que le da valor a cuanto hacemos. En la alegría de amar descubriremos, como amando seremos capaces de transformar nuestros actos, pensamientos, nuestras labores, en una oportunidad de agradar y amar a Dios

Pueden existir adversidades, seguramente las preocupaciones nos agobian, quizá la tristeza te invada, la desesperación te consuma, pero recuerda, nos puede faltar todo, pero nunca la presencia de Dios, repítelo en tu corazón. Sólo Dios basta.

La dicha de tener a María como madre, debe llenarnos de esperanza, debe regocijarnos, debe darnos paz, aliento. Acude a María, confía en la Señora, que la dulce Madre te cobije en su manto maternal, y que su amor maternal transforme tu vida

Ten siempre presente, no cuesta nada tratar con amor, no cuesta nada ser cordiales; que frutos hermosos puede tener ser dulces, fraternos con quienes nos rodean, tus palabras pueden ser fortaleza y aliento para todos los que te rodean.

Que dulce es el amor de María Santísima. Modelo inmenso de amor, modelo incansable de como debemos amar. Que el ejemplo de amor sin medida y de entrega de esta dulce Madre sea nuestro modelo a seguir, y recuerda es urgente amar.